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El sábado 8 de mayo de 1937, los cadáveres de doce libertarios jóvenes aparecen abandonados en una cuneta de Cerdanyola, procedentes del cuartel Carlos Marx, detrás del parque de la Ciutadella de Barcelona. Seis de ellos eran de las Juventudes Libertarias del barrio de la Armonía (San Andrés); uno, de las Juventudes Libertarias de Gracia y otros dos eran de San Andrés. El resto eran cenetistas de diferentes barrios de Barcelona, dos de los cuales nunca serían identificados. Todos los hechos que relata la Directa en exclusiva están contrastados con documentos judiciales y comprobaciones en los lugares de los hechos
Jordi Bigues
El lunes 3 de mayo de 1937, a las tres menos cuarto, un grupo policial, comandado por el comisario general de orden público Eusebi Rodríguez Sala, del PSUC, asaltaba la central telefónica de la plaza Cataluña de Barcelona. La operación sorpresa tenía el visto bueno del presidente de la Generalitat Lluís Companys, que a esa hora acababa de entrevistarse en Benicarló con el presidente del gobierno de la república española, Francisco Largo Caballero. El golpe se hacía de espaldas del primer consejero Josep Tarradellas y suponía toda una provocación contra el comité de control obrero de la central Telefónica que gestionaba la instalación desde el triunfo de la revolución social que aplastó el golpe de estado militar en Cataluña y el decreto de Colectivizaciones y Control Obrero de Industrias y Comercios, impulsado por el mismo Tarradellas desde el gobierno.
Como respuesta, los trabajadores de la Telefónica plantaban cara a los ocupantes y los comités de barrio de la CNT iniciaron una insurrección con barricadas por toda la ciudad. El objetivo reactivo era restituir la autoorganización obrera instaurada en julio anterior a la ciudad frente al desmantelamiento, pieza a pieza, día a día, por parte Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y ERC, generando enfrentamientos, controversias y un gran desánimo entre la clase trabajadora.
La dirección de la CNT, la FAI y las Juventudes Libertarias, que practicaban «el anarquismo institucional», iniciaron una campaña radiofónica para que la gente se fuera a casa y aceptara las nuevas condiciones, según la cual tanto la clase obrera como la misma Generalidad de Cataluña pasaban a ser controladas por el gobierno de la república. A raíz de este episodio, conocido como los sucesos de mayo, el mismo Largo Caballero será apartado del gobierno y el control del Partido Comunista de España saldrá reforzado con el nuevo gobierno presidido por Juan Negrín desde el 17 de mayo.
El martes 4 de mayo a las seis de la tarde, cinco jóvenes libertarios armados de San Andrés se preparaban para ir al Comité Regional, en la Vía Durruti número 32 (actual Vía Laietana). Tenían un coche Hudson de 8 cilindros de color granate oscuro con matrícula de Madrid 53846. Quizás estaban en el lugar habitual de reunión, en la puerta del Ateneo Libertario de la Armonía en la calle José García, 126 (nombre de un trabajador valenciano emigrado a Barcelona, uno de los primeros muertos en el frente) que ahora se llama paseo de Fabra i Puig (por el empresario fundador de la fábrica Fabra i Coats).
Joan Calduch (20) conducía el Hudson. José Villena (33) y Francisco Viviana (27) eran de origen valenciano, Joan A. Romero (24) era de origen murciano y César Fernández (25) era nacido en Barcelona. Los cinco eran miembros de las Juventudes Libertarias de la Armonía, nuevo nombre laico del barrio de Sant Andreu del Palomar aquellos años.
Los cinco integrantes de la expedición de San Andrés fueron detenidos en el punto de control del cuartel Carlos Marx, sede de los servicios militares del PSUC. En aquellos momentos había una veintena de barricadas en el centro de la ciudad y un número similar esparcidas por los barrios, bajo el control de los comités de barrios de la CNT
Montados en el Hudson, llegaron al parque de la Ciutadella por la Gran Vía de la URSS (ahora avenida Meridiana) bordeándolo por el Paseo Pujades. Allí, en un lugar indeterminado del paseo, los detuvieron a tiros, seguramente desde una barricada o control. Días después se vio el Hudson de color granate oscuro con agujeros de disparos dentro cuartel Carlos Marx, a pesar de que las diligencias judiciales nunca lo localizaron.
