Llegó la República. Había muchas cuentas pendientes y para solucionarlas muchas huelgas pendientes. Mayo se presentaba sindicalmente caluroso.
A comienzos de mes la prensa (es de señalar la relevancia que daba a las informaciones provenientes de Vitoria a través de su corresponsal Sancho el diario barcelonés La Vanguardia) se hizo eco de la huelga en las obras de los solares de los antiguos cuarteles. El gobernador se entrevistaba con la Caja Social Católica y la UGT (Federación de Sociedades Obreras) y mostraba su extrañeza: muchos obreros dicen que quieren trabajar, pero ninguno lo hace1. Además se hablaba de que mañana se holgará en Ajuria y UGT denunciaba que se explotaba malamente a las mujeres en las fábricas de sacos de yute2.
El asunto de la casa Ajuria se enrarecía por más que el gobernador afirmara que reunidos patrones y obreros metalúrgicos los trámites iban por buen camino. Efectivamente el día siete en la sede de la CNT se reunieron los obreros de Ajuria y acordaron ir a la huelga, y el día ocho la iniciaron en pro de una serie de peticiones. La empresa ofreció una peseta diaria de aumento siempre que no se declarara huelga, aumento rechazado por los trabajadores3. El día diez la huelga alcanzaba a los 900 trabajadores de Ajuria y a los 300 de las obras de los cuarteles, sin que se produjeran incidentes (pero con la fábrica Ajuria protegida por el ejército) al tiempo que la presión de los obreros parados iba en aumento (el Ayuntamiento facilitaba billetes para que volvieran a sus residencias de origen y la Diputación estudiaba proporcionarles un subsidio de cien pesetas). La autoridad tomaba preocupaciones: desplegaba el ejército ante los conventos y bancos4. Pasaban los días y los dos principales conflictos seguían activos ante la intranquilidad del gobernador que se reunía con unos y otros, cedían en algunos puntos los patronos (Ajuria se prestaba a un aumento de 1´50 pesetas), mientras el ejército reforzaba la seguridad en la misma5 y los trabajadores mantenían sus reivindicaciones. El gobernador se veía impotente, acusaba a los trabajadores de no buscar la concordia y el día 18 remitía un telegrama al ministro solicitándole un delegado para buscar una salida6. El día 22 penaban en la cárcel dos comités de huelga de la empresa Eguinoa (los cuarteles) el 23 se reunían los huelguistas7 convocados por el Sindicato Único de CNT y acordaban mantener el conflicto e implicar al ayuntamiento y a la junta de la Caja de Ahorros (propietaria de las obras de los cuarteles) para que el aumento de jornales se materializara, de no lograr la implicación «proponer a los mismos obreros a comprometerse a terminar la obra con los mismos jornales actuales hasta la terminación. Distribuyendo luego entre todos el importe que se haya economizado»8. El periódico Heraldo Alavés9, añadía algunos detalles sobre la asamblea del 23: contó con la presencia del concejal Teófilo Martínez en representación del Gobernador y con los dos comités de huelga (excarcelados para la ocasión) y destacó sobre manera la intervención de Daniel Orille.
La postura de la CNT quedaba fijada en un escrito publicado en Solidaridad Obrera (24-5-1931) titulado «A los trabajadores» firmada por la Comisión de huelga, fechado en Vitoria, mayo de 1931. Aseguraban que en Vitoria ha surgido la rebeldía. Tras un crudo invierno, los obreros de la construcción empleados en las obras de los antiguos cuarteles, movidos por la necesidad, han formulado una petición de mejoras económicas, la han presentado a la patronal y por toda repuesta se han encontrado con una llamada del Gobernador instándoles a que se presente en su despacho. El Gobernador les señala que no parece lógico que tras permanecer ocho años callados comiencen a moverse con la proclamación de la República, además les pidió calma. La Comisión entiende que exigen lo justo, recuerda que ya llevan tiempo moviéndose y que los trabajadores ayudaron mucho a que la República triunfase.
El conflicto de los cuarteles va a suponer en la práctica el enfrentamiento de la CNT con los nuevos gobernantes que, pronto, demasiado pronto, olvidaron lo que los cenetistas tenían muy claro: la República había llegado sobre todo por la acción de los confederales. El poncio tenía flaca memoria. El conflicto no cesó de radicalizarse porque tanto la CNT como las autoridades lo entendieron como un pulso decisivo, en el que ninguna de las dos partes estaba dispuesta a ceder y lo cierto es que con el paso de los días se impuso la represión.
Por otro lado, el segundo conflicto, el de la casa Ajuria10, seguía su curso; la empresa decía querer negociar, pero sobre la base de no abonar los días de huelga, y en los trabajadores se notaba cierto cansancio sobre todo entre los de mayor edad, y celebrada una asamblea de huelguistas en el Frontón el día 27, se dio por bueno el acuerdo alcanzado por ambas partes que sin significar un triunfo para unos u otros, dejaba satisfechos a los más: no se pagarán los días de huelga, trabajo a prima facultativo, aumento de los jornales (hasta 7´50 pesetas diarias a los peones como mínimo, con aumento de 1´50, o sea, un 25 por ciento), accidentes de trabajo (según la ley), la empresa cotizará a la sociedad de enfermos de la fábrica lo mismo que los obreros, supresión de las multas, no habrá despidos (caso de ser necesarios, se harán por antigüedad y se utilizará el mismo criterio para los reingresos) y tres pesetas por jornadas nocturnas11. Este conflicto tuvo una visibilidad pública mayor, ya que la empresa y la comisión de huelga de los trabajadores se cruzaron comunicados en el diario Heraldo Alavés.
