- “Existe un constructo histórico que vincula el anarquismo con la violencia, y es un error”
- El volumen rebate los principales tópicos y clichés que la historiografía clásica ha colocado al que fuera el sindicato mayoritario en la España de los años 20 y 30.
Pablo Rivas | @CeboTwit
Para el historiador Julián Vadillo (Madrid, 1981) era necesario un volumen que recogiese la historia del que llegó a ser el sindicato mayoritario en España: la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Los compendios que hasta la fecha había escritos de esta central sindical libertaria, o bien se centraban en épocas y episodios concretos, o son visiones superadas desde el punto de vista historiográfico, atadas a las memorias de algunos militantes. “Hacía falta rescatarla de ese ostracismo y poner encima del mantel lo que era la CNT”, remarca.
Por eso el doctor en Historia y autor de libros como Por el pan, la tierra y la libertad: el anarquismo en la Revolución rusa (Volapük, 2017) o Socialismo en el siglo XIX. Del pensamiento a la organización (Queimada, 2017) decidió publicar Historia de la CNT. Utopía, pragmatismo y revolución (Catarata, 2019). “Ojo, esto es una historia resumida —advierte con sus 278 páginas en la mano—, esta historia da para seis volúmenes”.
El historiador Chris Ealham dice en el prólogo de tu libro que destruyes dos tópicos que afean la historia del sindicato. El primero es el de un movimiento anarcosindicalista desorganizado e insurreccionalista. ¿Nos han pintado una CNT y un anarquismo español como algo caótico y desastroso?
Desde luego. La historiografía es muy caprichosa. En líneas generales, lo que ha intentado mostrar sobre todo es un movimiento obrero bueno, consciente, organizado, adherido a las estructuras de un sistema que buscaba la negociación permanente para la mejora de la clase trabajadora, representado por la UGT; y luego un movimiento obrero malo, desorganizado, rebelde, con la acción directa vinculada siempre con la violencia, etcétera, representado por la CNT. Pero eso no encaja, cae por su propio peso. Si vas viendo las fuentes documentales o cuál es la trayectoria que tiene te das cuenta de que la CNT se convierte en el sindicato mayoritario. Algo tenían esas estructura que hacía conectar su forma de actuación con la clase trabajadora.
Hay que distinguir acción directa de acción violenta. La acción directa es lo contrario de la acción delegada. Lo que dice la CNT es que los trabajadores se tienen que representar a sí mismos, construir sus propios organismos dentro de las fábricas para representar al conjunto de la clase trabajadora frente a la explotación capitalista y de la patronal para iniciar una negociación colectiva. La CNT nunca niega la negociación colectiva. Lo que sí va a negar es la necesidad que tiene, por ejemplo, la UGT de participar en organismos en los que, por medio de una elección, alguien representa de forma delegada a la clase trabajadora. Eso sí lo va a negar, y se va a oponer al Instituto de Reformas Sociales, a los comités paritarios, a los jurados mixtos o, en el periodo actual, a los comités de empresa. Pero eso no quiere decir desorganización.
Ese anarquismo contra la dictadura es el último que va a abandonar la lucha guerrillera. Los últimos maquis anarquistas caen en los años 60, muy tarde
La CNT es el primer organismo sindical que crea los sindicatos únicos, algo novedoso en toda Europa. Es el primer sindicato que va a crear las federaciones nacionales de industria, o sea, la coordinación de todos los trabajadores de una misma industria en una federación de ámbito nacional. Eso es un organismo muy organizado, quizá siguiendo esa máxima de Élisée Reclus de “la anarquía es la más alta expresión del orden”. Consultando las fuentes documentales de la CNT te das cuenta de que la organización para ellos era lo primero.
El otro tópico que Ealham señala que quieres romper es el de la violencia. Además, sostienes que la CNT no ejerció mayor violencia que otros grupos del Frente Popular. ¿Se acabó el mito del anarquismo violento y de la Barcelona de las bombas?
La violencia política la ejercen en este país todas las organizaciones políticas, sean moderadas, radicales, de izquierdas o de derechas. Se entendía en la época como una forma de expresión política. ¿Es que el pistolerismo patronal de los Sindicatos Libres y fomentado por el Partido Conservador no esa violencia política? Siempre nos centramos en la Guerra Civil. En ella la CNT tiene un papel protagonista y va a ejercer la violencia en la retaguardia, pero también lo hace el Partido Comunista y la Izquierda Republicana de Azaña. La van a ejercer todos.