Este cuartel era la sede de los servicios militares del PSUC que ocupaban los cuarteles Lauria y Jaume I del ejército, así como la Intendencia militar desde el inicio del intento de sublevación militar fascista. Los cuarteles habían convertido en la sede de batallones de milicianos antifascistas, la Escuela de Comisarios de Guerra y el lugar de nacimiento de la columna Thaelmann, formada mayoritariamente por brigadistas alemanes y austriacos. Las milicias del PSUC, como la Columna Carlos Marx, formaban ya en abril de 1937 la 27ª División del Ejército Popular de la República, conocida popularmente como La bruja.
Los cinco integrantes de la expedición de San Andrés fueron detenidos en ese punto de control. En aquellos momentos había una veintena de barricadas en el centro de la ciudad y un número similar esparcidas por los barrios, bajo el control de los comités de barrios de la CNT.
Aparecen los cadáveres
El sábado 8 de mayo, entre las siete y media y las ocho, una ambulancia de la Cruz Roja «tipo francés», con la bandera blanca y con la cruz roja de ropa en el frontal y pintada última, cruza Pins del Vallès (nombre laico de Sant Cugat) en dirección a Cerdanyola, acompañada de dos vehículos, uno de ellos coche y el otro tal vez un camión. Su paso es observado por diferentes vecinas que no llegan a ver el momento en que la comitiva se detiene y descarga los cadáveres junto a una viña y un sembrado.
El domingo 9 a las 10 de la mañana, el fotógrafo José Ribatallada y Casamiquela la calle Estación numero 13 de Cerdanyola fue llamado por Mariano Tejero Regales, consejero de Defensa de Cerdanyola, para fotografiar doce cadáveres que habían sido abandonados en la carretera en Bellaterra a unos 250 metros de la carretera a los Pinos del Vallès. El fotógrafo tomó las fotos de la cabeza y busto de cada uno de ellos por separado. El sumario del caso conserva las seis fotos de los que entonces eran todavía considerados desconocidos (cuatro de ellos serán identificados posteriormente). También fotografía los doce cuerpos por separado en el suelo, boca arriba. De cada uno de ellos recoge fragmentos de ropa que puedan ayudar a identificarlos. Se conservan seis fragmentos de los no identificados, uno de ellos con las siglas CNT bordadas en la tela de un mono azul.
Los detenidos del cuartel Carlos Marx
Si cinco de los cadáveres proceden del choque en el parque de la Ciutadella, los otros siete cadáveres tienen una procedencia diversa relacionada con el enfrentamiento de los colectivos obreros sublevados con militantes del PSUC, la Guardia Nacional Republicana (nombre de la Benemérita Guardia Civil durante la guerra, junto republicano), y el Cuerpo de Seguridad y Asalto creado durante la Segunda República española, predecesor de las actuales unidades antidisturbios. Junto con los Mossos y militares del Ejército Popular de la república, también militantes comunistas, de ERC y de Estado Catalán oponen a los integrantes de los comités de barrio de la CNT, el antiestalinista Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), la organización de los Amigos de Durruti (la facción más revolucionaria del anarcosindicalismo) y otros pequeños grupos revolucionarios trotskistas.
Barcelona y Cataluña están en huelga general desde la tarde del lunes 3 de mayo. Los tranvías, el metro y los autobuses están parados. Las autoridades llaman a la calma por la radio mientras los tiroteos, la ocupación de edificios y la llegada de miles de Guardias de Asalto procedentes de Valencia sofocante el enfado por la ocupación policial de la telefónica de la plaza Cataluña .