Tan atractivo aumento de salarios en la más importante empresa, evidentemente animó a otras empresas a plantear reivindicaciones, fundamentalmente salariales. A lo largo de junio la conflictividad social arreció: Sierras Alavesas, fábrica de Hebillas de Juan Alonso, tintorería Villanueva, Armentia y Corres, Dublang, Cortaza, Domingo Echevarría, obreros carboneros de la Sociedad Cooperativa Cívico Militar, obreros carreteros, etc. que sirvieron para mejorar la situación de los obreros12.
El conflicto de la construcción (cuarteles-Caja de Ahorros) seguía sin solucionarse tras cuarenta días de huelga firmemente mantenida por los 300 trabajadores, pese a las intromisiones del Gobernador13 que ordenó se permitiera la entrada a los que desearan trabajar: entraron cien pero permanecieron en huelga de brazos caídos y el ejército los desalojó entre las protestas de la CNT por el comportamiento del Gobernador (le pidieron que detuviera al patrón y dieron al empresario un ultimátum de doce horas para solucionar la huelga, declinando en él toda responsabilidad por lo que pudiera ocurrir en caso de no acceder). El gobernador ordena el encarcelamiento del comité de huelga y de otros elementos destacados en el conflicto. Fracasada la entrevista con la patronal, muchos trabajadores se posesionaron de las obras ante lo cual el Gobernador les dio de plazo hasta las cinco de la tarde del día ocho antes de proceder a su desalojo, hora a la que comenzó a arder el andamiaje, intervinieron la fuerza pública y los bomberos, la primera con contundencia disolviendo grupos y alguna luna de escaparate pagó la tensión. El Gobernador multó al empresario y al no satisfacer la multa, lo encarceló, mientras las obras eran vigiladas por el ejército. El conflicto tenía superado al Gobernador, deseoso de marcarse un éxito, pero incapaz de conseguirlo, así que era el turno del Ministerio de Trabajo14 que efectivamente desplazó a Vitoria al delegado de trabajo señor Valeri… El asunto resulta oscuro: por un lado se afirma que han sido liberados varios miembros del comité de huelga, por otros se procesa sin fianza a otros, y por otro se dice que el delegado abandona la ciudad «disgustadísimo» porque los huelguistas rechazaron su mediación y ha declarado que la huelga es ilegal, que quien no se incorpore al trabajo antes del día 23 quedará despedido y que se ha retirado la oferta de la patronal (aumento de 0´25 pesetas en los sueldos). Se detiene a varios huelguistas y se apalea a un esquirol.15 El diario ABC16 comunicaba que por disposición del delegado de trabajo, venido de Madrid, han sido despedidos 300 obreros de las obras de los cuarteles.
A estas alturas del conflicto Isaac Puente publica un artículo en Solidaridad Obrera17 en el que denuncia que Eguinoa durante el régimen anterior contó con el apoyo del obispo Múgica y ahora con el de su íntimo amigo el Ministro de Trabajo, Largo Caballero.
En julio hubo otras huelgas: ebanistería hermanos Delgado, construcción de aljibes para la Campsa18, mientras persistía la de Eguinoa: una comisión de mujeres de huelguistas se entrevista con el gobernador mostrando su deplorable situación económica y solicita que interviniese en la solución del conflicto y el poncio les responde que, de acuerdo con el ministro, la solución pasaba por la formación de una comisión de los tres sindicatos existentes en Vitoria y junto con los patronos buscasen una solución19. Solución difícil considerando que el Gobernador estaba obligado a defender los comités paritarios propugnados por los socialistas, mientras los trabajadores, alineados mayoritariamente con la CNT, los rechazaban de plano. En el Ayuntamiento, menos obligados a guardar lealtades políticas a Largo Caballero, tratado el asunto fuera del orden del día, se convino en que no se vislumbraba una solución porque los trabajadores rechazaban los comités paritarios y los jurados mixtos20. Fue el ayuntamiento quien ayudó a resolver el asunto y acaeció el 15 de julio en reunión tenida en el consistorio a la que asistieron el alcalde accidental (Alfaro), representaciones de obreros y patronos y los periodistas. La reunión tenía garantizado el éxito porque previamente la asamblea del Sindicato Único había aceptado por aclamación las bases de acuerdo propuestas. El pacto se redactó en estos términos
«Reunidos bajo la presidencia del Alcalde los señores Daniel Orille, José García, Ricardo López de Calle y Tomás Laorden en representación de los obreros en huelga de las obras de los cuarteles y del Sindicato Único, y el señor don Jesús Guinea en representación de los señores Eguinoa hermanos, contratistas de las obras, acuerdan reanudar el trabajo de acuerdo con las siguientes bases:
1-Será aumentado el jornal de los peones en una peseta y de los carpinteros en 0’50 pesetas, sobre los jornales que disfrutaban al producirse el paro. El Jornal de los pinches será de cinco pesetas.
