CNT TU ADECUADA HERRAMIENTA DE LUCHA

Extraído del Pandora nº 128.

Tras la crisis sanitaria que más pronto que tarde se solucionará y que si ha debilitado a un sector de la economía, reforzará a otros (como con las guerras, no todos pierden, y algunos se enriquecen). Crisis sanitaria que por mucho bombo que se le haya dado va a ser relativamente mortífera. Se olvida que cada año muere medio millón de personas por una cosa tan común como la gripe para la que encima existe vacuna y nadie habla de la gripe como un problema, nadie repara en ello. Véase que en China, Japón y Corea (que suman no menos de 1.700 millones de habitantes), donde la crisis sanitaria del coronavirus está prácticamente resuelta, no acumulan sino unos pocos miles de muertos.

No vale la pena preguntarse si desde instancias oscuras se ha favorecido la extensión del pánico, lo cierto es que se ha creado. No vale la pena buscar culpables, que seguro que los hay. No vale la pena preguntarse si los dirigentes se han equivocado o no (ya se pegarán entre ellos para sacar frutos electorales y reparto de privilegios).

Desde el punto de vista de la CNT lo que cabe preguntarse es cuál debe ser nuestra actitud ante los difíciles tiempos que se avecinan para el mundo obrero y para los pensionistas. Qué podemos hacer y qué debemos hacer. No lo tenemos fácil porque somos débiles y somos débiles porque quienes tenían que habernos hechos fuertes (los trabajadores) hasta ahora han preferido fortalecer sindicatos (que no son sindicatos) como ELA, UGT, LAB y CCOO, dependientes al fin de los políticos y de sus particulares intereses, o han preferido permanecer al margen del sindicalismo.

Como en los más viejos y duros tiempos se necesita de un sindicato como la CNT, con sus ideas, métodos y fines históricos, que solo tiene en cuenta los intereses obreros, que no mercadea con gobiernos, ayuntamientos y partidos políticos.

Como señalo arriba, el pánico a la enfermedad por la globalidad de la gente no está justificado, pero existe. Cierto que desaparecerá en un par de meses. Pero se ha creado otro pánico de más compleja solución: el pánico a que los puestos de trabajo se vayan al garete en subido número, el pánico a que las pensiones se reduzcan, el pánico a que se alargue la edad de jubilación, el pánico a no poder pagar el alquiler de la vivienda, el pánico a la reducción de sueldos, etc. Dominan la inseguridad y el miedo. Lo normal y natural es que los posibles afectados acudieran a un sindicato como la CNT, pero tengo la impresión de que no lo harán en número suficiente y no lo harán porque desconocen qué es el sindicalismo verdadero, porque no entienden que el sindicalismo nació como un medio de defensa y que en sí mismo implica una necesidad de lucha, que sin la presencia activa y efectiva de sus miembros no se consigue nada. Veremos qué sucede cuando los subsidios dejen de fluir, cuando los sueldos se contraigan, cuando el paro aumente ¿vendrán a la CNT? ¿seguirán apostando por los falsos sindicalismos?¿seguirán confiando en que ayuntamientos, diputaciones y gobiernos varios los saquen del atolladero?¿seguirán acudiendo en masa a las contiendas electorales?

La CNT es la adecuada herramienta de lucha, pero debe ser empuñada, sostenida y fortalecida por los afectados. Es el momento de la acción directa, tan dilecta a la CNT, de moverse, de rechazar la mediación de políticos, de actuar no de mendigar, de exigir trabajo no subvenciones ni subsidios.

A los no muy numerosos pero activos y abnegados militantes que hoy forman la CNT corresponde la tarea de extender sus ideas y métodos de lucha, de sacar al conjunto de los trabajadores de su apatía, de quitarles el miedo, de convencerles de que solo deben confiar en sus propias fuerzas y en la no menos fuerte de la solidaridad, no en la caridad, no en el subsidio, no en la beneficencia.

Siendo fuertes, podríamos exigir el reparto del trabajo, la reducción de horarios, la desaparición de miles de políticos, como lo hacían nuestros abuelos en 1931. No siendo fuertes, otros serán quienes impongan sus tesis, tesis en las que las necesidades de los obreros ocupan un lugar harto secundario.

Argente

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