Barcelona y Cataluña están en huelga general desde la tarde del lunes 3 de mayo. Los tranvías, el metro y los autobuses están parados. Las autoridades llaman a la calma por la radio mientras los tiroteos, la ocupación de edificios y la llegada de miles de Guardias de Asalto procedentes de Valencia sofocante el enfado por la ocupación policial de la telefónica de la plaza Cataluña
A los incidentes en Barcelona morirán más de 200 personas, según los recuentos de los historiadores Josep Maria Solé i Sabaté y Joan Villarroya: «Los Hechos de Mayo de Barcelona se producen dentro de la semana que va del lunes 3 al sábado 8. Una relación de los caídos en cada uno de los días nos da: lunes día 3, un total de 7 muertos; el día 4 un total de 78 muertos; el día 5, un total de 56 muertos; el día 6, un total de 45 muertos; el día 7, un total de 17 muertos, el día 8, un total de 5 muertos, el sábado 9, un total de 6 muertos; domingo 10, un total de 3 muertos, y el lunes 11, 1 muerto «.
Las principales choques tuvieron lugar los días 4, 5 y 6, y los fallecidos de los últimos días serían pocos. El aspecto de la relación nominal presenta 191 personas identificadas y 27 para identificar, es decir, desconocidas. Esto quiere decir que al hacerse el acta de defunción se ignoraba judicialmente la identidad de la víctima. «Estas 218 personas, no incluyen las víctimas de las represalias posteriores a la semana de lucha, ni tampoco de los hechos ocurridos en comarcas.
Los otros asesinados al cuartel Carlos Marx
El martes 4 de mayo, unos desconocidos toman el arma que llevaba el ferroviario de la CNT Agustín Lasheras Cosials. Tenía 25 años y vigilaba la vía férrea de salida y entrada de la Estación de Francia, cerca del parque de la Ciutadella. Seguramente es confundido con un insurrecto y parece que acompaña a los que lo han detenido con la pretensión de recuperar el arma. Llegan al cuartel Carlos Marx de la que no saldrá vivo. Morirá de un disparo en la pierna y uno en la cabeza, según la autopsia practicada en el cementerio de Cerdanyola. Su madre, Carmen Cosials, con quien vivía en la calle Correo Viejo 7, 4º primera, el reconoce entre las fotos de los asesinados desconocidos.
El miércoles 5 por la mañana, un grupo de cuatro andreuencs decide ir al centro de la ciudad. El grupo lo forman Lluís Carreras Ortín (19) que vivía en la calle Ignasi Iglesias 115 bajos, Antoni Torres Marín (20) que vivía en la calle de Arquímedes 100 bajos, Luis del Valle Mandileuna (32) que vivía en el Paseo Josep Garcia 134 primer y Francisco Boscadas Navarro, chófer del abogado cenetista Ángel Samblancat y Salanova, que vivía en la calle Montpellier 6 bajos.
Los cuatro salieron del barrio de San Andrés en dirección al centro de Barcelona. No llegarían. Por el camino se detendrían en el Pueblo Nuevo donde, aconsejados por el vecindario, continuaron a pie desarmados y dejaron el coche. Se añadieron dos jóvenes. Al llegar al parque de la Ciutadella, desde una barricada, van darles órdenes de entregarse y al mismo tiempo la Guardia Nacional Republicana comenzó a disparar. Luis del Valle y Francisco Boscadas y los dos jóvenes incorporados al grupo se dispersaron y fugarse.
El martes 4 de mayo, unos desconocidos toman el arma que llevaba el ferroviario de la CNT Agustín Lasheras Cosials, que vigilaba la vía férrea de salida y entrada de la Estación de Francia, cerca del parque de la Ciutadella. Seguramente es confundido con un insurrecto y parece que acompaña a los que lo han detenido para recuperar el arma. Llegan al cuartel Carlos Marx de la que no saldrá vivo
Antoni Torres, con heridas de armas de fuego, fue trasladado al hospital militar que había en la calle Talleres 77, junto a la plaza Universitat de Barcelona. Trabajaba en la Hispano Suiza de San Andrés. Era el incómodo testigo vivo superviviente y en libertad de lo que había pasado y cuando el juez especial el quiso interrogar descubre, con sorpresa, que había muerto el jueves 13 de mayo.
