Educación pública en Euskadi: una oportunidad histórica desperdiciada / Euskadiko hezkuntza publikoa: sekulako aukera historikoa galdu da

Análisis desde la perspectiva anarcosindicalista de la CNT

En los últimos meses, el sector de la enseñanza pública en la CAV ha vivido una de las etapas de movilización más intensas de las últimas décadas. Las múltiples convocatorias de huelga, que incluyeron hasta una docena de jornadas de paro y movilizaciones de diversa índole, reflejaban un malestar profundo no solo respecto a condiciones laborales concretas, sino respecto a un modelo de relaciones laborales agotado.

Desde CNT entendemos que este ciclo de luchas expresaba una exigencia social más amplia: la necesidad de transformar radicalmente la forma en que se gobierna el sistema educativo, ampliando la autonomía de los centros, devolviendo la palabra al profesorado y empoderando a toda la comunidad educativa. Las huelgas no solamente pedían mejoras salariales o reducción de ratios, debían aspirar también, desde nuestro punto de vista, a abrir un proceso constituyente en las relaciones laborales del sector educativo público. En este contexto, muchas trabajadoras y trabajadores que secundaron con plena convicción las huelgas viven hoy una profunda desilusión, al sentir que su esfuerzo ha resultado en vano y que han sido instrumentalizados como fuerza de presión en una negociación ya encarrilada, sin participación real de las bases.

Y es que, en definitiva, el acuerdo alcanzado entre el Departamento de Educación y la mayoría de sindicatos ha supuesto un cierre en falso. Después de meses de lucha, la firma del nuevo acuerdo, celebrado como “histórico” por sus valedores, ha desactivado abruptamente las movilizaciones y cancelado las huelgas programadas. Se ha perdido una oportunidad excepcional de replantear las condiciones estructurales de trabajo y participación en el sistema educativo. El resultado: algunas mejoras puntuales, pero ningún cambio de fondo. Más aún, el acuerdo refuerza el modelo vertical y cerrado de negociación, vaciando de contenido la participación directa de las trabajadoras y trabajadores.

El pacto ha sido vendido como un éxito, con mejoras salariales del 7% en tres años, alguna reducción simbólica en las ratios y promesas vagas de desburocratización. Sin embargo, para quienes venimos impulsando una visión radicalmente democrática y transformadora del sindicalismo, el balance es preocupante.

Primero, por su contenido. La rebaja de ratios se limita a uno o dos alumnos en determinadas etapas, y se aplica de forma muy limitada. Las medidas de desburocratización se reducen a comisiones consultivas, sin garantías de aplicación efectiva. La temporalidad, uno de los problemas más sangrantes del sistema, queda intacta: no hay mecanismos reales de consolidación para el profesorado interino ni se ataca el modelo de precarización estructural.

Segundo, por su forma. El acuerdo ha sido negociado a puerta cerrada en el marco de los comités de empresa, un modelo que desde CNT rechazamos por su carácter representativo, delegativo y opaco. Las decisiones fundamentales se toman entre cúpulas sindicales y administraciones, sin mecanismos reales de control desde las bases. En este caso, ningún afiliado ha tenido ni tiempo ni oportunidad de debatir o validar el contenido del acuerdo antes de que las centrales decidieran firmarlo. ¿Dónde queda la participación directa? ¿Dónde el poder de decisión de las trabajadoras?

En tercer lugar, este acuerdo no solo cierra en falso un ciclo de movilización: desactiva la posibilidad de que la sociedad tome partido en la defensa de su escuela pública. La gran manifestación prevista para el 10 de mayo pretendía interpelar al conjunto de la población sobre el deterioro del sistema educativo. El pacto frena en seco ese impulso, lanzando el mensaje de que la lucha ya ha concluido cuando apenas ha comenzado.

Desde CNT consideramos que se ha desaprovechado una oportunidad histórica para redefinir las relaciones laborales en el sector público. Se ha optado por la negociación de mínimos, sin alterar el modelo autoritario y burocrático de gestión educativa. En lugar de avanzar hacia una mayor participación, se ha reforzado el control desde arriba.

El malestar generado tras la firma de este acuerdo no es casual. Forma parte de un problema estructural: el modelo de comités de empresa, que desde CNT consideramos obsoleto y contrario a los principios de autogestión, participación y democracia directa.

El sistema de comités canaliza la acción sindical hacia una representación delegada y alejada de los centros de trabajo. La negociación colectiva se centraliza, se burocratiza y se aleja de las decisiones reales de la plantilla. Las elecciones sindicales convierten la acción sindical en una competencia electoral entre distintas marcas ideológicas, y no en un proceso de empoderamiento colectivo. El resultado es un sindicalismo dependiente de la administración, acomodado y cada vez más ajeno a las necesidades reales del profesorado.

Frente a esto, desde CNT defendemos el modelo de secciones sindicales: estructuras organizadas desde los propios centros de trabajo, donde las decisiones se toman en asamblea y la acción sindical parte de las necesidades reales y concretas de cada colectivo. Estas secciones permitirían, en el sector educativo público, desarrollar pautas de negociación directa con la administración desde una posición horizontal, autónoma y libre de pactos opacos.

