CAZARABET CONVERSA CON… CARLOS TAIBO, AUTOR DE “LOS OLVIDADOS DE LOS OLVIDADOS”

  • Carlos Taibo, acompañado de las ilustraciones de Jacobo Pérez-Enciso nos traslada al particular mundo al que se tuvieron que enfrentar los anarquistas, “los olvidados de los olvidados”.
  • Y es que los anarquistas y el anarquismo fueron “los apartados” los “secundarios entre los secundarios” de entre los análisis, los estudios y las investigaciones de buenas parte de los estudiosos de la historiografía acaecida en este último siglo y medio.

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Cazarabet conversa con Carlos Taibo:

-Carlos, creo recordar que no es la primera vez que incides sobre la historia del anarquismo, escribiendo sobre la misma desde diferentes perspectivas y ángulos. ¿Te gusta escribir e incidir sobre la historia del anarquismo porque crees que, normalmente, se ha escrito “muy poco objetivamente” sobre él mismo?

-En algún caso, como el del libro en el que estoy trabajando ahora –“Anarquismos de ultramar”-, es así, pero en el de este texto prima la voluntad de explicar con sencillez, o con algo parecido, cuál ha sido el derrotero del anarquismo entre nosotros. Es verdad, con todo, que ese ejercicio nace, en un grado u otro, de la identificación de lo que entiendo que son carencias, a menudo graves, en el discurso que la “cultura de la transición” ha producido en relación con el anarquismo y el anarcosindicalismo.

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-Me refiero a que se ha hecho, con normalidad, desde el “lado vencedor” una especie de pedagogía  “demonizando al anarquismo” y a los librepensadores, de manera que a estos solamente les faltan cuernos y rabo… ¿Lo ves así?

-Ésa es, ciertamente, una de las modulaciones del discurso dominante, tanto más relevante cuanto que no sólo alcanza a sus manifestaciones conservadoras: impregna también muchas de las que convencionalmente se consideran de “izquierdas”. Pero el discurso dominante disfruta también de otras posibilidades. Si una es, simplemente, el olvido –los anarquistas, sin más, no existían-, la otra consiste en subsumirlos en el magma general de “los republicanos”, de la mano de una manifiesta manipulación. Nunca se subrayará lo suficiente que los anarquistas no eran republicanos.

-O desde el lado “perdedor”, mirando, ahora, a todo el abanico de tendencias políticas que defendieron la República, pero que consideraron al anarquismo como a “los malos entre ellos”…

-Ésa fue la estrategia argumental maestra desplegada por el PCE. Creo que la realidad, sin embargo, la desmiente: la CNT-FAI fue, desde el otoño de 1936 hasta el final de la guerra civil, una fuerza infelizmente leal que cumplió, pese a las diatribas padecidas, con sus compromisos. Gracia tiene que fuese precisamente el PCE, supuesto adalid de la unidad del bando republicano durante la guerra, el que se entregase a una permanente y eficiente tarea de división: acabó con el POUM, le restó progresivamente protagonismo a la CNT, partió en dos el PSOE y marginó a los nacionalistas catalanes, para al cabo mostrarse incapaz de generar mecanismos eficientes que permitiesen ganar la guerra.

-¿Por qué esa “inquina” por parte de los que “compartieron—de alguna manera—trinchera”…?,  ¿meros celos por ser los secundarios?. Entonces la CNT era la referencia sindical entre los trabajadores y trabajadoras del Estado Español…Creo que podemos afirmar que este sindicato llegó a ser la fuerza sindical que más mantenía el pulso en la calle, en la protesta y reivindicación.

-Supongo que las razones son varias. Una de ellas, acaso la principal, la aportó el hecho de que, y vuelvo al caso del PCE, éste era una fuerza política en buena medida teleguiada desde fuera, desde la Unión Soviética. La URSS estaba obviamente interesada en cortar la hierba por debajo de cualquier experimento –así, el de las colectivizaciones- que demostrase que era posible articular un modelo de socialismo, o de comunismo, no burocrático y no jerarquizado. Otra la configuraron los intereses de muchos de los desplazados por las colectivizaciones, que encontraron en el PCE un partido de orden. Una tercera, en fin, no exenta de paradojas, llegó de la mano de la colaboración efectiva de la cúpula confederal, que a mi entender, y con claridad, no estuvo a la altura de las circunstancias. Pareciera como si en aquellos meses los integrantes de esa cúpula –con frecuencia anarquistas confesos- hubiesen renunciado a sus convicciones en provecho de la integración en las instituciones, mientras, por el contrario, los militantes de base, que en muchos casos no eran anarquistas, o eran eso que se llama “anarquistas sin saberlo”, se entregaron a la realización de una genuina revolución social. Este último fenómeno hizo que una organización, o un cuerpo de organizaciones, el de lo que entonces se llamaba CNT-FAI, perdiese, en su cúpula, buena parte del contacto con una base que en buena medida era, en efecto, espontáneamente revolucionaria y antiautoritaria.

