21 noviembre, 2024

ABRIL DE 1931. LLEGA LA REPÚBLICA

Y con esto llegó la República y un nuevo gobernador civil Gabriel Martínez de Aragón, que extenderá su mandato entre el 19 de abril y el 30 de diciembre de 1931, en que lo sustituirá José María Amilibia (hasta el cuatro de octubre de 1932)1. Pronto se vio que el cambio de poncios no iba a significar mayor libertad y comprensión para las aspiraciones de la CNT, en la medida que las últimas superaban a lo dispuesto por los republicanos de partido.

Domingo Germinal
Domingo Germinal en los años 30

Proclamada la República en abril de 1931, el entusiasmo también se adueñó de Vitoria y no mucho más tarde la decepción producida por el camino escogido por aquellos republicanos que hasta semanas antes habían pastado en buen número en el pesebre monárquico de los seguidores de Sagasta. El periodo se inicia con mítines y conferencias encadenados2: el 18 de abril el legendario Domingo Germinal diserta en la sede social («Reorganización y educación sindical«), el 19 en la sala Ideal suben a la tribuna en acto de afirmación sindical Manuel Fernández Vallejo, Orille y el citado Domingo Germinal, y el 20 otra disertación en el sindicato a cargo de Vallejo («Bases sociales y sociológicas de la CNT«). El primero de mayo los reconocidos Ricardo Sanz, José María Martínez y Ascaso en gira norteña (Bilbao, Vitoria y San Sebastián) llamaron a fortalecer los sindicatos y a no dejarse engañar por los políticos, por muy republicanos que se dijeran.

Las cifras sobre la presencia confederal en Vitoria, ahora aposentada en la calle Ortiz de Zárate, 24, bajo, son imprecisas. Escasos parecen los cuatrocientos afiliados que se le atribuyen en algunas ocasiones a tenor de las luchas llevadas a partir de 1930, de su presencia en 1936 en los batallones anarquistas del Norte, de los numerosos detenidos con nombres y apellidos durante los años republicanos (sabemos de más de un centenar), del número de asesinados y de las informaciones de Vidiella para el que era una de las zonas con más grupos anarquistas organizados3. Muy escasos cuando al mismo tiempo se reconoce su fuerza en los ramos del metal (en la huelga de diciembre de 1930 el paro en la fabrica Ajuria, la más importante, superó las quinientas personas, y en la huelga de mayo de 1931 alcanzó a la totalidad de los obreros)4 y la construcción, su presencia entre los hojalateros, carboneros, curtidores, saqueras5 y otros gremios6 y su hegemonía entre los parados y emigrantes (conviene aclarar por ser tópico, falso tópico y extendido de nuevo, que efectivamente era mayoritaria entre los emigrantes, cosa natural si se conoce la ideología de CNT, pero con nutrida presencia de autóctonos ¿a quién le duele? como confirman los apellidos muy de la tierra de muchos de los militantes de los que se conoce el nombre). Las fuentes oficiales no son fiables porque en muchas ocasiones los sindicatos confederales no estaban legalizados por desinterés de la CNT o a causa de la supuesta ilegalidad de sus Estatutos (en 1932 fue rechazada la inscripción del sindicato ferroviario de Vitoria7 porque sus estatutos rehusaban la mediación de la autoridad en caso de conflicto, y tampoco se pudo legalizar un sindicato en La Puebla de Labarca). Y también como ya denunciaba Atanasio Rituerto en 1930 porque otras entidades sindicales no daban de baja a afiliados pasados a CNT. Otras fuentes suben el número a 750 y Manuel Pérez8 en su informe de los efectivos de la Regional Norte al Pleno Nacional, fines de 1931, habla de «Comarcal de Guipúzcoa y Álava» con comité ubicado en Tolosa y dice que la Federación Local de Vitoria contaba con cuatro sindicatos y 1.300 afiliados.

