21 noviembre, 2024

EPISODIOS DEL FRENTE.
Recorte CNT del Norte, 16 de enero de 1937

Episodios del frente. CNT del Norte 16-1-37

Se trata de un recorte del periódico CNT del Norte, en su edición del sábado 16 de enero de 1937.

Es un artículo firmado por un miliciano del 4º batallón de la CNT, también conocido como Sacco y Vanzetti (en memoria de los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomé Vanzetti, procesados y ejecutados en EE.UU. en 1927). Este batallón estaba compuesto por compañeros guipuzcoanos reforzados más tarde por vizcaínos, pero como vemos en este documento, también reforzaban sus filas compañeros de otras procedencias pasados desde el bando enemigo.

Se muestra un día de calma en el Frente de Álava durante la Guerra Civil, en el sector del valle de Aiala, en el que unos soldados del otro bando se pasan, como muchos otros, a las filas del batallón y traen noticias del otro lado.

Nos cuenta entonces el salvajismo de la represión en la retaguardia enemiga y los sentimientos, esperanzas e ilusiones de los que, voluntariamente, habían acudido al frente para luchar por las ideas libertarias.

Se transcribe a continuación el texto del artículo para facilitar su lectura:

Episodios del frente
Está amaneciendo. Calma absoluta en todo el sector. Estamos en las posiciones del Cuarto Batallón de la C. N. T. Desde aquí y a nuestros pies, se divisa casi toda Ayala, envuelta en la bruma de la mañana.
Pensamos: Estarán muchísimos de sus moradores, esperando nuestro esfuerzo brioso que los liberte del yugo despótico a que los tiene sometidos el fascismo criminal.
Allá, casi al fondo se aprecia claramente una ciudad: Vitoria.
La luz de la mañana cabrillea en los tejados y cristales, como queriéndonos mostrar su impaciencia por lo que estamos tardando en llegar a implantar el derecho humano, de que tan necesario está ese pueblo, tiranizado hasta ahora por caciques y militares.
De pronto, algunas voces se oyen en nuestras avanzadillas. Se agrupan los milicianos. Inquirimos: ¿Qué sucede?
Diligentes, nos llegamos al lugar de los hechos.
Es lo del día; lo de todos los días. Dos soldados que como todos los del campo contrario, están moralmente a nuestro lado, acaban de presentarse a nuestras filas con armamento y abundante munición.
Al llegar al puesto de la Primera Compañía y Ametralladoras, encuentran compañeros conocidos y del mismo pueblo, que también estuvieron con los facciosos y se pasaron anteriormente.
Saludos, apretones de manos y abrazos efusivos.
Uno de los milicianos pasados anteriormente, pregunta de pronto con alguna ansiedad:
-¿Qué ocurre por allí?-
La respuesta no puede ser más trágica:
-Tienes que tener ánimo-le dicen-. Han fusilado a tu padre a tu madre y a tres hermanos.
El otro no habla, pero con la mirada también interroga y la respuesta es asímismo fatal: «Han sido fusilados tus padres en venganza de haberte pasado a nuestro lado.»
El dolor sobrepasa el ánimo, que deja escaparse algunos sollozos, que dan a la escena un patetismo tan conmovedor que no podemos evitar que algunas lágrimas surquen por nuestras mejillas. Pero los más, crispan los puños de rabia, y alguien los alza amenazadores.
Acude un teniente de ametralladoras, que pregunta por su hermano. ¡También fusilado!
Todas las miradas llenas de odio, se dirigen hacia Vitoria y Logroño. ¡Ah, cuando vayamos! No nos vengaremos, sino que simplemente, haremos justicia. ¡Sí, justicia piden esos padres fusilados sin culpa alguna; sin más delito que tener hijos que amaban la libertad más que la propia vida!
Por un momento, me acuerdo de los fascistas disfrazados y descubiertos que tranquilamente deambulan por Bilbao, dedicados tal vez al espionaje. Tendiendo la red en que han de estrangularnos. Y constatamos la diferencia de conducta entre ellos y nosotros. Ellos, matando mujeres indefensas para dejar libre la retaguardia y por el simple afán de vengarse. Nosotros, por el contrario, infinitamente más ecuánimes y bondadosos, -hasta el abandono-, tal vez porque pensamos en que si obráramos como ellos podríamos nublar nuestra conciencia con la sangre de algún poobre inocente, y pagaran las consecuencias los que menos culpa tienen.
Salgo de mí y escucho:
-En la Rioja -dicen-, no quedan casi hombres. Se ha fusilado en masa por simples denuncias y venganzas personales.
«Cenicero, Briones, Haro, etc., no son sino cementerios, donde el que ha sobrevivido -que son escasísimos-, está sometido a la más feroz tiranía y al más odioso silencio.»
Sobrecogido por la ira, me aparto del grupo.
Ya es de día y nuestros cañones comienzan a hablar en su terrible lenguaje. Sus tiros eficacísimos siembran el pánico en el campo enemigo.
Volvemos a mirar a Vitoria, que a la luz del sol parece doblemente codiciable.
Se aprecian claramente, cómo entran y salen trenes como para darnos envidia de no poder viajar en ellos. Pero no tenemos prisa. Es decir, sí, la tenemos pero hay que sujetarse a lo que ordenen. Y decimos mentalmente: ¡Pronto llegaremos, compañeros!
Han pasado unos días. El Cuarto de la C. N. T. descansa en Bilbao…
Hasta otra.
UN MILICIANO DEL CUARTO BATALLON DE LA C. N. T.