LUCÍA SÁNCHEZ SAORNIL, LA ANARQUISTA QUE LUCHÓ POR LA EMANCIPACIÓN DE LAS MUJERES – Kaosenlared

Lucía Sánchez Saornil (Madrid, 1895 – València, 1970) forma parte de La mitad de Todo, la sección de Verano Libre dedicada a recordar a algunas mujeres importantes del siglo XX español, porque es una figura olvidada a pesar de su gran lucha en la causa feminista. La poeta y periodista no tuvo una vida fácil: su madre murió cuando ella era pequeña y, además, también perdió a un hermano, lo que hizo que estudiase el Centro de Hijos de Madrid, destinado a los huérfanos.

A pesar de que su familia era de origen humilde, contaban con una gran biblioteca que heredaron de la hermana de su padre, Eugenio Sánchez, y esto hizo que la joven Lucía Sánchez Saornil desarrollase su pasión por las letras. De hecho, su vocación fue la escritura y quiso ser periodista y poeta, consiguiendo ambas ambiciones. Como poetisa debutó en 1914, con 18 años, al publicar el poema Nieve en el semanario Avante, con el cual el articulista José Santos Pérez le auguró un gran futuro en la profesión: «¿No les parece […] que está llamada a ser una gran escritora?».

Mientras publicaba sus poemas en diversas revistas, la madrileña entró a trabajar en Telefónica y, al mismo tiempo, estudiaba Pintura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En la compañía española estuvo 15 años, hasta que fue despedida por participar en la huelga de 1931, aunque siempre formó parte de las reivindicaciones de los trabajadores ya que estaba interesada en la causa obrera.

Una de las impulsoras de Mujeres Libres

Tras su expulsión de Telefónica, Lucía Sánchez Saornil abandonó la poesía para dedicarse por completo al anarcosindicalismo y por eso pasó a colaborar en periódicos afines a su ideología, como Tierra, Umbral y Solidaridad Obrera, entre otros. Además, entró a formar de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) como secretaria de redacción de su periódico. En sus escritos, en unas y otras revistas, la madrileña reflexionó sobre la emancipación de las mujeres y reivindicó que estas no podían estar supeditadas a la lucha de clases. Entendió que dentro del propio anarquismo también imperaba el machismo y que la independencia de las mujeres empezaba en sus propias casas.

Su posición ante el patriarcado era tal, que los líderes de la CNT y de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) se enfrentaron a ella al desprestigiar su trabajo. Sin embargo, los ataques no pararon la lucha feminista de Lucía Sánchez Saornil, que junto con Mercedes Comaposada y Amparo Poch Gascón, crearon en abril de 1936 la organización Mujeres Libres. Se trataba de que las compañeras anarquistas tuviesen su propio espacio dentro del movimiento y que ellas mismas se organizasen y defendiesen, aunque sin separarse de las reivindicaciones libertarias.

La agrupación feminista contó con más de 20.000 afiliadas y con una revista que la propia Lucía Sánchez Saornil se encargó de editar. También impartió charlas dentro de Mujeres Libre: cuestionó el matrimonio, la maternidad y el género, pero cuando se produce el golpe de Estado contra la II República los líderes anarquistas le prohibieron realizar cualquier acción política y tuvo que limitarse a tareas administrativas dentro de la CNT. La madrileña ideó las llamadas brigadas femeninas de trabajo, las cuales sustituyeron a los combatientes republicanos en su puesto de trabajo.

Durante la Guerra Civil, la histórica feminista volvió a dedicarse a la poesía –creó el Ultraísmo– y escribió poemas que más tarde recogería en su obra Romancero de Mujeres Libres (1937), e incluso fue cronista de contienda en la CNT, Juventud Libre y Frente Libertario.

Vida anónima

En 1937, Lucía Sánchez Saornil comenzó a formar parte del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista y se trasladó a vivir a València, en donde fue la redactora jefe de la revista Umbral. Allí conoció a América Barroso, quien sería su pareja sentimental y con quien huyó a Francia en enero de 1939, ya que su adherencia al anarquismo no le permitía vivir en un Estado fascista. Su exilio en el país galo duró hasta 1940, tras la ocupación nazi. Se vieron obligadas a marcharse, según Elena Samada, sobrina de Barroso, y ambas regresaron a España porque temían ser recluidas en un campo de concentración.

Su llegada a España fue de manera clandestina. Las ayudaron familiares y amigos, y su vida también se desarrolló en el más absoluto anonimato. Se instalaron en València, ya que América Barroso contaba con familia allí y Lucía Sánchez Saornil se dedicó a la poesía y a la pintura. La anarcofeminista murió en 1970, como consecuencia del cáncer de mama que padecía. Fue la propia enfermedad la que hizo que diese un giro radical a su poesía. Dejó el erotismo y la sexualidad y pasó a hablar del miedo a la muerte y la búsqueda de la fe.

Dori Ayllón

Artículo publicado en KAOSENLARED