Extraído de CNT nº 423, Sección Otras miradas
La Iglesia es otra de las estructuras del poder. Da igual cuando leas esto. Y no por mantener cierta invisibilidad deja de existir. El problema es que hoy en día no solo la gama cromática parlamentaria verde-azulada defiende sus preceptos, sino que prácticamente no hay oposición en todo el ámbito político.
Desde luego hay posturas más ásperas que otras. Por poner un ejemplo, los intentos de endurecer el código penal, tanto para las mujeres que aborten como para aquellos que colaboren, han sido constantes desde Gallardón hasta los neofranquistas de Vox. Desde hace años este tema figura en una tabla que distribuyen grupos fanáticos invitando indirectamente a votar a esa formación, pues es la que mejor defiende los preceptos religiosos que ellos seleccionan adecuadamente de la Biblia.
Alimentando a la bestia
Con un poco de estómago y mucho humor negro se puede visitar la web de Hazteoir, ver 13tv o escuchar la Cope, para comprobar quién ha estado alimentando la bestia parda durante años y qué poco se dice. Es conveniente recordar que 13tv, quizá la cadena más volcada en propagar las ideas reaccionarias extremas, lleva 9 años con unas pérdidas anuales medias de 10 millones de euros, una situación que en cualquier empresa llevaría a la quiebra técnica. En este caso la Conferencia Episcopal se ha estado encargando de la “respiración asistida” financieramente hablando. Esto debería llevarnos a afirmar sin duda alguna que, hoy en día, el mejor antifascismo que se puede enarbolar es la crítica acerada a las estructuras del cristianismo católico, algo que sería mucho más sencillo de hacer de no ser por la actitud de partidos y organizaciones de izquierda, que en ocasiones llega a la connivencia con esas mismas estructuras.
Hemos visto a una concejal de Madrid pidiendo disculpas al arzobispo por la protesta en una capilla universitaria que la llevó a juicio, también situar en puestos de responsabilidad a personas vinculadas a Cáritas o lavar el pasado del Padre Ángel protagonizando una cena de pobres en el Ayuntamiento de Madrid por parte de la exalcaldesa Carmena, acciones que vienen a confirmar, para nuestra desgracia, lo que estamos señalando. Qué pocos se acuerdan del nombramiento de Ana Botella como Presidenta de honor de Mensajeros de la Paz, hecho que representaba como ningún otro las buenas relaciones históricas de ese sacerdote con las altas esferas del PP de Aznar. Pero vamos, que no estamos descubriendo la Atlántida. Algún titular de prensa hace referencia directamente a “los sectores cristianos de PSOE y Unidas Podemos”.
La iglesia y el franquismo
Los trabajos de memoria histórica en torno a la contrarrevolución de 1936 con la represión franquista consecuente han sido uno de los puntos donde han crujido las costuras. Y lo han hecho porque la realidad histórica, por muy interpretable que sea, a veces también es tozuda. Se lleva tiempo haciendo pasar a la Iglesia en este asunto por un ente neutral entre víctimas y verdugos, si no directamente como víctima del anticlericalismo más feroz, algo que supone un revisionismo histórico a la altura de los negacionistas del Holocausto. Hay fotografías, documentos escritos y cientos de testimonios incuestionables en decenas de libros publicados que sitúan a sus curas y obispos promoviendo, financiando, aplaudiendo y lucrándose de la matanza ideológica que supuso la guerra abierta (a lo que denominaron «Cruzada») y las décadas de represión posterior en dictadura.
Por ello, resulta atroz contemplar al arzobispo de Valladolid en un acto de homenaje a las víctimas del franquismo impulsado por los partidos de izquierda de la ciudad. No como muestra de arrepentimiento de la colaboración en los asesinatos de la institución que representa, no, sino como funcionario de la muerte que pasaba por allí a un acto fúnebre donde el mensaje principal es que nos llevemos bien con nuestros verdugos. Y esto sucede mientras el último bastión defensor de los homenajes al dictador es una abadía benedictina.
Dentro de ese comportamiento generalizado hay que reconocer que algo está moviéndose (no me atrevo a decir “cambiando”). Al traslado de los restos de Franco le sigue ahora la intención de sacar a los religiosos de Cuelgamuros, algo que no se puede dejar de aplaudir como primer paso para la transformación completa del recinto o su demolición directamente (siempre hay que aportar ideas). Se ha hablado de trasladarlos a Paracuellos del Jarama para seguir con su actividad, en sus propias palabras, a favor de “los caídos por dios y por España”, lo que no deja de ser un exceso de sarcasmo que viene a reírse de nuevo de las víctimas. Tampoco sorprende mucho que Monseñor Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares, les haya ofrecido cobijo. No hace demasiados años que se publicaba una fotografía suya en un oficio religioso para la Hermandad de los Mártires de Paracuellos con la bandera franquista al lado del altar. Y con memoria (o con un rato en cualquier buscador), encontraremos declaraciones sonrojantes cargadas de odio contra el colectivo LGTB, el feminismo, etc., pero de las que no hacen intervenir a la fiscalía, por supuesto. Lo que sí suele sorprender un poco más es saber que Convergencia i Unió evitó con una enmienda a la Ley de Memoria Histórica la liquidación de la fundación gestora del Valle de los Caídos. Los hermanos benedictinos de Montserrat acudían así al auxilio de los madrileños, utilizando al partido como correa de transmisión de sus intereses. Sí, los mismos que organizaban misas por la independencia.
También se ha abierto el debate público de hacer pagar a la iglesia el ibi y otros impuestos de los edificios y empresas que poseen no destinados al culto, y en línea con ello se estaban revisando los edificios y terrenos que robaron bajo el método de la inmatriculación. Echando la vista atrás y sabiendo del interés del gobierno político (no el real, el económico), dudo mucho que estas medidas se lleven a efecto, sino que seguramente vengan a constituir una amenaza disuasoria, que diría cualquier psicópata de despacho presidencial para justificar sus misiles. Porque esa relación de mecenazgo de la iglesia para con la ultraderecha no se le escapa ni a Pedro ni a Pablo, y perfectamente han podido ver con buenos ojos la estrategia de amenazar a las sotanas para debilitar a los de Abascal.
Siendo así, quedándose en un amago, quizá sea incluso lo mejor que nos puede pasar. No vaya a repetirse la hazaña de Zapatero de cobrarles el IVA. En aquella ocasión, tras tres amenazas de sanción de la Unión Europea al gobierno español por mantener a la iglesia exenta de ese impuesto, se les obligó a pagar. Pero el cobro de esos 30 millones de euros nos salió caro. Para compensar, se subió la cantidad de la casilla del IRPF del 0,5 al 0,7 lo que supuso a la Conferencia Episcopal aumentar la recaudación respecto al año anterior en más de 70 millones. La sonrisa en rueda de prensa de su portavoz, Martínez Camino, era el resumen perfecto de la operación.
Si queremos hacer frente de forma más eficaz a la amenaza de la extrema derecha lo más inteligente es no abandonar la actitud beligerante contra su fuente material e ideológica. El franquismo no fue nacional-católico por casualidad y el patriarcado ha sido y sigue siendo justificado por la religión como hijo predilecto. Por ello es posible que no se entienda esta relación de gobiernos que se dicen progresistas con quienes ponen en peligro la vida y la libertad de los colectivos socialmente más explotados, pero hay que entender que el poder, de cualquier signo, siempre busca la paz social por encima de la justicia, y los púlpitos continúan siendo una herramienta de calidad para ello
Julio Reyero | Madrid | Ilustración por Pau Molera
Publicado en CNT