LA ‘MOCHILA AUSTRIACA’: ¿QUÉ ES Y PARA QUÉ SIRVE? – El Plural

  • Se llama así a un sistema de aseguramiento (o indemnización) del despido con el que las empresas aportan obligatoriamente cada mes una cierta cantidad a cuentas de ahorro individuales de cada uno de sus trabajadores.

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ALBERTO DEL POZO | Lun, 29 Mayo 2017 

¿Qué es la llamada “mochila austriaca”?

Se llama así a un sistema de aseguramiento (o indemnización) del despido con el que las empresas aportan obligatoriamente cada mes una cierta cantidad a cuentas de ahorro individuales de cada uno de sus trabajadores, que estos pueden rescatar cuando se produce su cese. La denominación de “mochila” obedece a que el importe de cada cuenta no se pierde si el trabajador se cambia de empresa de manera voluntaria, sino que le acompaña durante toda su vida laboral, aumentando la cuantía de su pensión cuando se jubile. Y se apellida “austriaca” porque fue en este país donde se implementó en 2003, tras un proceso de negociación y acuerdo entre los interlocutores sociales.

¿Cómo funciona?

No hay una única concreción del modelo; depende de si sustituye total o parcialmente al pago de una indemnización en el momento del despido (lo que existe ahora en España y la mayoría de países de la Unión Europea), de la cuantía de las aportaciones empresariales a las cuentas individuales o de los criterios que habilitan el uso de esos fondos.

A modo de ejemplo, en Austria el sistema sustituyó desde 2003 totalmente al sistema anterior, la contribución es del 1,53% del salario bruto mensual del trabajador, y los fondos acumulados en cada cuenta están exentos de impuestos y pueden ser utilizados por el trabajador (voluntariamente) en caso de despido (siempre que haya aportado fondos durante tres años consecutivos), o percibirlos al final de su vida laboral en un único pago (pagando un impuesto del 6%) o como complemento anual de su pensión (exenta de impuestos). Todas estas cuestiones son las que habría que analizar y decidir en caso de plantear una posible aplicación en España.

¿Quién gestiona las cuentas individuales de cada trabajador?

En Austria las cuentas son gestionadas por entidades privadas autorizadas por la Administración para esta función. Las cuantías acumuladas se invierten en el mercado de capitales para obtener una rentabilidad, que se suman en la propia cuenta. Las entidades cobran comisiones de administración y gestión de los fondos, de donde proviene su lucro. A los trabajadores se les garantiza, en el peor de los casos, el cobro íntegro del capital aportado por las empresas a su nombre.

¿Qué objetivos tiene su aplicación?

Tres son los objetivos esenciales de este modelo: reducir el coste del despido a las empresas, incentivar la movilidad voluntaria de los trabajadores y reforzar el sistema de pensiones.

En Austria, además, se buscaba extender a todos los trabajadores la garantía de una indemnización, porque hasta 2003 no estaban incluidos quienes tenían menos de tres años de antigüedad. En España esto no es necesario, porque todos los asalariados poseen derecho a indemnización por despido (excepto durante el período de prueba).

¿Cómo se concretan esos objetivos? ¿Cuáles son sus efectos?

  • De entrada, la “mochila” supone un aumento de los costes laborales de todas las empresas, en la cuantía de la aportación a las cuentas de cada trabajador.

  • Facilita financieramente los despidos puesto que, al realizarse las aportaciones al fondo gradualmente, no existen cuantiosos desembolsos en el momento efectivo del despido.

  • En conjunto, su funcionamiento diluye (socializa) los gastos de despedir, ya que la creación de las nuevas cuentas afecta a todas las empresas, despidan o no. Con nuestro sistema actual, solo afrontan el coste de despedir aquellas empresas que lo hagan efectivamente.

  •  En este sentido, cabe decir que trivializa un tanto el despido. Y también puede desincentivar la búsqueda por parte de las empresas de otras soluciones a sus problemas distintas de los despidos, basadas en la flexibilidad interna. Puesto que el gasto de despedir ya está realizado, hay pocas razones para no ejecutarlo.

  •  Aunque depende de cuáles sean las cuantías y criterios establecidos para el sistema, lo normal es que su introducción suponga una reducción de las indemnizaciones por despido que perciben los trabajadores, y que se limitan a las cuantías disponibles en las cuentas individuales. Para acercar su importe a las cuantías actuales en nuestro país, las aportaciones empresariales cada mes deberían ser elevadas, lo que encarecería enormemente el trabajo.

  • Como efecto positivo, puede aumentar la movilidad laboral voluntaria de los trabajadores, puesto que estos no pierden los derechos indemnizatorios acumulados durante una relación laboral al cambiarse de empleo.

  •  En materia de pensiones, la mochila puede servir para reforzar el sistema, siempre que los fondos no hayan sido rescatados antes como indemnizaciones de despido, y que su introducción no se utilice como coartada para recortar, de un modo u otro, la generosidad del sistema público.

  •  Por último, es preciso destacar que, aunque en ocasiones se pretende relacionar la introducción de la mochila austríaca con la eliminación de la contratación temporal, dando paso a un sistema de contratación únicamente indefinido, esto no tiene por qué ser así. La mochila austriaca también es, en sí misma, independiente de esta cuestión.

¿Es factible aplicarla en España? ¿Y útil?

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero creó una comisión para estudiar la implantación de este sistema en España. Una de sus conclusiones fue que el coste de transición de nuestro sistema actual a uno como el austríaco sería inasumible sin llevar a cabo una drástica reducción de las indemnizaciones legales por despido actualmente existentes. Y en todo caso, la transición debería hacerse de manera progresiva, respetando los derechos adquiridos  y aplicándolo solo a las nuevas contrataciones.

Asumiendo la imposibilidad de aplicarlo de manera integral, por su elevado coste, lo que se ha venido planteando de manera recurrente es su posible aplicación parcial. Y, según se hiciera, primaría unos u otros resultados de los explicados más arriba.

 En suma, es preciso plantear de manera transparente qué objetivos se quieren alcanzar con la posible implantación de la llamada “mochila austríaca”, para analizar, sin trampas ni demagogia, los criterios y condiciones que implicaría, y sus consecuencias, que son muchas y muy relevantes. Pero, de entrada, en absoluto debería venderse como una vía de solución a los problemas endémicos de nuestro mercado laboral, y que tienen que ver, sobre todo, con la excesiva temporalidad y precariedad del empleo y con el uso del despido como vía de ajuste prioritaria en las empresas; porque ni lo es ni puede serlo.

Alberto del Pozo es economista y miembro de Economistas Frente a la Crisis

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