Extraído del Pandora nº 130.
Siguen saliendo en las televisiones expertos (a posteriori), contándonos lo que saben (nada) a los legos (todos) en materia coronavírica.
Habría que investigar el fenómeno y a los fenómenos que en estos días, semanas y meses se convierten en estrellas mediáticas con más de cinco minutos, y hasta horas de gloria: trabajo fin de carrera para un doble grado en sicología y sociología.
Me sorprende saber que contamos con tantos epidemiólogos y lo mucho que saben de epidemias, de otras epidemias. Pero me decepciona que no haya al menos uno que sepa algo de ésta.
La misma decepción me llevo cuando aparecen los rotulados como medicina preventiva. No logro entender cómo es posible que los que nos instruyen en qué consiste el desastre, sean los encargados de haberlo evitado.
Nunca hubiese imaginado la existencia de tantos matemáticos que viven de lo suyo. El problema es comprobar que ninguno de ellos es capaz de enseñar a directores, consejeros y ministros varios en qué consiste una suma. Los Testigos se han venido arriba cuando de la noche a la mañana miles de personas que estaban ya en el más allá han vuelto al más acá. Ellos estaban preparados para el Armagedón y la resurrección de los muertos pero a nosotros nos ha pillado sin ir a la peluquería.
Me dio la risa cuando contó el chiste, ese que dice que hay mentiras, grandes mentiras, y estadísticas. Esta persona fue la más graciosa de las 54 que repitieron delante de un panel durante 40 días y otras tantas noches aquello de que habíamos llegado a la curva. Lleva un tiempo sin salir ninguno, será que hemos vuelto a la recta.
Más acostumbrados estamos a ver en la pequeña pantalla a los economistas en acción. Incluso más que a los ecologistas. Es por lo de la crisis permanente y porque no es una ciencia exacta. Su cuota de pantalla sube a medida que bajan los contagios. También suelen valerse de paneles interactivos en los que aparecen datos incomprobables que justifican lo que argumentan.
Han salido más y todos dicen que ya nada volverá a ser como antes. Eso de que en las tertulias aparezcan solo periodistas que lo mismo opinan de las leyes generales del estado que de los materiales utilizados en las carrocerías Irizar, se ha acabado. Los especialistas han llegado con el virus para quedarse.
Qué queréis que os diga. Es verdad que ni tengo estudios ni voy al gimnasio pero eso no debía ser óbice, condición ni valladar para que unos y otras, antes y ahora, me tomen el pelo… No sé cuál será el futuro del coronavirus pero presumo que el mío como televidente no me dará ni músculos ni títulos.
Cristóbal G.
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