Lo que yo vengo a romper es la cuestión del pistolerismo de la patronal en Barcelona. Se dice: “Frente a un terrorismo patronal, un terrorismo sindical”. La CNT no ejerce nunca la violencia terrorista en Barcelona. Ellos ejercen la actividad sindical, la acción directa sindical. Los que ejercen el terrorismo contra la violencia patronal son grupos anarquistas que se separan de la CNT y forman sus propios grupos de acción, estableciendo la misma respuesta que ellos están recibiendo a nivel sindical. No vas a encontrar ningún documento, ningún acta, ningún congreso, ni ningún acuerdo del sindicato más pequeño de la CNT que apruebe la violencia terrorista como método de acción sindicado. Eso no existe. Existe ese constructo histórico que vincula el anarquismo con la violencia, y es un error.
Frente a la mala prensa, destacas que la CNT contribuyó a modernizar el país. ¿Cómo lo hizo?
En España, aunque se sigue un curso similar al de sus países vecinos, quedan en muchas cosas inconclusas: la revolución liberal, la industria, la reforma agraria… El movimiento obrero va a tener un papel protagonista en esa modernización. Lo que en otros países se fragua como una movilización de la clase obrera y al final son las clases burguesas o demoliberales que llegan al poder las que van a hacer esas concesiones, en España eso tarda mucho más tras una movilización obrera muy importante. Muchas de las cuestiones que constan en la Constitución de la II República de 1931 son reivindicaciones históricas del movimiento obrero. Al final esos políticos tienen que asumir que, tras años de lucha de los trabajadores, o acomodas a la clase trabajadora o vas a tener un problema. De hecho, es una advertencia que hace la CNT cuando se proclama la República. Dice claramente que si la República no cuenta con la clase obrera, la República perecerá.
En parte, la caída de la República es la derrota del proyecto de la CNT
El movimiento obrero en España es importante porque es uno de los factores de modernización. Sin él no se pueden entender los seguros sociales a los trabajadores, las leyes de protección al mundo del trabajo, la reducción de la jornada laboral a ocho horas, los organismos de representación, ya sean de acción delegada o acción directa… Todas esas cuestiones se entienden solo si se entiende el movimiento obrero. No es una concesión benevolente de los políticos del momento que se levantaron una mañana y dijeron: “Vamos a conceder las ocho horas de trabajo”. Las ocho horas se consiguen en España después de 44 días de huelga en Barcelona durante la cual la ciudad estuvo prácticamente a oscuras. La h uelga de la Canadiense es la que marca ese inicio, y eso lo protagoniza la CNT y el movimiento obrero.
Dices que la CNT se sintió partícipe del alzamiento republicano de 1931, como levantamiento revolucionario, y que la derrota de la República fue también la derrota del proyecto de la CNT. ¿El destino de ambas entidades estuvo siempre sellado?
Prácticamente, porque lo que hace la CNT durante toda la dictadura de Primo de Rivera es buscar la caída de esta, pero también de la monarquía. Tras los sucesos de Vera de Bidasoa son conscientes de que esa caída solo se puede producir si hay una inteligencia con otras fuerzas políticas, y esas son las republicanas. Durante toda la dictadura, la CNT, o gran parte de ella, va a buscar esa inteligencia con los republicanos. Juan Peiró firma un manifiesto de inteligencia republicana. La CNT participa de la sublevación de Cuatro Vientos, del golpe de Fermín Galán y García Hernández en Huesca. Es decir, la CNT está metida en todos los movimientos subversivos en contra de la dictadura y la monarquía. Cuando se proclama la República, la CNT se siente partícipe de su llegada. Lo que va a exigir a la República es que cuente con esa clase trabajadora. Por eso, cuando ese primer bienio tiene medidas que para la CNT son insuficientes, va a haber un enfrentamiento con las instituciones republicanas. Sin embargo, cunado la derecha gana en las elecciones del 33 y se ve que, ante el clamor europeo del ascenso del fascismo, la República puede caer en lo mismo que ha caído Alemania o Austria, la CNT vuelve a hablar de la alianza revolucionaria, vuelve a decir que la única manera de una transformación social en España pasa por un pacto revolucionario con la UGT. Y cuando en la selecciones del 36 la CNT no hace esa campaña de abstención que sí había hecho en el año 33, deja libertad a sus militantes para votar.