2-El comité de huelga acepta la oferta de la Caja de Ahorros Municipal de 7.000 pesetas, para atender a las necesidades más perentorias que existen entre los obreros por el paro tan prolongado, cuyo reparto se hará a propuesta de los mismos obreros.
3-Los obreros de la obra elegirán los delegados que, de acuerdo con los encargados y la dirección, procederán a la admisión y despido de los obreros que no cumplan con su cometido, así como a la clasificación de categorías dentro de cada profesión. Las distintas agrupaciones obreras tendrán sus representantes en estos delegados.
4-Todos los obreros que no se hayan presentado en la obra el lunes 27 de los corrientes, a las ocho de la mañana perderán los derechos de obreros de la obra.
5-El trabajo se reanudará el viernes 17 de julio, a las ocho de la mañana»21.
Había quedado claro que el Sindicato Único era el representante genuino de los trabajadores.
Evidentemente se tenía miedo a la CNT: el día 25 de julio el Gobernador rechaza la petición del Sindicato Único para celebrar un mitin de orientación sindical22. A fines de mes la acción directa sube de tono: se asalta (unos cincuenta jóvenes) un comercio de ultramarinos propiedad del concejal Julián Zárate con la intención de que se tome conciencia del problema del paro (un periódico local matizaba: no hablemos de saqueo porque se devolvió lo robado), ante lo cual el gobernador llama a la Junta directiva del Sindicato Único y le advierte (daba por supuesto que el hecho obedecía a sugestiones de la misma) de que dispondrá la inmediata clausura del local y la detención de la Junta al menor intento de repetir actos de esta naturaleza. El Heraldo Alavés de Vitoria ofrecía la versión del Gobernador y la del alcalde; el primero lo interpretaba como un paso más en la estrategia global revolucionaria de CNT, el segundo destacaba la edad de los mismos de 18 a 22 y su malestar por sentirse sin trabajo y analizaba la conveniencia de ocuparlos en las obras municipales23.
A fines de año el pulso entre unos y otros se mantenía y ya era evidente que para los republicanos el enemigo no eran los amigos de la dictadura, sino la CNT. En octubre en Solidaridad Obrera24, Daniel Orille cuenta y describe una excursión cultural a San Vicente de la Sonsierra de afiliados de la CNT, venidos de Vitoria el 26 de septiembre: estando en un prado junto al río fueron rodeados, cacheados y expulsados por fuerzas de la guardia civil al mando de un teniente coronel y en presencia del gobernador civil de Logroño, detenidos cuatro compañeros y llevados a pie a la cárcel de Haro. Orille protesta airadamente contra el gobernador y el alcalde.
Desde fines de octubre se complica la situación. El asunto de los parados25 adquiere más y más importancia y de nuevo con el recurrente tema de las obras de los cuarteles al fondo. La prensa nacional (ABC, La Vanguardia) se hizo eco26 «con motivo de verse obligado el contratista de los viejos cuarteles a despedir a setenta obreros entre peones y oficiales, medida que los mismos obreros consideran necesaria», una comisión estuvo en la Alcaldía rogando al alcalde que vea la manera de hallarles colocación, mientras varios de los obreros despedidos entraron al trabajo, negándose a abandonarlo. Los incidentes con los parados fueron a más27 al igual que los conflictos laborales: huelgas de carboneros y ramo del transporte28 aparentemente sin mucha enjundia, pero que iban a llevar a la famosa huelga general de diciembre al coincidir con el despido de obreros de la construcción por el ayuntamiento. El 22 de octubre de 1931 Heraldo Alavés informa de que se acaba de fundar en Vitoria SOV (Solidaridad de Obreros Vascos, la actual ELA-STV). El nuevo sindicato que aspiraba esencialmente a representar a los técnicos y a los obreros genéticamente vascos, se especializará en los años siguientes en romper huelgas convocadas por CNT.
Los conflictos en el ramo de la construcción eran una constante y, a diferencia de lo que ocurría en otros ramos, con frecuente sintonía entre UGT y CNT. A fines de octubre huelga el sector, por poco tiempo porque el día 23 se soluciona el conflicto con la firma de unas nuevas bases en el despacho del Gobernador29. El dos de noviembre estalla una huelga inopinada de los obreros de los cuarteles, solucionada al día siguiente30. El día cuatro la CNT repartía una hoja clandestina que acarreó una multa al presidente y secretario del sindicato, más que por lo que decía por no haberlo comunicado al Gobernador.
En noviembre se acumulan las noticias tanto en los periódicos de empresa como en la prensa propia. Los artículos de Solidaridad Obrera31 son especialmente significativos para conocer lo que los confederales pensaban, cuáles sus inquietudes, cuál su modo de actuar, por qué se comportaban así y de qué modo se movilizaban los trabajadores, y corren generalmente a cuenta de Daniel Orille.