De hecho, se puede considerar Torres como la víctima número 13 de las dos choques, la del 4 y la del 5 de mayo. Según la autopsia, Carreras murió de un disparo en la cabeza. Es el sexto de los doce cadáveres abandonados en Cerdanyola. Era sargento de milicias y alumno de la Escuela Popular de Guerra, ubicada en la Escuela Pía de la Bonanova, pero hasta el 4 de mayo estaba en cama con una inflamación en la mejilla.
Uno de los dos muertos no identificados de los doce podría ser uno de los dos jóvenes de Pueblo Nuevo que se habían añadido al grupo procedente de San Andrés, pero no deja de ser una posibilidad sin confirmación. Uno de los dos cadáveres no identificados tendría unos 18 años y el otro unos 55-60.
Para llegar a la docena, quedan tres: Carlos Alzamora Bernad (27 años) ferroviario detenido también cerca del parque de la Ciutadella, Santos Carré Poblet (30) cenetista del Poble Sec y Joaquín Martínez Ungría (18) de las Juventudes Libertarias de Gracia .
Para llegar a la docena, quedan tres: Carlos Alzamora Bernad (27 años) ferroviario detenido también cerca del parque de la Ciutadella, Santos Carré Poblet (30) cenetista del Poble Sec y Joaquín Martínez Ungría (18) de las Juventudes Libertarias de Gracia
Ante el juez especial, unos amigos de Carlos Alzamora, los hermanos Juan y José Muñoz Aparicio, declaran que la mañana del martes 4 de mayo, el miembro de la Columna Durruti que estaba en Barcelona de permiso y viva con su pareja María Cabanellas, practicante de la misma Columna, en la calle de las Tàpies 15 primero, se dirige a la Estación de Francia acompañado de otras personas con el fin de devolver al frente. Se produce un tiroteo que los obliga a refugiarse en los porches de las casas del frente de la estación ferroviaria. Alzamora es el único que no tiene un tiro en la cabeza y en cambio tiene, en el momento de la autopsia, heridas vendadas. Según la declaración de su pareja, Alzamora había estado en la barricada de los sublevados de la Estación de Francia los días 3 y 4 de mayo.
Tampoco se sabe dónde, cómo y cuando fue detenido Santos Carré Poblet. Vivía en Poble Sec, en el Pasaje Serrahima 4, 2º 1ª. Era padre de cuatro niños, curtidor de oficio y de la CNT. Hasta la mañana del viernes 7 había ido al trabajo cada día. Se da el hecho de que en su casa fueron detenidos posteriormente dos miembros de la Sección Bolchevique-Leninista de España (SBLE), un grupo seguidor de León Trotsky. Para la autopsia, Santos fue acribillado de arma de fuego en la cabeza, el tórax y la región glútea. No se sabe cómo y dónde.
Los hermanos Martínez Ungria
El primero de julio, María Luisa Ungria Cucalón, reconoce el cadáver de su hijo, Joaquin Martínez Ungria, entre las fotografías que les muestra el Juzgado especial de los doce asesinados. En su declaración afirma que el lunes 3 de mayo su hijo se fue al trabajo después de comer y que, a través de su hijo Melchor, supo que había sido detenido al día siguiente cerca del parque de la Ciutadella por Guardia Nacional republicana y la Guardia de Asalto y llevado al Parlamento de Cataluña y posteriormente al cuartel Carlos Marx. Allí le negaron a la madre que hubiera detenidos.
El viernes 7 de mayo, su hermano mayor, Alfredo Martínez, dirigente del Comité regional de las Juventudes Libertarias, desaparece cuando volvía a su casa al atardecer después de haber pasado horas intentando que se calmaran los ánimos. Este destacado libertario había sido junto a los dirigentes cenetistas partidarios de la continuidad de la colaboración institucional. Es decir, no formaba parte de los sublevados.
Por los documentos judiciales, se sabe que Joaquín tenía dieciocho años y vivía con su madre en la calle Ausiàs March 36 con sus hermanos Melchor y su hermana Gloria. Ninguno de ellos hace referencia a la desaparición de Alfred Martínez, pero diferentes personas lo asocian a la aparición de los doce cadáveres el sábado 8 de mayo.