Cuando estalla la Guerra Civil, la CNT entiende que hay solo dos salidas. O se lanzan a tomar el poder en las zonas donde tienen influencia, y establecen lo que García Oliver llamaba ‘la dictadura anarquista’, o plantean una alianza con el resto de fuerzas antifascistas. Ahí se entiende la creación del Comité de Milicias Antifascistas de Catalunya, la entrada en el Gobierno de la Generalitat y en el gobierno republicano con cinco ministros. Esa advertencia que dijo en abril de 1931 de “no somos entusiastas de una república burguesa pero no vamos a permitir otra dictadura” la llevó hasta las últimas consecuencias. En parte, la caída de la República es la derrota del proyecto de la CNT, aunque estratégicamente e ideológicamente el proyecto republicano y el libertario difiera en su contenido.
La Federación Anarquista Ibérica (FAI), la otra gran organización del anarquismo español, tampoco ha estado exenta de mala prensa.
De hecho, la FAI es una organización que necesita una historia como esta Historia de la CNT. Es la que peor prensa tiene de todas, porque se la vincula con la dictadura en el interior de la CNT, con la violencia política, etcétera. Lo primero, hay que establecer una diferencia regional. No es lo mismo la FAI catalana, una organización poderosa y muy influyente a nivel social, que la FAI madrileña, mucho más analítica y más tendente a pactar con otras organizaciones, como con los socialistas.
El problema que ha tenido la represión religiosa es un problema de sobredimensión
La FAI es una organización de grupos específicos anarquistas, nada más, y su objetivo es lo que Malatesta llamaba la “agitación de las conciencias” y la extensión de la propaganda anarquista dentro y fuera del movimiento obrero. En España se ha tendido a confundir a nivel historiográfico lo que son los grupos de acción, los grupos de defensa confederal y los grupos específicos de la FAI. Nadie ha tenido en cuenta la complejidad de la CNT y del anarquismo. Los grupos de defensa confederal son de la CNT, creados en pleno nacional de regionales en 1932. Son grupos que sirven para presionar a nivel sindical en las negociaciones por métodos más expeditivos, de acción directa o incluso de acción violenta. Los grupos de acción están fuera de cualquier tipo de estructura, de la CNT o de la FAI. Se dedicaban a otras cosas. Por ejemplo, el de Felipe Emilio Sandoval, que tenía en Madrid un grupo de acción con el que atracó el Banco de Vizcaya. Y luego están los grupos específicos anarquistas que pueden estar, o no, adscritos a la FAI y se dedican a la propaganda anarquista. No existe ningún “sector faísta” en la CNT. A los que se les acusa de ser de ese sector, como a Durruti, García Oliver o Ascaso, no son de la FAI.
Seguimos con los tópicos. Tampoco fue la CNT ese azote máximo de la Iglesia que la historiografía clásica ha contado.
El anticlericalismo está dentro de amplias capas populares y de la izquierda. Por ejemplo, durante la Semana Trágica de Barcelona, el peso de ese anticlericalismo no lo lleva ni el anarquismo, ni Solidaridad Obrera, que es el antecedente directo de la CNT, ni los socialistas. Son los republicanos lerrouxistas los que tienen más actividad anticlerical.
Hay dos ministros anarquistas que son especialmente brillantes: Federica Montseny y Juan García Oliver. Consiguen adoptar medidas que hasta ese momento no se habían conseguido
La CNT es una estructura anticlerical y atea. El problema que ha tenido la represión religiosa es un problema de sobredimensión. ¿Hubo represión religiosa durante la Guerra Civil? Sí. ¿Hubo violencia anticlerical durante la guerra? Sí, se quemaron conventos e iglesias, hubo destrucción de patrimonio y asesinatos de sacerdotes. Lo que pasa es que, haciendo investigación, nos hace pensar una cosa: ¿esa violencia anticlerical que existía era porque esos personajes, a los que se asesina de forma impune, eran sacerdotes o detrás había una militancia política, como muchas veces se ha demostrado, con sacerdotes de Falange o que hacían discursos encendidos desde los púlpitos en favor del golpismo? ¿Eso sería represión religiosa o política? Esa es la pregunta que me hago. Cuando hice mi tesis doctoral sobre Alcalá de Henares y empecé a sacar todas las cuestiones de la represión religiosa, me di cuenta de que muchos de esos sacerdotes tienen una vinculación política muy clara. La CNT no hace una especial virulencia anticlerical frente a la que podían haber hecho otras organizaciones políticas. Hay zonas de Aragón o de Catalunya donde sí, pero es también una cuestión de hegemonía. Donde una organización de izquierdas es más hegemónica, evidentemente va a tener más peso en la represión.