Son escritos muy reveladores para conocer lo que pretendía fundamentalmente la CNT: como objetivo último la revolución, como fines a corto plazo: terminar con los abusos de clero y reaccionarios, dotar a cada trabajador de un puesto de trabajo (es subrayable que el Sindicato Único no está por la limosna, ni por el subsidio, está por el trabajo porque como se decía en sus asambleas: tenemos brazos para trabajar), exigir que sus maneras sindicales se reconocieran (la acción directa) de donde su rechazo frontal a los comités paritarios sostenidos por la UGT y las otras fuerzas sindicales.
Escribe Orille que los trabajadores se reúnen y solicitan unas bases centradas en el aumento de jornal, si lo logran se desentienden del sindicato, si el patrón se muestra reacio se afilian al sindicato y delegan en el mismo. Orille que no era un sindicalista a secas entiende que la postura de los afectados debe modificarse absolutamente: deben moverse porque de lo que se trata es de preparar la revolución, nuestra revolución, la del pueblo y para el pueblo, no simplemente de llenar el estómago32. Reconoce que la CNT declara muchos conflictos contra los deseos de las autoridades, pero entiende que siempre alega razones de peso y que el poder republicano en muchas ocasiones sigue directrices de la época dictatorial. Lo ilustra con lo sucedido en el Hospital Civil: por un lado el enfermero Luis Illera trata de que se organice el gremio para mejorar sus condiciones de trabajo con este resultado: sancionado por no arrodillarse ante una imagen de Cristo, y por último despedido33, por otro lado expone la protesta de un grupo de enfermeros a los que se descuenta de sus magros sueldos, una parte para el servicio de previsión a la maternidad, que en realidad, se dedica a mantener a la antigua burocracia34.
En otro terreno el Gobernador está empeñado en imponer los comités paritarios y exigir los nombre de las Juntas y hasta las listas de afiliados. Sobrevaloraba sus fuerzas, también las de la UGT y minusvaloraba lo que exponía Orille35 en el vocero confederal: el Gobernador pretende que traguemos los comités paritarios, la CNT no lo hará porque sería hacer dejación de sus principios.
El paro era la principal preocupación de la CNT y para combatirlo estaba dispuesta a utilizar toda su fuerza. Los sindicatos reformistas y sumisos a la patronal (siempre deudoras del paternalismo, de la caridad y la subvención) interpretaban la firmeza de la CNT como una amenaza física y de acuerdo con las autoridades denunciaban el uso de la coacción y se agarraban a la famosa libertad de trabajo. Pasaban del principio de la solidaridad. Es obvio que cuando se convoca una huelga, se pretende que todos los que se van a beneficiar de ella (ninguno cuando se consigue un beneficio pide renunciar al mismo) la secunden, pero ya es sabido que la solidaridad, el apoyo mutuo no está en todas las cabezas y siempre hay quien espera que la manzana caída del árbol, porque otros lo han movido, vaya a esconderse en su mano. No piensan en los parados, ni en los más explotados. La CNT, sí. Que en ocasiones se coaccionaba, sin duda. También sin duda coaccionaba el empresario y más aún la autoridad política que encarcelaba gubernativamente (o sea a su antojo) a todos los que no se arrodillaban, abría y cerraba las sedes del sindicato a su albur y multaba por esto y por aquello.
La CNT vitoriana en este terreno se planteaba la solución del problema en dos direcciones: por un lado el Comité de la CNT36 abogaba por emplear medidas más eficaces para alcanzar la jornada de seis horas (aprobada en el congreso de la AIT), única manera real de acabar con el paro. Por otro Orille37, aplicándolo a un conflicto con el ayuntamiento, recordaba que el Sindicato Único tenía el acuerdo para acabar con la actual crisis de trabajo de repartirlo: si en un taller, obra o tajo hay despidos por falta de trabajo, los tales no se produzcan y los demás rebajen su jornada incluso hasta cuatro días. Orille señala que el caso de despido se dio (afectó a ocho personas) y la alternativa del Sindicato Único se aplicó, pero llegó la policía, condujo al grupo a la comisaria, se les interrogó: uno aceptó no volver al tajo y quedó libre, los otros siete insistieron en volver y quedaron encarcelados. Planteada la amenaza de huelga, fueron liberados.
Curiosamente la UGT se subía a las nubes y acusaba a la CNT de quitar dinero a los trabajadores en vez de al burgués. Veía mal que entre los trabajadores se diera la verdadera solidaridad. La UGT que se había pasado toda la Dictadura acunada por el dictador, ahora salía, de boquilla, dispuesta a golpear a la burguesía. En realidad ni acosaban al burgués ni defendían al obrero y, salvo excepciones puntuales, el periodo republicano lo pasó practicando el esquirolaje, forzado por su dependencia de los políticos socialistas.
Así estaban las cosas al acabar noviembre: una CNT dispuesto a defender su esencia y los derechos de los obreros, un Gobernador dispuesto a imponer su autoridad, pero con algún escrupulillo quizás recordando que la proclamación de la República que le había proporcionado su cargo de Gobernador tal vez no se hubiera producido sin el empuje de estos que ahora se mostraban díscolos.