-Carlos esta vez La Catarata y vos os acompañáis, ¡y con mucho gusto!, de las ilustraciones de Jacobo Pérez-Enciso…eso le da una “fuerza particular” al libro y al contenido, ¿verdad?; ¿por qué creíste conveniente acompañar tus textos de la ilustración?

-En origen el libro estaba pensado, en un grado u otro, para su lectura por jóvenes. Con el paso del tiempo –esto ocurre con frecuencia- perdió ese carácter y asumió un perfil algo más sesudo. La trama original dejó su huella, aun sí, de formas varias. Si una de ellas la aportaron, en efecto, las ilustraciones, y en general el diseño gráfico, otra se manifiesta a través de un número alto de capítulos, cuarenta, que en su mayoría son –no podía ser de otra manera- breves.

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-¿Cómo ha sido para ti colaborar con un ilustrador? , ¿Cómo ha ido la experiencia?

-No era la primera vez que colaboraba con un ilustrador. A Jacobo le costó arrancar, pero al cabo lo hizo con su talento habitual. Creo, en cualquier caso, que el resultado es bueno. Por no decir, y hablo de lo que no me toca, que muy bueno.

-¿Cómo analizas o puedes explicarte y/o explicarnos que el anarquismo, la idea librepensadora, encontrase el caldo de cultivo perfecto para desarrollarse en el estado Español…?. Además, de manera diferencial en cuanto a la acción respecto a otros países como Italia, Francia.

-Debo decir, antes que nada, que el escenario español no fue tan diferente, como con frecuencia se ha afirmado, de otros como el francés, el portugués o el italiano. No sólo eso: a menudo perdemos de vista que hasta la década de 1930 hubo anarquismos con peso singular en un puñado de países del Sur del planeta. Dicho eso, creo que el éxito del anarquismo entre nosotros mucho le debió a su capacidad para ensamblar de manera abierta y no dogmática muchas de las prácticas “libertarias” que pervivían, con carácter comúnmente colectivista, en el campo y en la ciudad, un conjunto de percepciones espontáneamente federales y los contenidos del ideario anarquista. El resultado asumió la forma de un puñado de organizaciones, en lugar singular la CNT, que aportaron respuestas efectivas a los problemas de las clases más desfavorecidas del momento. No había, o apenas había –lo siento por Hobsbawn-, ni infantilismo ni milenarismo.

-En esa implantación jugaba también un papel importante ese trabajo, como “infiltrado”, desde la escuela y su planteamiento o el planteamiento como muy abierto ya partiendo de la educación de todos los campos y se mira mucho, en todo esto…

-Ciertamente, las semillas se fueron plantando poco a poco, y no sólo en el terreno sindical. El movimiento libertario registró una presencia social muy sólida que se reveló en los barrios, en las escuelas racionalistas, en los ateneos y, de manera más general, en el desarrollo de una genuina cultura alternativa que a mi entender tuvo un carácter modélico. Hablo, por lo demás, de un movimiento de obreros y campesinos desheredados –los olvidados de los olvidados-, muy lejos de lo que representaban, por ejemplo, los políticos y los intelectuales republicanos.

-Geográficamente hablando, ¿en qué zonas del Estado Español se implantó con “más facilidad” el anarquismo y por qué?

-En Cataluña, en Andalucía, en Valencia y en Murcia, en partes significadas de Aragón, de La Mancha y de Extremadura, en la Galicia occidental y en La Rioja, con núcleos importantes, por añadidura, en Madrid, Asturias, el País Vasco y los dos archipiélagos.  Creo que la explicación de porqué se asentó mejor en unos lugares que en otros llega de la mano de esa síntesis de elementos –tradición colectivista, federalismo, anarquismo- que he mencionado al intentar responder una pregunta anterior.

-El anarquismo tampoco obedece a tener un compromiso formal con ningún sistema político, aunque se hubiese alcanzado la II República con sus valores y todo lo que esta conlleva….¿esto es lo que se puede “leer” de tu reflexión? Coméntanos, por favor.

-Aunque la segunda república fue, claro, un régimen preferible al franquismo, creo que tenemos que liberarnos de los tópicos idealizadores que la rodean en el discurso del grueso de la izquierda española. Recordaré que se trataba de una república burguesa en la que no faltaron los espasmos jacobinos, que se mostró manifiestamente incapaz de sacar adelante una reforma agraria creíble, que desarrolló perfilados instrumentos de represión contra los trabajadores y que, y por dejarlo ahí, se vio encabezada por muchos dirigentes que hasta el último momento prefirieron negociar con los militares golpistas antes que entregar armas a los sindicatos.

CAZARABET