Ministros anarquistas en 1936. Históricamente, ¿participar del gobierno republicano pasó factura?
La única valoración que yo hago en el libro sobre los ministros anarquistas es su gestión. Hay dos que son especialmente brillantes: Federica Montseny y Juan García Oliver. Consiguen adoptar medidas que hasta ese momento no se habían conseguido. En el caso de Montseny, plantear la ley del aborto, que se va a aplicar en Catalunya. Y Juan García Oliver, al frente del Ministerio de Justicia, es el que desarrolla de forma más vehemente que no pueda haber una represión circunscrita a organismos políticos concretos en la retaguardia republicana. Él cierra las prisiones del Frente Popular que dirigen los partidos. Lo que los fascistas después de la guerra llamaron ‘checas’, que no existían. Son prisiones del Frente Popular, y son clausuradas bajo el mandato de Juan García Oliver. Crea también un estatuto de derechos del preso, es el que rebaja la mayoría de edad a los 18 años…Eso es lo único que podemos valorar.
¿Que fue un error? En el exilio Montseny se arrepintió y dijo que había sido el mayor error de su vida. Juan García Oliver nunca dejó de considerarse el exministro de la República. Algunos consideraron que fue un error, otros no. Yo creo que fue la plasmación física de la colaboración de la CNT en el campo antifascista en las instituciones republicanas contra el golpe de Estado y contra el establecimiento de una dictadura en España.
Es el control del movimiento obrero lo que va a protagonizar la lucha de la CNT y el PCE, algo que tendrá su eclosión en ese mayo del 37
¿Los sucesos de mayo de 1937 fueron un punto de inflexión que marcó para siempre la relación del anarcosindicalismo con el resto de las fuerzas del movimiento obrero?
Mayo del 37 es lo que se domina en historia como un ‘putch’, que es cuando la correlación de fuerzas no está clara y hay que ver quién se lleva el gato al agua. El Partido Comunista llevaba combatiendo por el control del campo republicano desde prácticamente el inicio del guerra. Se había convertido en el partido del orden, de esas masas que habían quedado desvalidas de las corrientes republicanas clásicas. Al mismo tiempo, el PCE está intentando hacer un sorpasso al Partido Socialista. ¿Qué le quedaba al PCE? El control del movimiento obrero. ¿Dónde había fallado? En el ámbito sindical. No tenía un sindicato de referencia. ¿Dónde tiene que combatir el PCE para conseguir el ámbito sindical? Tiene que atacar a la CNT. Y esta también ataca, porque ve que en su espacio va a quedar hueco. Se va a producir una confrontación de fuerzas. Es el control del movimiento obrero lo que va a protagonizar la lucha de la CNT y el PCE, algo que tendrá su eclosión en ese mayo del 37, luego en las colectividades de Aragón, y que luego tendrá un segundo episodio con el golpe de Casado en Madrid en marzo de 1939.
La lectura que se le da a la CNT en este caso tiene que ser distinta a la que se le da al Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Este sí responde a un criterio internacional, es un enemigo de ese estalinismo internacional que había apoyado a Trotsky, aunque no eran trotskistas. Y a Andreu Nin se lo cargan los comunistas, evidentemente.
Claro que es un punto de inflexión, pero por una cosa fundamental, y es que por primera vez en la historia, desde la introducción del movimiento obrero en España en 1868, el protagonismo de ese obrerismo pasa de las sociedades obreras y los sindicatos a los partidos políticos. Son los partidos los que van a marcar ese ritmo de la política obrera, y no los sindicatos, que se ven desplazados, cuando eran organizaciones más mayoritarias y hegemónicas. El apoyo que le da parte del movimiento obrero al golpe de Casado en marzo de 1939 no deja de ser una vendetta de lo que ha sucedido en mayo de 1937.