Entre junio y noviembre el Libro registro de detenidos y procesados de la cárcel de Vitoria nos cuenta que por ella pasaron (presos gubernativos, acusados de sedición, de atentados, de desórdenes públicos…) un buen número de inquietos: Pedro Ignacio Aizpuru, Saturnino Allende Sancho, Francisco Apellániz Sagastuy, Juan Bautista Apilánez Mato, José Apodaca Palacios, José Campos González, Antonio Cantarino Bengoechea, Casimiro Cerrajería Larraiz , José Concha Sáez , Cipriano Díaz de Espada González de Mendívil, Manuel Espinosa, Gregorio Fernández Peñafiel, Juan Gutiérrez Barajas, Exuperio Hernández Pérez, Eduardo Irigoyen, Ricardo Lafuente Álava, Manuel Leguina Maza, Dionisio López Fernández, Antonio Luján Argote, José Manzanares Calvo, Sixto Ochoa Molet, Esteban Oliveros Fernández, Félix Pérez Peñarroya, Hermenegildo Pérez Peñarroya, Sebastián Pérez Peñarroya, Ruperto Rioja Fernández, Rafael San Pedro Murguía, Fructuoso Urraca y José Viribay Bañares.
Miguel Íñiguez y Juan Gómez Perín
1 La Libertad, 8-5-1931 indica que sigue la lucha en las obras de los antiguos cuarteles y que la comisión de huelga (integrada por Juan Luna, Félix Ruiz, Ricardo López de Calle y Alberto Alonso) ha rechazado reunirse con la patronal en el despacho del gobernador. Las noticias sobre este conflicto se repiten en La Libertad, 29-5-1931, 6-6-1931, 8-7-1931, 15-7-1931, 16-7-1931 (informa del fin de la huelga).
2 La Vanguardia, 6-5-1931, 7-5-1931, 8-5-1931, 9-5-1931, 10-5-1931, 12-5-1931. ABC, 10-5-1931.
3 En La Libertad, 8-5-1931, se lee que hoy habrá huelga en Ajuria tal como se acordó ayer en el Sindicato Único por no haber alcanzado un acuerdo con el patrón e insertaba las reivindicaciones: abolición de primas y destajos, aumento de un cincuenta por ciento en los jornales, jornal mínimo de ocho pesetas, jornal íntegro en caso de accidente laboral y medio en caso de enfermedad, higienización de las instalaciones, supresión de multas, rechazo de despidos incluso en caso de crisis de trabajo (en este caso se reducirá la jornada y si no hubiera más remedio, se basarán en la antigüedad, no se podrá contratar a nadie nuevo hasta que los despedidos no hayan sido recolocados), un trabajador por máquina, reconocimiento de delegados de taller de los distintos sindicatos, más sueldo a los obreros de fundición en horario nocturno, se entrará a las dos de la tarde.
4 La Vanguardia, 13-5-1931.
5 La Vanguardia, 17-5-1931.
6 La Vanguardia, 20-5-1931.
7 En La Libertad, 13-5-1931. En carta al periódico de la comisión de huelga (constituida por Félix Ruiz, Alberto Alonso, Ricardo Lopez de Calle y Juan Luna) se insertan las bases de trabajo solicitadas por los trabajadores:
1. Los obreros peones percibirán un salario mínimo de 8,50 pesetas.
2. Los oficiales carpinteros de 12 pesetas en adelante.
3. Los pinches un mínimo de 6 pesetas.
4. En caso de lluvia y una vez empezado el trabajo se abonará el jornal íntegro del día, empleando a los obreros en sitio cubierto.
5. No se alterará la jornada legal de ocho horas.
6. En caso de despido se darán ocho días de antelación para buscar trabajo, abonándose dos horas diarias.
7. Se reconocerán dos días festivos al año: 1 de Mayo y otro designado por los patronos.
8. Se cumplirá la ley del descanso dominical y demás leyes reguladoras del trabajo.
9. No se trabajarán horas extraordinarias, salvo casos excepcionales.
10. En caso de accidente de trabajo se abonará el jornal íntegro Incluyendo los domingos.
11. Se abonará por el desgaste de herramienta 35 pesetas anuales con pago mensual, etc.
También en ese ejemplar pueden verse los intentos, sin éxito, de los comités paritarios para intervenir.
8 La Vanguardia, 24-5-1931, 25-5-1931, 26-5-1931.
9 Heraldo Alavés, 16-5-1931, 22-5-1931 y 23-5-1931.
10 La Libertad, 13-5-1931. La Agrupación Socialista de Vitoria denuncia que un digno componente de la misma y de la UGT, José Bagazgoitia, por plantear o discutir lo que a su juicio ha creído pertinente en lo que se refiere al pleito planteado en la Casa Ajuria S.A. fue tratado sin consideración alguna por los que tienen el deber de oír sin pasión.
