POR UN 2017 DE LUCHA – Público

POSOS DE ANARQUÍA | DAVID BOLLERO

A partir del 1 de enero, los franceses no están obligados a atender a su teléfono móvil o su correo electrónico del trabajo fuera del horario laboral. Se trata de una medida pionera en la regulación de las nuevas tecnologías aplicadas al empleo, exclusivamente para empresas a partir de 50 empleados, y que forma parte de la nueva reforma laboral del Gobierno francés.

¿Se imaginan una medida como ésta aplicada en España? Sencillamente, es inconcedible, más aún cuando el presidente de la patronal no duda en afirmar que la incorporación de la mujer al trabajo perjudica al empleo o que la ministra Fátima Báñez no tiene ni puñetera idea de la precariedad laboral que nos asola.

En España, los argumentos a favor de la competitividad, de la globalización en definitiva, no tardarían en aparecer… y, cómo no, aquella retahíla de no perjudicar a la recuperación, que hemos salido de la crisis…

Desde el punto de vista empresarial, estamos en la Prehistoria. La cabeza del empresariado español, en término generales, no está amueblada para el siglo XXI y prueba de ello es la baja tasa de teletrabajo que existe en nuestro país, a pesar de que buena parte de los empleos se prestan a ello y favorecería a esa tan ansiada productividad.

Por otro lado y en lo que a la medida francesa respecta, no vayamos a pensar que porque esta medida favorezca al trabajador y las trabajadoras hace mejor a una reforma laboral absolutamente deleznable.

Y es que es deleznable desde su primera aplicación, puesto que para su aprobación se ha tirado del artículo 49.3 de la Constitución, que pasa por ser la antidemocracia en sí misma, pues da luz verde la decretazo, lo que supone que se pasa por el arco del triunfo al Parlamento.

En cuanto a la vulneración de los derecho laborales, éstos son incontables, bebiendo en granna parte de la reforma de Rajoy. Así, introduce la posibilidad de recortar las indemnizaciones por despido injustificado, se abre a reducir el sueldo y las horas extras (esas que en España ya ni sabemos qué son) unilateralmente por parte de la empresa, se incrementa la jornada laboral hasta 12 horas y permite los despidos colectivos, sencillamente, porque baje la cifra de negocio (aunque no se entre en pérdidas).

¿Saben cuál es la diferencia entre Francia y España? Que mientras que en el país galo la clase obrera ha salido a las calles masivamente, ha protestado hasta la saciedad contra esta reforma laboral, en nuestro país continuamos adormecidos, aceptando limosnas, normalizando los abusos y la violación de derechos laborales…

Así pues, brindo por un 2017 de lucha, de recuperación y ampliación de nuestros derechos y libertades civiles. Por un 2017 en el que los grupos de poder vuelvan a temblar. Cueste lo que cueste.

PÚBLICO