Por otro lado los actos públicos que realiza la CNT agrupan con regularidad a más de tres mil personas. Desde luego la representación (280 afiliados) con la que se acudió al congreso confederal tiene poco sentido por lo baja9. Sí parece seguro que la cifra fluctuó bastante en razón de la represión que prácticamente de manera continua sufrió entre 1931 y 1936. En todo caso lo incontestable es que la casi totalidad de las luchas las dirigió el Sindicato Único, frecuentemente contra los restantes sindicatos (UGT, SOV y Católicos), los cuales con repetición irritante ejercieron de esquiroles, que su influencia práctica era muy superior a la de los restantes sindicatos y que los que seguían las directrices del Sindicato Único, estuvieran o no afiliados, eran muchísimos. Igualmente parece indiscutible el predominio de las tesis anarquistas sobre las sindicalistas (la influencia de Isaac Puente, Atanasio Rituerto, Daniel Orille, Mariano Gutiérrez, Valentín García y Andrés Sarrate entre otros pesaba y cuando los conflictos internos entre faístas y treintistas se plantearon, los segundos no encontraron eco ni en Vitoria, ni en Maeztu ni en las tierras de La Rioja norteña)10, de donde las varias huelgas generales desencadenadas en Vitoria, las numerosas detenciones bajo acusaciones de desórdenes públicos, coacciones, sabotajes, asaltos económicos y posesión de armas y explosivos (famosas las del Campo de los Palacios en abril de 1932, la detención del comité de huelga metalúrgico tras la muerte de un sereno en choque con sindicalistas el 15 de febrero de 1932), las largas temporadas de clausura del local sindical, la no menos innegable persecución de sus afiliados por parte de las instituciones, incluido el ayuntamiento (expulsión de las obras municipales de los afiliados de CNT) y de los empresarios (la sección de camareros deja la CNT en octubre de 1933).

Recorte de La Libertad del 16 de febrero de 1932
Noticia de la clausura del Sindicato Único.
Recorte de La Libertad del 16 de febrero de 1932

Es fácil criticar a la CNT, sobre todo ahora. En los últimos tiempos estamos asistiendo a una oleada de comentarios y estudios académicos empeñados en destacar el republicanismo de la CNT en tiempos pretéritos y en convertir a algunos notorios anarquistas, en republicanos de pro. Hay quien atribuye este maremágnum a una sibilina campaña del PSOE, empeñado en que se identifique todo el izquierdismo de los años treinta con republicanismo y hacer del PSOE de hoy, único heredero de ese izquierdismo y ese republicanismo. Como ciertamente no faltan descendientes genéticos de algunos ilustres anarquistas que se han enrolado en las filas socialistas y han alcanzado cargos de relumbrón (ministerios belicosos incluidos), los interesados en digerir el bocadillo no escasean.

Pero yendo al grano ¿ha sido el movimiento anarquista republicano? No nos duelen prendas: lo ha sido en la práctica siempre. Lo que no ha sido nunca es republicanismo electoral y parlamentario, lo que no ha sido nunca es republicano de partido.

Los que no han sido casi nunca republicanos son los que se decían republicanos. Ese es el problema.

El movimiento libertario se hubiera sentido bastante a gusto con un republicanismo estilo Barriobero, republicanismo federal con conciencia social. Eran la mayoría de los denominados republicanos los que no querían el republicanismo barrioberista.

Desde que el bakuninismo penetró en nuestras tierras y fundido con el obrerismo se convirtió en FRE (Federación de la Región Española) fijó su alternativa política: «república federal democrática» y para que no hubiera confusión en la Conferencia de Valencia de septiembre de 1871 definió la expresión como «propiedad colectiva, anarquía y federación económica». Entonces existía una potente facción republicana federal insurreccional y una parte dio por buena esa interpretación y se enroló en el anarquismo; otra parte, no…y no lo hizo porque discrepaba de la propiedad colectiva…eran republicanos federales burgueses y el insurreccionalismo les hacía temblar tanto como a los monárquicos. Pero está claro que incluso con estos últimos republicanos existió siempre una cierta connivencia porque coincidían en algunos objetivos: rechazo del caciquismo, rechazo del militarismo, rechazo del poder ecesiástico, rechazo de la monarquía.

Treinta años más tarde en el último número de La Dinamita dirigido por Blázquez de Pedro, diciembre de 1903, se inserta un texto en el que el autor se declara anarquista. Dice que antes aún que anarquista es republicano porque al igual que para alcanzar la madurez hay que pasar por la adolescencia para llegar a la anarquía hay que pasar por la república. Con ello quería decir que para alcanzar la anarquía, antes había que acabar con el poder eclesiástico, con el caciquismo y con el militarismo.

Recorte de la portada de Solidaridad Obrera 14 de abril de 1931
Triunfo de los republicanos.
Recorte de la portada de Solidaridad Obrera del 14 de abril de 1931

Cuando en 1931 se proclama la II República el movimiento libertario, tanto la CNT como la FAI, no se mostraron en desacuerdo con la misma. Quieras que no significaba que la odiada monarquía, la que, entre otras cosas, llevaba cuarenta años mandando a los obreros a combatir en Cuba, Filipinas y África, se había derrumbado.