11 Heraldo Alavés (18-5-1931, 19-5-1931, 21-5-1931, 22-5-1931, 23-5-1931, y 27-5-1931). La Vanguardia, 25-5-1931, 28-5-1931. La comisión de huelga estaba constituida por Valentín García, Abundio Pérez, José Paumero, Sebastián Lacha, Martín Azpiazu y Ángel Jaime Santamaría.
12 La Libertad, 5-6-1931. La Vanguardia, 7-6-1931. ABC, 7-6-1931, 9-6-1931, 17-6-1931, 20-6-1931. En buena parte de los conflictos el gobernador Martínez de Aragón quiso ejercer de protagonista llamando a su despacho a patronos y siempre con la intención de que los conflictos se resolvieran a través de los comités paritarios, mediación rechazada radicalmente por CNT.
13 ABC, 9-6-1931. La Vanguardia, 9-6-1931, 10-6-1931. Heraldo Alavés, 9-6-1931.
14 La Vanguardia, 12-6-1931, 17-6-1931. ABC, 13-6-1931, 14-6-1931, 17-6-193, 20-6-1931. Heraldo Alavés, 9-6-1931, 16-6-1931, 18-6-1931.
15 Heraldo Alavés, 18-6-1931.
16 ABC, 25-6-1936. También los comunistas se interesaron por el conflicto: La Bandera Roja (Bilbao, 4-7-1931), insertaba un artículo firmado en Vitoria a 24 de junio por C. Marín, que lo resumía así: 56 días ya en pro de reivindicaciones económicas, cerrazón de la patronal, intromisión del gobierno (social-fascista) intentando imponer los comités paritarios.
17 Solidaridad Obrera, 23-6-1931, artículo titulado «Una actuación del Ministro de Trabajo».
18 La Vanguardia, 7-7-1931.
19 La Vanguardia, 10-7-1931, 14-7-1931.
20 Heraldo Alavés, 1-7-1931.
21 La Libertad, 16-7-1931. En el mismo periódico, 14-7-1931, una reunión de patronal y comité de huelga (Orille, García, López de Calle y Laorden) en el ayuntamiento supuso un decisivo acercamiento. Más o menos lo mismo en Heraldo Alavés, 14-7-1932, que destacaba que los Eguinoa ofrecían más de lo acordado con el delegado del ministerio y con los comités paritarios.
22 La Vanguardia, 26-7-1931.
23 Heraldo Alavés, 31-7-1931. La Vanguardia, 1-8-1931. ABC, 2-8-1931.
24 Solidaridad Obrera, 6-10-1931, artículo titulado «Para la historia de la República». En La Libertad, 29-9-1931, 1-10-1931, se habla del mismo asunto y se inserta la protesta enviada por Valentín García al Ministro de Gobernación.
Heraldo Alavés, 28-9-1931. Copada una partida armada de 150 comunistas en San Vicente de la Sonsierra, detenidos todos por el gobernador, dieron vivas al jaimismo, pretendían sublevar a la comarca. Heraldo Alavés, 30-9-1931, publica respuesta al caso San Vicente firmada por Gregorio F. de Luco, tesorero del Sindicato de la Madera de CNT, que se dirige más contra La Libertad (por no publicar la aclaración) que contra Heraldo Alavés.
25 Que la crisis de trabajo (paro obrero) en la ciudad no era un subterfugio sindical, sino una realidad duradera lo confirman noticias publicadas en Solidaridad Obrera. En el número de 23-12-1931 se advierte a los compañeros metalúrgicos de CNT en paro que no vengan a Vitoria, afectada por aguda crisis en el sector (muchos compañeros se encuentran con jornada reducida) y no se podrá aplicar la solidaridad… el que venga deberá hacerlo provisto de papeles: carné, cotizaciones y baja del sindicato de origen. En el número de 28-7-1934 el Sindicato de Alimentación, con la firma de su secretario Simeón García, pide a los compañeros camareros que pensaban venir a Vitoria durante las fiestas de agosto, desistan de hacerlo por no haber trabajo. Se exceptúa a aquellos que tengan plaza de años anteriores.
26 La Vanguardia, 6-10-1931. ABC, 7-10-1931.
27 ABC, 22-10-1931, 20-11-1931.
28 ABC, 24-11-1931.
29 Heraldo Alavés, 23-10-1931. La representación obrera estaba constituida por Santos Ibáñez, Andrés García, Jose Graña Uría y Vidal Gorostiaga Uría.
30 Heraldo Alavés, 2-11-1931, 3-11-1931.
31 Solidaridad Obrera, 14-11-1931, 17-11-1931, 18-11-1931, 25-11-1931, 26-11-1932, 3 -12-1931.
32 Solidaridad Obrera, 14-11-1931.
33 Solidaridad Obrera, 17-11-1931.
34 Solidaridad Obrera, 18-11-1931.
35 Solidaridad Obrera, 25-11-1931.
36 Solidaridad Obrera, 26-11-1931.
37 Solidaridad Obrera, 26-11-1931.
– Transcripción del texto de Solidaridad Obrera del 23 de junio de 1931:
UNA ACTUACIÓN DEL MINISTRO DE TRABAJO
En Vitoria hay planteada una huelga muy importante, en las obras llamadas de los viejos cuarteles, desde primeros de mayo, y que afecta a unos centenares de obreros. El conflicto está planteado al margen del Sindicato, pero con su apoyo moral, y estos días se ha decidido ya que el Sindicato se haga cargo del mismo.