En su declaración, la madre de Joaquín Martínez Ungria afirma que el lunes 3 de mayo su hijo se fue al trabajo después de comer y que, a través de su hijo Melchor, supo que había sido detenido al día siguiente cerca del parque de la Ciutadella por Guardia Nacional Republicana y la Guardia de Asalto y llevado al Parlamento de Cataluña y posteriormente al cuartel Carlos Marx
El escritor libertario Ramón Liarte Viu dejó escrito en una narración sobre los hechos de Mayo que Alfredo Martínez había sido asesinado también por los estalinistas. En la narración, Eusebi Rodríguez Sala, comisario general de orden público y recalcitrante estalinista, manifiesta a Ramiro Rueda (personaje figurado, el alter ego de Liarte) en el transcurso de un interrogatorio: «El vas a pagar caro. Vas a correr La misma suerte que Alfredo Martínez, tú amigo de correrías «.
De hecho, si Alfredo estuviera entre los muertos desconocidos, habría sido identificado por los tres miembros de la familia que participaron en las diligencias como testigos o la pareja de Alfredo, Concha Liaño Gil, activista destacada de Mujeres Libres. Se puede sumar el desaparecido en este caso. Si se puede considerar que Antoni Torres murió en el hospital con el número 13, Alfred Martínez sería el desaparecido número 14.
La acción de la justicia
La aparición de los cadáveres en Cerdanyola coincide con el final de los Hechos de Mayo y el inicio de la represión contra el POUM, las Juventudes Comunistas Ibéricas, las personas irreductibles de CNT, FAI, Mujeres Libres y las Juventudes Libertarias.
La noticia del hallazgo de los cuerpos es sobrecogedora. El lunes 10 de mayo José Vidal Lecha es designado Juez Especial para esclarecer la autoría de los doce asesinados. El magistrado de la Audiencia de Barcelona tiene entonces 30 años y es un jurista catalanista prestigiado que ha colaborado en el restablecimiento de las garantías procesales con Andreu Nin, Consejero de justicia otoño de 1936 y líder del POUM. Nacido en Reus en 1907, Vidal se irá al exilio en 1939 y morirá en Nueva York con 75 años.
Se investiga la identidad de los muertos, las circunstancias previas a su detención, pero no se ha llegado a entrar en el lugar de detención ilegal, excepto para confirmar que el vehículo de color granate oscuro no es ya al cuartel . Un único documento del cuartel informa el juzgado especial que Antoni Torras no ha sido atendido en el cuartel.
Se acaba la insurgencia
«El día 7 por la mañana Barcelona cambió de aspecto», relata Agustín Guillamón en su libro Insurrección. Las sangrientas jornadas del 2 al 7 de mayo de 1937. «Los trabajadores abandonaron las barricadas. Las derrocaron total o parcialmente. Se retiraban en casa, pero mantenían las armas, con gran pesar y enojo del gobierno de la Generalitat. Las barricadas de la contrarrevolución seguían en pie, intactos y armadas. Las patrullas de los guardias de Asalto desarmaban los trabajadores aislados y rompían carnés «.
Para proponer el mutuo desmantelamiento de las barricadas, los jóvenes anarquistas avanzaron desarmados desde la Portaferrissa y la calle Cucurulla (donde estaba la sede las Juventudes Libertarias) hasta la plaza del Pi, donde estaba la Guardia de Asalto. Pasaron varias horas hasta que los de Asalto aceptaron tal acto pacificador.
«El centro de la ciudad parecía un campamento militar: barricadas protegían los edificios o cerraban las calles; las ventanas y balcones estaban cubiertos por sacos de tierra, muebles o colchones. La población respiraba alegría y, después de tres días de cierre forzoso por los continuos tiroteos, se lanzaba a la calle para proveerse, para curiosear, para hablar y tomar el sol y se hacían colas para pasar por entre las barricadas. Los niños jugaban a la revolución. En cafés y bares se discutía «.