Si analizamos con más detalle cuál fue la postura de los anarquistas y confederales ante la implantación del nuevo régimen en 1931, observamos varias maneras distintas de valorarlo.

Por un lado, cierto número de ellos consideraron que el nombre de república era suficiente para sumarse a ella. Echaron por la borda los principios apolíticos y se afiliaron a determinados partidos (de modo relevante a la finalmente denominada Izquierda Republicana). Sería el caso de Salvador Quemades, por ejemplo.

Por otro lado, cierto número trató de conciliar el republicanismo con el sindicalismo revolucionario. Sería el caso de Ángel Pestaña y su Partido Sindicalista.

Por otro lado aún, cierto número llevaron más lejos esa conciliación: sin dejar de abandonar sus creencias anarquistas, entendieron que las circunstancias (sobre todo el entusiasmo popular por la recién nacida, pero también otros motivos: impedir el triunfo derechista en ayuntamientos, no dejarse avasallar por UGT o algunos grupúsculos marxistas) obligaban a «participar» en las elecciones municipales…eso explicaría los varios cientos de concejales y alcaldes alcanzados en candidaturas independientes, candidaturas sindicales, candidaturas populares e incluso ubicados en las listas de algún partido republicano.

Es un detalle el anterior en el que conviene detenerse brevemente. En más de un lugar, por extraño que pueda parecer con la perspectiva actual, había agrupaciones locales de partidos que en realidad estaban controladas por el sindicalismo libertario. Estamos acostumbrados a hablar de entrismo partidista para controlar un sindicato, pero en los años republicanos (guerra incluida) también ocurrió lo contrario: existieron agrupaciones de partido que en realidad seguían las pautas marcadas por el sindicato local de la CNT e incluso habían sido creadas por la CNT. Eso sí, ninguna candidatura se denominó literalmente FAI o CNT. Las apariencias de pureza se mantuvieron.

La participación se dio en no pocos municipios de Andalucía, Galicia, norte de Aragón, Burgos, Gerona, Extremadura, etc. Y se afinó mucho en cuanto a coherencia y democracia directa, encontrándose soluciones ciertamente peculiares e imaginativas: a) discutir los órdenes del día de los ayuntamientos en las asambleas del sindicato, entendiéndose que los concejales venían a ser más o menos como las secretarías de las juntas sindicales, b) declarar los ayuntamientos, concejos abiertos, o sea, tomar los acuerdos por parte de los vecinos asambleariamente. Está claro que la derechización progresiva de la República, dificultó esas soluciones. Añadamos que la presencia de muchos confederales en Izquierda Republicana y similares extremó las tesis de esos partidos que sobre todo en muchos pueblos se nutría mayoritariamente de cenetistas. En tierras alavesas no fueron pocos (en determinados pueblo más que en la capital) los que militaron al mismo tiempo en CNT e IR y en principio no significa que lo segundo fuera más relevante que lo primero.

Primer aniversario de la República en Vitoria 1932
Mujeres alavesas en Vitoria durante el primer aniversario de la República en 1932

No negaremos que parte importante se mostró reticente hacia la Republica y tal vez por eso se suele echar la culpa al extremismo anarquista del cuesta abajo de la república: no la dejaron desarrollarse, se dice. No fue realmente así. Hasta los más faístas en mítines de 1931 sin declararse específicamente republicanos, aseguraban que la defenderían ante un ataque de la reacción y se opondrían a cualquier movimiento secesionista territorial insolidario (se pensaba básicamente en los catalanistas) con la declaración de la huelga general revolucionaria. Con lo que no comulgaban es con que el cambio se limitara a sustituir un rey por un presidente de la república, la rojigualda por la tricolor. ¿Por qué no podían interpretar «república» como venían haciéndolo desde hacía sesenta años, desde la Conferencia de Valencia? O sea, que la res publica, la cosa pública, era efectivamente cosa de todos.

Con seguridad las palabras pronunciadas treinta años atrás en La Dinamita no se rechazaban. Lo lamentable es que día a día se comprobaba que la niña (la república) que había de convertirse en adulta (la anarquía) no lo lograría nunca porque estaba afectada de enanismo congénito. Y la oronda dama que representaba a la república, adiposa ella, rebosaba de grasa, no de músculo. Ese fue el problema. Los republicanos además de no ser muchos, tampoco destacaban por su sensibilidad social. Temían más al poder popular que al poder de la derecha y no eran capaces de controlar ni a uno ni a otro. Tibios y palabreros, gentes de parlamento y ayuntamiento, gentes que todo lo confiaban a diputados y concejales.