El anarquismo nunca cejó en su empeño de poder asesinar a Franco. La obsesión de muchos anarquistas era matarle
La oposición comunista ha sido reconocida como el eje vertebrador de la resistencia a la dictadura, pero cuentas en el libro que en los primeros años no fue así.
La historia oficial es una, y luego está la historia real, y ésta es que entre los años 1939 y 1949 el peso de la oposición al franquismo lo van a llevar el PCE y la CNT. Tienen mucho peso en la guerrilla, urbana o no; en la reestructuración interior de sindicatos clandestinos… De hecho, el anarquismo —y aquí sí que podemos hablar de anarquismo porque la CNT en el exilio se divide y tiene distintas tendencias—, ese anarquismo contra la dictadura es el último que va a abandonar la lucha guerrillera. Los últimos maquis anarquistas caen en los años 60, muy tarde. Igualmente, el anarquismo nunca cejó en su empeño de poder asesinar a Franco. La obsesión de muchos anarquistas era matarle, con intentos sucesivos: Laureano Cerrada, la ‘defensa interior’ de Arberola… A cuál más estrambótico o complicado. Lo ves en la distancia y te das cuenta de que era imposible que pudiesen conseguirlo.
Pero no es cierto ese peso del PCE contra la dictadura. Tiene más lectura en el último momento del franquismo, finales de los 60 e inicios de los 70.
La CNT llegó a ser la organización obrera mayoritaria en España, hoy es un sindicato minoritario. El contexto es complejo, con una guerra perdida, un exilio y una dictadura de por medio, pero, ¿qué falló?
Fallaron muchas cosas. Lo primero, lo que tú dices. La historia no ha sido grata y la represión pasa factura. La gente que fundó la CNT en 1910 no llegó a la reconstrucción del año 75. Hubo un choque generacional también. Con la muerte de Franco está un exilio que llevaba tiempo queriendo volver, pero en el interior había crecido una nueva generación de jóvenes que no tienen tanto contacto con ese exilio, que no han vivido la Guerra Civil y tienen otras visiones de lo que tiene que ser el anarcosindicalismo y la reconstrucción de la CNT.
Y luego está la cuestión interna, que es muy fácil decir que la culpa siempre es de fuera. El hecho de que la CNT supiese conectar con la clase trabajadora en las décadas de los años 10, 20 y 30 no se da en la década de los 70. La CNT era el tercer sindicato en el 1977 pero no había conseguido el brío de años anteriores. El peso de la dictadura es muy fuerte, también el de una mentalidad española que durante 40 años había metido de forma machacona en la cabeza que todo lo que sea radical es malo. Tiene un impacto en una organización que tiene un modelo completamente distinto.
A nivel de condiciones objetivas, la situación de hace cien años con la de ahora no es tan distinta. Sigue habiendo unan clase obrera muy explotada, con los nuevos términos de precariado, etcétera
A nivel interno los debates que se dieron en la CNT, que en otras épocas se habían dado en buena lid, en el 79 y el 83 no es así, y al final se produce una ruptura. Lo que nace de esa ruptura, que es la CGT, tampoco ha logrado conectar con la clase trabajadora como ellos esperaban. No ha logrado aglutinarse como un sindicato y una alternativa eficiente.
De todos formas, a nivel de condiciones objetivas, la situación de hace cien años no es tan distinta de la de ahora. Sigue habiendo una clase obrera muy explotada, con los nuevos términos de precariado, etcétera. Pero lo que sí ha cambiado mucho es la mentalidad. Los conceptos de solidaridad de clase, de lo que le pasa a mí compañero me afecta a mí. El hecho de que una huelga sectorial tenga un efecto dominó y se convierta en huelga general… eso ha desaparecido. Ha desaparecido por un individualismo y un capitalismo que ha introducido esas cuestiones de “si me va bien a mí, está bien, y si le va mal al de al lado, todavía mejor”. Hablamos de una sociedad que critica la situación laboral de algunos sectores, no para mejorar la suya, sino para precarizar al resto. Esto no se daba en las décadas de los 10 y los 20. Esa mentalidad sí ha cambiado mucho, es quizá lo que se debería trabajar a nivel ideológico en muchos aspectos.