La reforma de la negociación colectiva aprobada por el gobierno, pendiente aún de modificaciones en el Parlamento, dibuja un escenario de nuevas agresiones contra los derechos de la clase trabajadora, dirigidas a que las consecuencias de la crisis capitalista la paguen trabajadores y trabajadoras mediante el empeoramiento continuado de las condiciones de trabajo (reducciones salariales, aumentos de jornada laboral y de su distribución irregular, etc.).
Bajo la excusa de mejorar la adaptación de las empresas en situaciones de crisis, y con el chantaje de cinco millones de parados y paradas, se permite que los convenios de empresa empeoren las condiciones de trabajo establecidas de los convenios sectoriales.
Además, se faculta a las comisiones paritarias para adaptar y modificar el convenio durante su vigencia, a la vez que se facilitan los mecanismos de descuelgue de las empresas, reduciendo en la práctica el valor del convenio como acuerdo que rige las condiciones de trabajo.
Se impone así mismo el arbitraje, de forma prácticamente obligatoria, como fórmula para eliminar la conflictividad social dando una nueva vuelta de tuerca contra la libertad sindical y la capacidad de los sindicatos y de los trabajadores de hacer avanzar sus derechos mediante la movilización y la lucha, algo contra lo que deberemos pelear especialmente desde el sindicalismo de acción directa que representa la CNT.
De nuevo CCOO y UGT, al igual que hicieron con la reforma laboral o con el recorte de pensiones, se han embarcado en un proceso de negociación desde el secretismo y la aceptación de las premisas básicas de partida de patronal y gobierno, renunciando a romper la dinámica de pacto y negociación en que se han embarcado, y a la movilización de los trabajadores incluso después de rota las negociaciones.
En realidad esta reforma solo se puede plantear desde el gobierno y la patronal con el convencimiento de que el sindicalismo institucionalizado de CCOO y UGT jugará su papel cómplice, firmando los convenios de empresa y actuando en las comisiones de seguimiento, de forma favorable al empeoramiento de las condiciones de trabajo de la clase trabajadora, como ya viene siendo habitual.
A cambio se mantiene y avanza en el monopolio de CCOO-UGT como única opción sindical con posibilidades de acción plenas en el nuevo marco de relaciones laborales, incluso allí donde no tiene afiliación a través de la “legitimidad” obtenida a través de mecanismos perversos destinados a promover la pasividad, la delegación y la desmovilización de la clase trabajadora, como son las elecciones sindicales.
Frente a esto CNT debe continuar trabajando por la extensión de su modelo sindical como verdadera alternativa para, desde la acción directa, construir una herramienta de lucha útil a los trabajadores y trabajadoras.
A su vez, la gravedad de las políticas de agresión continúa a nuestros derechos, reforma tras reforma y recorte tras recorte, exige que seamos capaces de impulsar un proceso de movilización amplio trabajando desde la unidad de clase junto a aquellas organizaciones de trabajadores y trabajadoras que comparten el rechazo a estas agresiones y el rechazo a la política de pacto social y pasividad de CCOO y UGT.
Desde el 15 de mayo se ha desencadenado un escenario de movilización social sin precedentes desde el inicio de la crisis. Creemos que es necesario trasladar ese espíritu de movilización y participación asamblearia a los centros de trabajo, y trasladar las reivindicaciones sociales y económicas al centro del debate público en plazas y barrios.
Plantear en los próximos meses reivindicaciones comunes capaces de movilizar a los trabajadores y a los sectores más débiles de la sociedad y poner en pie un calendario de movilizaciones conjuntas que tenga en el horizonte una huelga general con capacidad de enfrentar las políticas contra la clase trabajadora y avanzando hacia una transformación radical de la sociedad, es el reto al que nos enfrentamos.
Secretariado Permanente del Comité Confederal – CNT