Hacia el mediodía se produjeron algunos incidentes en la Boqueria y en la calle de San Pedro, provocados por los guardias de Asalto, pero la sensación general era que la tranquilidad había vuelto para quedarse. Por la noche se escucharon disparos en el Portal del Ángel y Arco de Triunfo y el coche en el que viajaba Federica Montseny fue tiroteado, hiriendo uno de sus acompañantes.
Hacia el mediodía se produjeron algunos incidentes en la Boqueria y en la calle de San Pedro, provocados por los guardias de Asalto, pero la sensación general era que la tranquilidad había vuelto para quedarse. Por la noche se escucharon disparos en el Portal del Ángel y Arco de Triunfo y el coche en el que viajaba Federica Montseny fue tiroteado, hiriendo uno de sus acompañantes
«Según los acuerdos alcanzados, los presos de cada bando debían ser puestos en libertad inmediatamente. Así lo hicieron los cenetistas, empezando por los 600 guardias civiles detenidos en Sants, pero nacionalistas y estalinistas se mostraron más ronsers y menos decididos. Días más tarde se constató que muchos libertarios continuaban presos «. «A partir de las siete de la tarde, las tropas llegadas de Valencia desfilaron por la Diagonal y el Paseo de Gracia. Sólo quedarían en pie las barricadas que el PSUC había querido conservar para mostrarse y demostrar a los demás que había ganado. El orden burgués, de siempre, volvía a reinar en Barcelona «, remata Guillamón.
La autopsia de los doce cadáveres se hizo en el cementerio de Cerdanyola el martes 11 de mayo con la asistencia del médico titular acompañado de otro médico de la población, del médico titular de Ripollet y del forense del partido judicial de Sabadell.
Según se puede leer en el documento de la autopsia, el juez especial interroga a los médicos para saber si hay señales de violencia «además de las heridas por armas de fuego». Los peritos contestan claramente que después «de un minucioso reconocimiento no han observado señales de violencia que indiquen tortura». Habrá diferentes versiones al respecto. El deterioro físico de los cadáveres podrían ayudar a esta acusación, pero lo que está claro es que algunos de ellos han muerto únicamente por disparos en la cabeza. Es decir, que no fueron fusilados y rematados con un tiro de gracia, como se podría creer. De la autopsia se recuperan diferentes balas que son examinadas por los peritos armeros que identifican como balas del calibre 7,65 mm de pistola automática y calibre 7 mm de máuser o mosquetón. Tampoco se sabe dónde fueron liquidados ni cuánto tiempo pasaron en la ambulancia.
La autopsia de los doce cadáveres se hizo en el cementerio de Cerdanyola el martes 11 de mayo con la asistencia del médico titular acompañado de otro médico de la población, del médico titular de Ripollet y del forense del partido judicial de Sabadell
El diario del POUM La Batalla, del sábado 15 de mayo, afirmaba que «examinados detenidamente los doce cuerpos pudieron observar que su muerte había sido de un modo no sólo violenta sino después de horribles suplicios a juzgar por las mutilaciones, masegaments y golpes terribles que presentaban «. La dirigente cenetista Frederica Montseny, en la misma dirección, afirmaba en el mitin del 21 de julio que los doce estaban «horriblemente mutilados, con los ojos fuera y las lenguas cortadas».
La CNT de San Andrés se encargó del entierro de los seis del barrio. La Directa ha identificado los nichos concretos donde fueron enterrados y que cambiaron de manos. El cadáver de Antoni Torres también reposa en San Andrés. Los seis que se quedaron en el cementerio de Cerdanyola fueron enterrados en una «fosa situada entre el ángulo de la serie 1ª y 2ª, a 3 metros de distancia de la pared».
El 11 de agosto de 1937, el juzgado especial acordó que «dado que se han practicado todas las diligencias que se han creído necesarias para la determinación sumarial y sus circunstancias declara concluso este sumario». Los criminales nunca estuvieron ni siquiera convocados a declarar y no fueron detenidos. El orden había vencido. Tanto la revolución como la guerra, como la misma autonomía de Cataluña, se habían perdido.
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