El contratista de las obras es el señor Eguinoa, de Pamplona, íntimo amigo de Largo Caballero. El gobernador ha tratado de poner de acuerdo a patrono y obreros, llamándolos a su despacho. Pero el desvío y desahogo del patrono fué tal, que se negó siempre a parlamentar con sus obreros, y por ello hubo de ser obligado por el gobernador a residir en Vitoria, y por faltar a la convocatoria le impuso una multa de 250 pesetas. Valido de su influencia con el ministro del Trabajo, consiguió hacer notar su valimiento en las alturas del Poder, y el gobernador recibió órdenes concretas y el aviso de que le condonara la multa.
El gobernador no consintió en ello, y pasado el tiempo sin hacerla efectiva, y como por aquellos días los obreros se posesionaron de las obras en huelga de brazos caídos, y al ser desalojados por la fuerza, dieron fuego a unas maderas de la obra, surgiendo con tal motivo un pequeño alboroto, dispuso la detención de la Comisión de huelga, y para no parecer mal, dispuso también la del patrono. Entonces fué cuando éste hizo valer su intimidad con el ministro de Trabajo y vino a Vitoria un delegado encargado de solucionar el conflicto. Después de dos días de visiteo la solución encontrada por esta astilla del Ministerio de Trabajo donde aún perdura la mentalidad dictatorial, fué declarar ilegal el conflicto y darlo por solucionado, imponiendo la vuelta al trabajo con las mismas bases que lo dejaron, y asegurando que haría respetar la «libertad de trabajo».
El conflicto, como es de suponer y no obstante la traición de los socialistas que aconsejaban la vuelta al trabajo, ha entrado en una fase más aguda, en la que ya no puede esperarse ninguna solución provechosa. No obstante los tres días transcurridos, los obreros mantienen erguida su moral, dispuestos a resistir los embates del hambre. Los esquiroles han acudido en número exiguo, y los trabajos pese a la protección armada, no han podido ser reanudados.
He aquí como trata a sus amigos y a sus compinches reaccionarios y ex upetistas, este flamante ministro de Trabajo, que tiene odio dictatorial a los sindicalistas.
Como detalle de la catadura del contratista Eguinoa, conviene recordar el favor que disfrutaba de las últimas dictaduras borbónicas, y el modo sucio y sonado que empleó para quedarse con la contrata. Como entonces se puso en claro, la recomendación que hizo decidir a los munícipes para otorgársela al Eguinoa, no obstante otras proposiciones más ventajosas, fué la del obispo Múgica, expulsado de España por su reaccionarismo exaltado.
I. PUENTE
– Transcripción del texto de Solidaridad Obrera del 6 de octubre de 1931:
Vitoria
PARA LA HISTORIA DE LA REPÚBLICA
La Prensa del Norte, y supongo que alguna de Madrid también, ha publicado una noticia tendenciosa carente de realidad, dada por la oficina de prensa del Ministerio de Gobernación, sobre unos hechos «ocurridos», sobre un «complot» de comunistas y jaimistas que el sábado, día 26 del pasado mes, en el pueblo de San Vicente de la Sonsierra, y al grito de «¡Viva don Jaime!», preparaban la sublevación de los pueblos inmediatos.
Hasta aquí la nota oficiosa; pero la realidad es muy otra.
Los hechos son éstos, sin poner ni quitar punto ni coma.
Organizada por el Sindicato Único de Trabajadores de vitoria, se celebró, en dicho día y en dicho pueblo, una excursión de carácter cultural, a las dos y media de la tarde, hallándonos reunidos todos los excursionistas en la pradera a la orilla del río y a larga distancia del pueblo, fuimos sorprendidos por un gran número de guardias, al mando de un teniente coronel.
En presencia del propio gobernador de Logroño, rodeado de ocho agentes de la policía secreta, fuimos cacheados y arrojados violentamente del campo, no quedando por registrar en el campo, después de nuestra expulsión, piedras, matas ni papeles que no fueran levantados, por ver si se encontraba algo, sin que el cacheo diera el fruto apetecido.
He de hacer constar que del cacheo no se libraron ni las mujeres, y una, porque protestó de tal injusticia, recibió un culatazo en el pecho que la hizo rodar por tierra. Sin causas que lo justifiquen, pues que no hubo gritos ni alteración del orden, sufrimos dos cargas, con sus correspondientes sablazos, amén de algunas bofetadas repartidas, acompañadas de infamantes palabras. Aún cuando no dieran resultado alguno los cacheos llevados a cabo, fueron detenidos cuatro compañeros y conducidos a pie por la carretera hasta la cárcel del pueblo de Haro, distante unos seis kilómetros. Preciso es hacer constar que la excursión partió de Vitoria el domingo, a las siete y cuarto de la mañana, y que todos sus componentes eran afiliados al Sindicato, sin ideología determinada unos, y anarquistas otros. Esta es la verdad; toda la verdad.
