El 23 de Agosto se han cumplido 85 años del asesinato de los anarquistas Sacco y Vanzetti, bastantes años más tuvieron que pasar (50 nada más) para que el mismo Estado que los condenó reconociera el error de mandar a la silla eléctrica a un zapatero y un vendedor de pescado por unas acusaciones que nunca se demostraron.
El 23 de agosto de 1927 eran ejecutados en la silla eléctrica Bartolomeo Vanzetti y Nicola Sacco. Sobre ellos pesaba la acusación de atraco a mano armada y asesinato en primer grado. Las únicas pruebas con las que contaba la acusación era que ambos eran anarquistas de origen italiano que decidieron inmigrar a los Estados Unidos. Inmigrantes y anarquistas, su condena a muerte está ya dictada.
El 5 de mayo 1920 los dos fueron arrestados porque en sus gabardinas escondían propaganda anarquista. Tres días después serán acusados también de un robo en un barrio de Boston, pocas semanas antes de su arresto, en el cual habían sido asesinados a golpes de pistola dos hombres, el cajero de la fábrica de zapatos «Slater and Morrill» y un vigilante.
Después de tres juicios, los dos italianos fueron condenados a muerte a pesar de que contra de ellos no había ninguna prueba cierta. Además, la confesión del detenido puertorriqueño Celestino Madeiros admitía haber sido parte del robo y no haber nunca visto a Sacco y Vanzetti. De nada valieron las movilizaciones populares y de la prensa, la creación de comités para la liberación de los inocentes y las peticiones lanzadas desde Italia.
La base de la condena fueron el miedo y los prejuicios por parte de la policía, de los procuradores del distrito, de los jueces y del jurado, y también la firme voluntad de continuar una política de terror, sugerida por el ministro de justicia Palmer, para eliminar a quien osara poner en duda el sistema y hacer callar a quien osara alzar la cabeza frente a las injusticias.
Sus muertes desencadenaron múltiples protestas masivas en Nueva York, Londres, Ámsterdam y Tokyo, huelgas a través de Sudamérica y disturbios en París, Ginebra, Alemania y Johannesburgo…
VER DOCUMENTAL (en castellano)
Nuestra historia más cercana también alberga tristes episodios como los de Sacco y Vanzetti. El 17 de agosto de 1963 fueron ejecutados en la prisión de Carabanchel los anarquistas de las Juventudes Libertarias Joaquín Delgado y Francisco Granado acusados de la colocación de dos artefactos explosivos: uno en la Dirección General de la Policía de la dictadura y otra en la sede central del Sindicato franquista. Bombas que ambos jóvenes no colocaron como demuestra el testimonio de los verdaderos autores de aquellos atentados.
Durante el proceso sumarísimo que juzgó su caso, los jóvenes libertarios fueron acusados de planear un atentado contra el Jefe del Estado, Francisco Franco, y ejecutados mediante el garrote vil. La Historia tiene la extraña costumbre de repetirse.