Las secciones sindicales no necesitan comités, ni subvenciones, ni liberados ajenos ni al centro de trabajo ni al aula. Se sostienen con la implicación directa de las personas trabajadoras, organizadas desde abajo. Son un instrumento de lucha, pero también de construcción de una cultura sindical nueva: libre, solidaria y transformadora.

En el sector educativo, esto implica que los claustros y las comunidades educativas vuelvan a ser espacios de soberanía, capaces de decidir sobre sus condiciones laborales, sus ritmos, su modelo pedagógico. Implica romper con el verticalismo institucional que convierte al profesorado en ejecutor pasivo de decisiones tomadas en despachos lejanos. Y, sobre todo, implica dotarse de herramientas para una acción sindical coherente con los fines que decimos defender: educación pública, de calidad, transformadora y arraigada en la realidad social.

La firma del nuevo acuerdo en la educación pública vasca es pues una decepción para quienes apostamos por un cambio profundo. No solo por las escasas mejoras que incluye, sino porque entierra el potencial transformador que había despertado la movilización colectiva.

Desde CNT, reafirmamos nuestro compromiso con una lucha sindical basada en la autonomía, la horizontalidad y la acción directa. El sindicalismo no puede limitarse a negociar condiciones laborales; debe ser una herramienta para cambiar las relaciones de poder en el trabajo y en la sociedad. Y eso solo es posible si nos organizamos desde abajo, construyendo secciones sindicales vivas, combativas y con capacidad real de decidir.

La lucha no ha terminado. Al contrario: es ahora cuando debe recomenzar, desde las aulas, desde los centros, desde las asambleas. Porque la educación es un bien común, y solamente desde una organización libre y horizontal podremos defenderla.


Analisia CNTren ikuspegi anarkosindikalistatik

Azken hilabeteotan, EAEko hezkuntza publikoaren sektoreak azken hamarkadetako mobilizazio aldirik bizienetako bat bizi izan du. Greba-deialdi ugariek —dozena bat lanuzte eta mota askotako mobilizazioak barne— ez zuten soilik lan-baldintza zehatzei buruzko ezinegona erakusten; indarrean dagoen lan-harremanen eredua agortuta dagoela ere adierazi nahi zuten.

CNTtik ulertzen dugu borroka-ziklo horrek gizarte-eskaera zabalagoa islatzen zuela: alegia, hezkuntza-sistema gobernatzeko modua errotik aldatzeko eskaera, ikastetxeen autonomia handituz, irakasleei hitza itzuliz eta hezkuntza-komunitate osoa ahaldunduz. Grebek ez zituzten soilik soldata-hobekuntzak edo ratioen jaitsiera eskatzen; gure ikuspuntutik, hezkuntza publikoaren sektoreko lan-harremanetan prozesu eratzaile bat abiaraztea ere bazuten helburu. Testuinguru horretan, grebak konbikzio osoz babestu zituzten langile askok etsipen sakona bizi dute orain: euren esfortzua alferrikakoa izan dela sentitzen dute, bai eta, aldez aurretik erabakita zegoen eta langileen benetako parte-hartzerik izan ez duen negoziazio batean, presio-indar gisa erabiliak izan direla sentitu ere.

Izan ere, Hezkuntza Sailak eta sindikatu gehienek sinatu duten akordioak konponbide faltsu bat ekarri du. Hilabeteetako borrokaren ondoren, “historikotzat” jo duten akordio berriak mobilizazioak supituki desaktibatu ditu eta bertan behera utzi du iragarritako greba-egutegia. Aukera paregabea galdu da hezkuntza-sistemako lan- eta partaidetza-baldintza estrukturalak birpentsatzeko. Emaitza: hobekuntza puntual batzuk, baina inolako aldaketa sakonik gabe. Are gehiago, akordioak negoziazio-eredu bertikal eta itxia indartzen du, langileen parte-hartze zuzena edukiz hustuz.

Akordioa arrakasta gisa saldu dute: hiru urtean %7ko soldata-igoera, ratioen murrizketa sinbolikoak eta desburokratizaziorako hitzemate lausoak.  Sindikalismoaren ikuspegi demokratiko eta eraldatzaile batetik lan egiten dugunontzat, balantzea kezkagarria da.

Lehenik eta behin, edukiagatik. Ratioen jaitsiera ikasle 1 edo 2koa da etapa jakin batzuetan, eta oso modu mugatuan aplikatuko da. Desburokratizazio-neurriak aholku-batzordeetara mugatzen dira, benetako eraginkortasunerako bermerik gabe. Behin-behinekotasuna, sistemaren arazo larrienetako bat, bere horretan uzten da: ez dago behin-behineko irakasleentzako benetako finkatze-mekanismorik, ez eta prekarizazio-ereduari aurre egiten dion neurririk ere.