Ahora permítaseme los comentarios:
Ciudadano gobernador, digno émulo de los fatídicos gobernadores Bastos y Anguera de Sojo, gobernador truculento, ¿te atreves a descender del alto puesto que inmerecidamente ocupas y discutir con un hombre, que como tal es tanto como tú y como revolucionario mucho más? ¿Sí? Pues escucha: ¿con qué derecho te crees tú para impedir que en la provincia que desgobiernas no se celebren giras culturales? ¿Qué delito cometieron los hombres que llevaste por carretera mientras tú ibas en el auto que te paga el pueblo? ¿Qué órdenes diste a ese cuerpo «benemérito»? ¿Por qué mandaste todo aquel ejército y qué causas o motivos había para ello? ¿Tú eres un gobernador de la República? ¿Tú eres demócrata? ¿Tú eres liberal? ¡No! Tú eres un sátrapa, que si el ministro de la Puerta del Sol no fuera el hijo del asesino de Francisco Ferrer, no fuera un jesuíta disfrazado de persona, tiempo ha que no estarías tú perturbando la vida del pueblo de Logroño.
Poco soy y poco valgo, pero te prometo que he de hacer cuanto de mi parte esté para que figures en las filas de ese «célebre» general, matador de casas y vencedor de los jamones de casa de Cornelio, Ruiz Trillo.
A tí, alcalde actual de San Vicente, nada me extrañó tu actitud canallesca y cobarde, después de saber que te ofreciste rastreramente a ocupar el puesto de un hombre digno que fué expulsado del cargo que ocupaba por no someterse a la tiranía de la clerigalla, por saber ser republicano.
¿Recuerdas? Soy yo, el que te visitó por la mañana, instándote a que retiraras la fuerza, que su sola presencia era una provocación, respondiéndote con mi cabeza del orden. ¿Por qué no lo hiciste? Y a la tarde, cuando fuí a buscarte al café, mientras en la pradera se estaba cometiendo el mayor y más inicuo atentado a la libertad, ¿por qué no viniste conmigo a imponer tu autoridad? ¿Por qué pediste fuerza, cuando tú sabes que no hacía falta? ¿No te atreves a decirlo? Lo diré yo.
¿Te atreverás, tú y tu compinche el poncio, a sostener entre los hombres nobles y honrados toda esa cantidad de patrañas y calumnias? Sí, quizá sí; gozando de la impunidad que brinda la República a todos los revolucionarios de camerino. Pero si en España brillara la justicia, si no fuera ésta una República de coronas y coronillas, seríais destituídos, procesados y castigados como merece tal felonía. Pero como esto no ha de ocurriros, seguiréis ocupando los puestos que inmerecidamente ostentáis; por algo sois a imagen y semejanza de esos fatídicos y truculentos ministro de Gobernación y Director general de Seguridad.
Pero no cantéis albricias. Si la justicia histórica no os hiciera nada, la justicia popular os tendrá en cuenta, pues ya está tocando a su fin la paciencia del pueblo, y un día, no lejano, cansados de aguantar tanta injusticia, opresión y tiranía, levantará su nervudo brazo y, de un solo golpe, deshará a todos sus viles y cobardes verdugos.
Por hoy, nada más.
Se despide vuestro irreconciliable enemigo, políticamente hablando, – Daniel Orille.
Vitoria, septiembre.
Nota. – Ruego a la Prensa, si tiene pundonor y vergüenza, que insertó y comentó la espanpanante «noticia», que, en prueba de imparcialidad, inserte estas mal hilvanadas líneas.
– Transcripción del estracto de texto de Solidaridad Obrera del 14 de noviembre de 1931:
(…)¿No creéis, queridos compañeros, que esta labor es más positiva que la de arrancar a la burguesía un real más como productores, cuando ella nos quitará 50 céntimos como consumidores? ¿Lo creéis así? Pues manos a la obra. No nos entretengamos en nimiedades, no ahoguemos nuestro organismo en luchas estériles, no demos más vueltas en ese círculo vicioso, no hagamos más hombres que solo piensan en el estómago. ¡Hagamos hombres en las organizaciones, hombres conscientes, hombres libres, hombres capaces!
Preparemos la revolución, nuestra revolución. La revolución del pueblo y para el pueblo.
Daniel Orille
– Transcripción del estracto de texto de Solidaridad Obrera del 26 de noviembre de 1931:
Vitoria
LA F. D. DE SINDICATO ÚNICOS ABOGA POR LA JORNADA DE SEIS HORAS
Por repercusiones de la crisis mundial, por el retraimiento del capital y por la simulación de crisis de trabajo, la desocupación de los obreros aumenta de día en día. Son ya innumerables los sintrabajo, los rechazados por el régimen capitalista, condenados al hambre, a la miseria y a la desesperación. El Gobierno republicano socialista no atina con otras soluciones que el limosneo, el reparto de unas pesetas que nada remedian, y el aumento de la Policía y de la Guardia civil, a fin de masacrar al sintrabajo que pretenda manifestarse en la calle.(…)