Extraído del Pandora nº 130.
Dos colores,
un tablero.
Dos jerarquías,
una especie.
Blanco o negro,
rey o peón.
Empieza la partida,
empieza la batalla,
los sufridos peones comienzan,
son carne de cañón,
el cañón de la torre,
la espada del caballo,
el fusil del alfil,
todo el armamento de la corona.
Dos peones quedan frente a frente,
dos peones no pueden avanzar,
bloqueados,
marginados,
explotados,
y empiezan a hablar.
Que si sirven a su rey,
que si su raza es superior,
y de tanto hablar
se hicieron amigos,
y de tanto hablar
se dieron un abrazo,
se unieron,
llegaron a la conclusión,
de que el enemigo
no es el del otro color,
un tablero.
Dos jerarquías,
una especie.
Blanco o negro,
rey o peón.
Empieza la partida,
empieza la batalla,
los sufridos peones comienzan,
son carne de cañón,
el cañón de la torre,
la espada del caballo,
el fusil del alfil,
todo el armamento de la corona.
Dos peones quedan frente a frente,
dos peones no pueden avanzar,
bloqueados,
marginados,
explotados,
y empiezan a hablar.
Que si sirven a su rey,
que si su raza es superior,
y de tanto hablar
se hicieron amigos,
y de tanto hablar
se dieron un abrazo,
se unieron,
llegaron a la conclusión,
de que el enemigo
no es el del otro color,
que su enemigo lo tienen detrás,
y comenzaron a decírselo
a toda su clase,
la clase obrera,
que esa carne de cañón
haga la revolución.
Muchos se negaron,
otros como ellos,
se revelaron,
sacaron sus armas,
sacaron sus puños,
y ocuparon las torres,
y robaron el caballo a los jinetes,
y quitaron el fusil a todo alfil.
Fueron a las coronas,
y a pesar de que estas
tenían carros para correr,
ellos habían hecho los caminos,
y los pillaron,
por supuesto,
y las descoronaron.
Ya no hubo más jerarquías.
El tablero, cambió de color,
ahora todos podían caminar
por todas las casillas.
Aparecieron más colores,
pero no volvieron los reyes,
las guerras habían acabado.
y comenzaron a decírselo
a toda su clase,
la clase obrera,
que esa carne de cañón
haga la revolución.
Muchos se negaron,
otros como ellos,
se revelaron,
sacaron sus armas,
sacaron sus puños,
y ocuparon las torres,
y robaron el caballo a los jinetes,
y quitaron el fusil a todo alfil.
Fueron a las coronas,
y a pesar de que estas
tenían carros para correr,
ellos habían hecho los caminos,
y los pillaron,
por supuesto,
y las descoronaron.
Ya no hubo más jerarquías.
El tablero, cambió de color,
ahora todos podían caminar
por todas las casillas.
Aparecieron más colores,
pero no volvieron los reyes,
las guerras habían acabado.
Yechu
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