JORNALERAS, DIGNIDAD

Este ocho de marzo, es de vital importancia poner sobre la mesa la realidad que se vive en los invernaderos y tierras, donde se cultiva un estado de excepción permanente para las trabajadoras de este sector. Lejos quedan las pequeñas explotaciones con familias de la zona que se dedicaban a la recogida de frutas y verduras. Hoy por hoy, en miles de hectáreas de plástico en forma de invernaderos, despensa de fruta y verdura de Europa, como la patronal fresera española y la Agencia Nacional de Empleo marroquí (ANAPEC), son el infierno de mujeres marroquíes casadas, divorciadas o viudas, con menores a su cargo.

¿Por qué este perfil de trabajadora? Las cargas familiares aseguran que ninguna de ellas se quede en la península y todas vuelvan con sus respectivas familias a Marruecos, lo que hace que ante los ojos del capitalismo sea catalogada como «migración ordenada» que sólo funciona como oferta para cubrir las demandas del sector que las contrata.

Por si esto no fuera suficientemente perverso, a la precariedad y la incertidumbre a la que son expuestas estas mujeres, se le suma el hecho de residir en la misma finca donde trabajan. No separar su lugar de trabajo de la vivienda, donde su único cobijo es de plástico y cartón, pone en riesgo sus vidas deteriorando severamente su salud o correr el riesgo de morir quemadas en incendios como podemos ver cada año, por las malas condiciones en las que viven. Esta situación las mantiene prácticamente en aislamiento y empeora su ya situación de vulnerabilidad, porque sin mezclarse con la gente autóctona, y por lo tanto sin conocimiento de español, ¿cómo van a hacer oír sus voces a la hora de reivindicar los derechos laborales que por ley les corresponden? Por supuesto, huelga decir, que siendo los empleadores hombres y las contratadas mujeres, las situaciones de abuso a todos los niveles, incluido el sexual, están a la orden del día.

Cuando compras frutas y verduras, sin tener en cuenta los derechos de quiénes las recolectan, estás comprando las vidas de mujeres en régimen de esclavitud. Vivir en el inframundo para alimentar al mundo. Exigimos un trato digno para las jornaleras y no nos cansamos de reivindicar que la tierra debe ser para quienes la trabajan.

Recordemos cuando el año pasado se cerraron las fronteras qué ocurrió con los productos que nos alimentan.

Son miles de migrantes que van nómadas de recolecta en recolecta. Personas que no cuentan pero aportan muchísimos beneficios económicos.

Por eso pedimos la inmediata regularización de las personas migrantes, viviendas dignas y cercanas a las zonas urbanas, condiciones sanitarias y de higiene dignas en los tajos y en las viviendas, cotización de todos los días y horas trabajadas, descansos necesarios durante la jornada y semanales.

Este ocho de marzo, estemos atentas no sólo a nuestro ombligo, y miremos alrededor, para mientras las mujeres blancas autóctonas decimos empoderarnos, no estar esclavizando a las mujeres racializadas que llegan de otros lugares.

Por todo ello, compañeras, apoyemos la lucha de las mujeres temporeras y no hagamos como que no vemos lo evidente: ninguna seremos libres, hasta que todas lo seamos.

Grupo Feminismos C.N.T. Regional Norte