Cuando se sacan de la manga “leyes de protección”, lo primero que sabemos es que alguien va a quedar desprotegido, que a alguien le van a zurrar de lo lindo, que a alguien le van a aplicar “todo el peso de la ley”. Los que van a quedar desprotegidos, curiosamente, suelen ser los que ya lo están.
También sabemos que se aplicará con doble o triple rasero. Según a quién y cómo. Como en las cajas de ahorro: seas cliente estafado o directivo estafador. Que se vayan preparando los de abajo, los pringaos, los buscavidas, los marginaos, los despistaos, los confusos, los no comulgantes, los bichos raros, la verdadera buena gente.
Cuando en 1931 la recién instaurada República vio que parte de la ciudadanía tenía la intención de usar la recobrada libertad de modo algo diferente (practicando lo que los promugadores decían que era: “una república social de trabajadores”) los jefes republicanos dijeron que no, que no era eso y se sacaron de la manga La Ley de Protección de la República, o sea, la antirrepública: cierres de periódicos por alterar la legalidad vigente, prisión gubermativa al que se movía, aplicación de la ley de vagos y maleantes al que se movía más. Una ley para defender la república que destruía la república.
Se repite el evento: ahora nos vienen con una ley en defensa de la ciudadanía, de la democracia que destruye la democracia y hace del ciudadado un súbdito, un ente al que el poder tiene el derecho de suprimirle sus derechos. Ya no quieren ciudadanos, quieren apacibles paseantes que se limiten a acudir a las manifestaciones que ordenen los que mandan, que se reunan cuando quieran los que mandan, que opinen cuando se les ordene y que ejerzan su libertad en la elección de la clasificación de la basura: urna para papel y cartón usados, urna para porquería de plástico, urna para desechos orgánicos…
Con todo no nos sorprendamos, muchos la recibirán con alegría porque llevamos treinta años dando por bueno lo que nos proponen desde arriba. Nos han comido el tarro. Ahora quieren que su triunfo figure con letras de molde. Pero es solo la inscripción de algo ya impuesto en las conciencias. Como diria un viejo amigo: nos han ganado por dentro. Han convencido a la supuesta existente ciudadanía de que las cosas se hacen por nuestro bien. Parte sustancial de la ciudadanía se ha convencido, está con el que manda. Sea el que sea. Muchos de los que van a convocar a la gente para que se manifieste contra ese proyecto de ley, son coautores de la misma. Se manifiestan porque aspiran a los sillones que ocupan otros, no a que desaparezcan los confortables y sedosos butacones, signos de la desigualdad.
Lo más llamativo, a primera vista, de lo que se nos viene encima es que se va a subrayar el aspecto económico. En otros siempos te metían en la carcel por decisión gubernativa, ahora lo que les mola es “robarte el dinero”. Se trata de acogotar con multas, de fundir los plomos y los ahorros del discrepante. Se trata de amenazar con prisión, pero sobre todo con sacarte los cuartos, que para parte notable del personal es más duro que sacarte las entrañas.
Ya sabemos lo que propone: no se puede insultar a la policía ni sacarles fotos aunque sean artísticas, no se puede presionar a políticos o empresarios, no es bueno que las vividoras del amor pululen por parques y calles a sus anchas, es desagradable que los amigos de la droga utilicen el taxi en vez del transporte público, pasear con capucha es poco estético, no es de buena educación concentrarse ante los chiringos del poder (parlamentos varios, tribunales, aeropuertos, centrales nucleares), el botellón duele a los vecinos y perjudica a la tabernas así que desterrémoslo de la calle, cortar la circulación con neumáticos si no están bien sujetos a los ejes del coche ensucia el paisaje, la poli se podra quedar con tu intrasferible DNI por si eres sospechoso de pecado, etc. etc. Te pueden meter hasta 600.000 eurillos, cien milloncejos de antes, por hacer el primo, por no comprender que lo que enumerado arriba es bueno para la ciudadanía.
Como siempre, la ciudadanía en abstracto. Los ciudadanos concretos hace tiempo que se vendieron por un plato de lentejas agusanadas y se convirtieron en consumidores, por cierto bastantes de ellos sin capacidad de compra.
Y mientras tanto a unos compañeros de la CNT de Logroño los quieren sepultar en las mazmorras, simplemente porque un gobernador teme que el movimiento libertario resurja en La Rioja. Al monterilla no le hace falta ley de protección ciudadana, con la suya le basta. Ver para no creer.