- Se guiaban por la máxima “ningún deber sin derecho”, pero también “ningún derecho sin deber”, que afirmaban tener manos para trabajar no para mendigar, que sabían distinguir entre la odiosa caridad y la fraterna solidaridad.
- Se ha pasado de la rebelión de las masas a la sumisión de las masas. Lo sorprendente es que estas masas sumisas, creen que han triunfado, creen que el mundo lo dirigen ellas.
No tratamos aquí de la condena del móvil-telefonillo-pantalla-correo electrónico. No negamos las ventajas para la comunicación del correo electrónico. Estamos en un mundo de máquinas como no se hubiera imaginado, con el riesgo de convertirnos en máquinas, tratar con máquinas y rechazar el contacto físico con las personas. Pero esas ventajas se tornan en desventajas cuando acarrean el aislamiento, cuando sustituyen al contacto personal. Cuando lo que se supone que nació como un medio se convierte en un fin, en el fin, por antonomasia. Por otro lado, en la práctica cotidiana, con todos sus aspectos positivos, este creado nuevo mundo, resulta nocivo y perjudicial (eso creemos) para quienes busquen un cambio radical y revolucionario de la sociedad. El medio que iba a revolucionarlo todo, se ha convertido en reaccionario y además terreno asombrosamente fértil para los grandes negocios del capitalismo.
Copiamos de una página de economía: Las empresas más grandes que cotizan en la bolsa neoyorkina son las que han transformado nuestra cultura y sociedad para bien o para mal: Amazon creó un supermercado online en el que se encuentra de todo y te lo llevan a casa enseguida, Facebook es nuestra vida paralela en la que pasamos buena parte del día, Google se ha convertido en nuestra biblioteca, Netflix en nuestro cine, Apple ha logrado que nuestra vida esté concentrada en la palma de nuestra mano.
Una vez más el capitalismo ha encontrado solución a la “definitiva e irreversible crisis final del capitalismo”, frase con cien o más años de antigüedad, obsoleta y equivocada según comprobamos, pero que se sigue blandiendo como espada justiciera y estandarte al gélido viento.
Lo primero que hay que hacer para luchar contra el capitalismo es analizarlo sin complejos ni prejuicios heredados. Si realmente estamos contra él, que visto lo visto es cuestión discutible porque aquí todo el mundo dice ser antisistema y extrañamente un buen número de los tales viven gratuitamente del sistema, sin contrapartida alguna. Un sistema que se traga y digiere todo (véase qué queda del antimilitarismo y de la mili-kaka en cuanto el servicio militar dejó de ser obligatorio) con pasmosa facilidad…mientras haya presupuesto para la rentas de garantías de ingreso (las populares erregeis), sueldos mínimos de supervivencia, complementos salariales, subsidios para unos y para otros, pues sí mientras cuadren las cuentas los teóricos e irreductibles antisistema defenderán, mientras la cerveza circula sin descanso, con uñas leoninas y dientes atigrados ese “funesto” sistema, esas bonitamente cuadradas cuentas. Ya nadie pide trabajo, exige subsi-dios….un decaimiento ético que no hubieran entendido aquellos antiguos que se guiaban por la máxima “ningún deber sin derecho”, pero también “ningún derecho sin deber”, que afirmaban tener manos para trabajar no para mendigar, que sabían distinguir entre la odiosa caridad y la fraterna solidaridad. Ahora parece que estamos en derechos universales, olvidados de los deberes. Y des-de luego así no se combate ese que denominan satánico sistema capitalista.
Hay que empezar, decíamos, analizándolo y reconociendo que a fecha de hoy el capitalismo ha encontrado soluciones para acabar con el sovietismo, el chinismo, el cubanismo, el venezolanismo y otros ingenios e invenciones parejas. Reconocer que ha sabido atraerse a la masa con el consumismo…y lo que es más notable sin aburrir, encontrando siempre objetos atractivos para ser deseados, adquiridos, comprados, gozados. Bien lo ha visto quien ha afirmado que se ha pasado de la rebelión de las masas a la sumisión de las masas. Lo sorprendente es que estas masas sumisas, creen que han triunfado, creen que el mundo lo dirigen ellas. Hemos pasado de la rebelión a través de la sumisión a la estulticia de las masas. En el fondo lo de siempre: pan y circo, pan y toros, pan y deporte, pan y pantalla, versiones, fotocopias de una misma realidad (alguno dirá consustancial a la torpe condición humana), adaptadas a cada momento socio-histórico.
Auténticas cadenas sólidamente engarzadas: bici, moto, coche utilitario, coche con música, con calefacción, con aire acondicionado, a gasolina, a gasoil, de inmediato a electricidad (la energía limpia). En otra dirección: radio familiar, transistor individual, televisión, televisión en color, de plasma y a la carta. Y en otra dirección, teléfono fijo, móvil sin pantalla, con pantallita, con internet, con correo electrónico y no sé cuantas más relevancias. El progreso inventivo sin límites.
Absorbidos por la pantalla, así andamos. Y algunos históricos nos hablan de la crisis definitiva del capitalismo, que si los recursos son limitados, que si el petróleo se acaba…Historias para no dormir. Hay que volver a fines del XIX y escuchar a Fernando Tarrida: “la sociedad será lo que la ciencia dicte” Y está claro que la ciencia no para de dictar y con letras claras y gruesas, y lo seguirá haciendo. Entonces la solución al problema (¿pero existe el problema para el conjunto de la humanidad? ¿nos interesa el conjunto de la humanidad o solo nuestro cachito tapiado?) está en otro lugar, en observar con tranquilidad y mesura, para saber ver que la madre del cordero es la respuesta a preguntas de esta índole ¿quién domina la ciencia? ¿qué entendemos por capitalismo? ¿hay un capitalismo bueno y un capitalismo malo? ¿pero eso que me cuentas es capitalismo, creía que era otra cosa?¿se puede y debe ser rebelde?
El detritus, la basura nos ahogará contaba hace unos años en la sede de la Cgt un conferenciante (sindicalista profesional, por cierto) venido de Barcelona. Por ahí veía la famosa crisis definitiva, pues, no. El detritus, la basura serán (ya lo son) otro aspecto del negocio: lo que se deterioró, ahora se recompondrá…el capitalismo vivió de la destrucción de la naturaleza, ahora vivirá de su recomposición…Y los ciudadanos cooperando amigable y hasta concienzudamente, creyéndose una vez más protagonistas de lo dictado por otros.
A fecha de hoy hay que proclamarlo sin ambages el capitalismo (pero qué es el capitalismo) ha triunfado. ¿Decimos que no nos gusta? Pues a pensar cómo se puede combatir.