Desde mi ventana 4

De campos de concentración

O de cómo no indignarse con el terrorismo de Estado. Mucho antes del Holocausto perpetrado por los nazis (podríamos citar a “nuestro” Ueiler -además de su “w” aquel militarote olía a represor- o su colega franquito, a los pogromos estalinistas, a los maocapitalistas en el Tíbet y alrededores del chinesco imperio…), ya respetaba al hebreo que persistía por mantener su identidad. Pues bien, repudio las matanzas y final expulsión ibérica de miles de “marranos”, la represión inquisitorial contra “conversos” y otras minorías. Todavía hoy me emociono con canciones sefardíes e incluso disfruto ocasionalmente de su cocina, cine o pensamiento. Por si fuera poco, me dejaría circuncidar (no hace al caso, perdón por esta broma tan suya) y tampoco me molesta en absoluto ver la kipá en cualquier lugar de encuentro o dar una vuelta por la aljama con ciudadanos libres de este o aquel lugar… Pues bien, una cosa es ser hebreo e incluso tener pasaporte israelí y otra ser un matón de franja, un genocida (al igual que los turcos que se ensañaron con los armenios o los marroquíes/indonesios con los…).

Judíos/católicos/musulmanes de bien saben que cuentan con mi aliento si son gaseados allí o masacrados más allá… Lo que me preocupa es el chantaje/argumentario de baratillo. No se pueden vender persecuciones/asesinatos/matanzas reales e intolerables, y pagar con la moneda de ayer guardada. ¡Ni ojo por ojo…, ni hostias! ¡Ya está bien!

Ahora les toca a ustedes, ciudadanos cómplices o mirones para otro lado (¡sí, esos que financian el terror y ni siquiera se lamentan en su casa/kibutz!). Si se sacuden por el forro las disposiciones racionales, si pasan descaradamente de la ONU, la Dos y las tres…, precisamente quienes les permitieron crear su Estado. Así como me felicito de que los sefarditas puedan poseer/recuperar mi misma “nacionalidad/papel en el mundo”, condeno la situación de los palestinos y su obligada diáspora/destierro en Líbano, en Jordania…

Intuyo que Oriente próximo es un galimatías geoestratégico y todo un berengenal de intereses; pero, como no quiero ver a la región como un burócrata/diplomático que salpica gomina, ya no aguanto más: ¡Basta de matonismo!, ¡No a la represión indiscriminada!, ¡Paren el genocidio!

Me parece sangrante contemplar cómo un Estado expansionista y autoritario, machaca/reprime a gentes –como tú o cómo yo, piedra pequeña- en Gaza (Hamás y otros, tampoco merecen mi respeto), en Cisjordania o… Y, para que se sepa, de tarde en tarde, el Estado de Israel sigue repartiendo leña a diestro y siniestro de forma indiscriminada. Pues no, no puede ser… Una, se indigna y dice: ¡Fuera vuestras garras/alambradas/muros de Palestina!, ¡Los palestinos también tienen –como vosotros o más, ellos SI están en la tierra de sus bisabuelos, los vuestros quizás nacieron en Salónica o Kiev, cuando no en Buenos Aires o Casablanca- derecho a ser lo que quieran!

Nada de antisemitismo o de odio atávico y carpetovetónico, rebozado de xenofobia y racismo rancio… El sionismo, amén de anacrónico, bien haría en gastar menos dólares en ciertos grupos de presión, en dejar de influenciar a propagandistas (no estaría de más conocer periodistas y políticos que trabajan para esa causa; otra cosa son los que se lo “creen” que intuyo son los menos) e invertir en un país menos militarista, más democrático (a pesar de las elecciones partidarias y sus lobbys), más humano y solidario…

Terrorismo de Estado puro y duro. No puede ser que Goliat aplaste a David con la pasividad internacional. Quiero pensar que muchos israelíes y demasiados palestinos siguen llorando… No es cuestión solo de cifras y muertos, es un asunto de represión ciega e intolerable, como hacían nazis y estalinistas. Recordad a los vuestros, pero dejad de putear a los palestinos; basta de pasar el cepillo pues ya hemos contribuido (aunque siempre sea poco) con creces. Como también fui sefardí griega/marroquí y digna hebrea alemana/polaca/ucraniana, hoy me siento orgullosa palestina con causa y memoria. Los judíos que pululan por el mundo –religiosos o no- no se merecen ningún sambenito, pero el estado genocida israelí tampoco mi respeto.

 

Laura Mendiola