Bigarrenik, formagatik. Akordioa, enpresa-batzordeen ereduari jarraiki, ateak itxita negoziatu da. CNTtik eredu hori baztertu egiten dugu, daukan izaera ordezkari, delegatibo eta gardentasunik gabekoagatik. Erabaki nagusiak sindikatuen goi-karguen eta administrazioaren artean hartzen dira, behetik benetako kontrol-mekanismorik gabe. Kasu honetan, sindikatuek sinatzea erabaki aurretik, afiliatuek ez dute ez denborarik ez aukera errealik izan akordioaren edukia eztabaidatzeko edota onartzeko. Non dago langileen parte-hartze zuzena? Non erabakitzeko euren ahalmena?

Hirugarrenik, akordio honek ez du soilik mobilizazio-zikloa modu faltsuan itxi: gizarteak bere eskola publikoa defendatzeko aukera ere zapuztu du. Maiatzaren 10erako aurreikusten zen manifestazio jendetsuak gizarte osoa hezkuntza-sistemaren hondatze-prozesuaz interpelatzea zuen helburu. Akordioak bat-batean eten du indar hori, borroka amaitu dela iradokiz, benetan hasi ere egin ez zenean.

CNTtik uste dugu aukera historiko bat galdu dela sektore publikoko lan-harremanak birdefinitzeko. Gutxienekoen negoziazioaren alde egin da, hezkuntzaren kudeaketa autoritario eta burokratikoaren eredua aldatzeko inolako nahirik gabe. Parte-hartze handiago baterantz aurrera egin ordez, goitik beherako kontrola indartu egin da.

Akordioaren sinadurak sortutako ezinegona ez da kasualitatea. Egitura-arazo baten parte da: enpresa-batzordeen eredua bera, CNTtik zaharkitutzat eta autogestioaren, parte-hartzearen eta demokrazia zuzenaren aurkakotzat jotzen duguna.

Batzorde-sistemak ekintza sindikala ordezkaritza delegatura bideratzen du, eta lan-zentroetatik urruntzen da. Negoziazio kolektiboa zentralizatu egiten da, burokratizatu, eta plantillaren erabaki errealetatik aldentzen da. Hauteskunde sindikalek ekintza sindikala marka ideologikoen arteko lehiaketa bihurtzen dute, botere kolektiboaren eraikuntza-prozesu bihurtu beharrean. Ondorioz, administrazioarekiko mendekotasunean oinarritutako sindikalismo bat sortzen da, konformista eta  irakasleen behar errealekiko gero eta arrotzagoa.

CNTtik, horri guztiari aurre egiteko, sail sindikalen eredua defendatzen dugu. Sail sindikalak lan-zentroetatik bertatik antolatutako egiturak dira, non erabakiak asanbladen bidez hartzen diren eta ekintza sindikala kolektibo bakoitzaren behar erreal eta zehatzetatik abiatzen den. Hezkuntza publikoan, sail hauek administrazioarekin negoziazio zuzena garatzeko aukera emango lukete, ikuspegi horizontal, autonomo eta garden batetik.

Sail sindikalek ez dute batzorderik, dirulaguntzarik edo lan-zentrotik edo gelatik kanpoko liberaturik behar. Beheko mailatik antolatutako langileen inplikazio zuzenarekin sostengatzen dira. Borrokarako tresna dira, bai eta kultura sindikal libre, solidario eta eraldatzaile berri bat eraikitzeko bitartekoa ere.

Hezkuntza-sektorean, honek klaustroek eta hezkuntza-komunitateek berriz euren burujabetza berreskuratzea lekarke, lan-baldintzak, erritmoak eta hezkuntza-eredua erabakitzeko gaitasuna bermatuz. Halaber, modu horretan instituzioen bertikalismoarekin ere apurtuko litzateke, bai eta irakaslegoa bulego urrunetan hartutako erabakien betetzaile pasibo bihurtzea ekidin ere. Eta, ororen gainetik, sail sindikalen eredua ekintza sindikal koherente baterako tresna da, defendatzen dugun hezkuntza-mota gauzatu dadin: publikoa, kalitatezkoa, eraldatzailea eta errealitate sozialari errotua.

Euskal hezkuntza publikoan sinatutako akordio berria, hortaz, etsipen hutsa da aldaketa sakon baten aldekoak garenontzat. Ez soilik eskaintzen dituen hobekuntza urriengatik, baizik eta mobilizazio kolektiboak piztutako ahalmen eraldatzailea lurperatzen duelako.

CNTtik berriro ere autonomia, horizontalitatea eta ekintza zuzena oinarri dituen borroka sindikal batekiko gure konpromisoa berresten dugu. Sindikalismoa ezin da lan-baldintzak negoziatzera mugatu; lan- eta gizarte-harremanak aldatzeko tresna izan behar du, eta hori soilik da posible beheko mailatik antolatzen bagara, erabakiak hartzeko benetako gaitasuna duten sail sindikal bizi eta borrokalarien bidez.

Borroka ez da amaitu. Aitzitik: orain hasi behar da berriro, geletatik, zentroetatik, asanbladetatik. Izan ere, hezkuntza guztion ondasuna da, eta soilik antolaketa libre eta horizontal baten bidez defendatu ahal izango dugu.