Se podría terminar afirmando que o bien los únicos republicanos verdaderos eran los anarquistas o bien que los anarquistas no eran republicanos al uso. La disyuntiva, bien mirada, no existe. En verdad la única república verdadera era la de los anarquistas. El único concepto verdadero de república es el anarquista y con su decadencia se ha perdido el significado profundo de la palabra. Sólo una reaparición vigorosa de la ideología libertaria, hará posible que se pueda hablar verdaderamente de respublica, de república. De contenidos, no de apariencias. Cuidado, pues, con toda esa canalla que ha decidido ahora (tras permanecer treinta años silenciosa cuando no adicta al botafumeiro) que el rey no les sirve, que el rey y su cuadrilla roban, que el rey se refocila con amantes, que les mola la república.

Como dijera el compañero Peñalver dos veces trajo el movimiento libertario a España la república, dos veces se la dejaron arrebatar los que decíanse republicanos porque en realidad no lo eran.

No se trata de que en vez de rey tengamos presidente de la república.
Dos corbatas demasiado caras.
La respublica-república exige traje completo nuevo.

Miguel Íñiguez y Juan Gómez Perín


1 Con estos gobernadores civiles tuvo que lidiar la CNT. Se indica la fecha de su nombramiento.
Gabriel Martínez de Aragón Urbistondo, 19-4-1931.
José María Amilibia Machimbarrena, 30-12-1931.
Fernando Solazábal Narbaiza, 4-10-1932.
Rufino García Larrache, 9-12-1932.
Mariano Campos Torregrosa, 29-8-1933.
José Castelló Soler, 14-9-1933.
Pedro García Dorado, 10-11-1933.
Emilio Novoa González, 22-12-1933.
José Bermúdez de Castro, 28-5-1934.
Alberto Insúa, 27-11-1935.
Luis Angulo Luis, 1-1-1936.
Emilio Francés Ortiz de Elguea, 22-2-1936.
Ramón Navarro Vives, 15-3-1936.
(Joan Serrallonga, El aparato provincial durante la Segunda República. Los gobernadores civiles, 1931-1939. Hipania Nova, 7 (2007), anexo.

2 La Libertad, 18-4-1931.
El seis de junio, según anuncia La Libertad de 5-6-1931, conferencia de Orille, secretario del Sindicato Único, sobre «Importancia en la lucha de los Sindicatos de Industria«.

3 Que por otro lado no hemos podido confirmar con precisión. Damos por supuesto que Orille, Puente, Sarrate y otros muchos eran anarquistas, pero desconocemos el nombre de los grupos a que pudieran pertenecer. Tan sólo sabemos de la existencia de una Federación Local de Grupos Anarquistas y del grupo Espartaco en 1936.

4 La Libertad, 8-5-1931 dice que hoy habrá huelga en Ajuria porque así se acordó ayer en el Sindicato Único.

5 La Libertad, 6-5-1931 relata una reunión de la empresa saquera de Juan Bauitsta Alfaro (“La Carmela”) entre la comisión del Sindicato Único, la patronal y casi todas las trabajadora cara a lograr mejoras salariales y sociales en la que se vio una posible solución al conflicto en la aceptación de un salario mínimo en los destajos, que se concretaría en una próxima reunión en la sede del sindicato confederal. En el ejemplar de 13-6-1931, aclaraciones de Orille sobre la situación en la fábrica de tejidos de yute y saquerío del señor Alfaro.

6 Las noticias sobre la presencia del SU en empresas concretas son numerosas: Juan Bautista Alfaro (La Carmela), Ariza (según La Libertad, 18-11-1931, los trabajadores rechazan los comités paritarios), Armentia y Corres (La Libertad, 20-10-1931), La Metalúrgica-Ajuria, Sierras Alavesas, etc.

7 En Solidaridad Obrera, 13-8-1932, firmada por su Corresponsal se lee que el 29 de julio se celebró una asamblea muy numerosa de los obreros ferroviarios de Norte y Anglovasconavarro para constituir la subsección ferroviaria de la FNI Ferroviaria. Se trataron tres puntos: lectura y aprobación de estatutos, nombramiento de cargos y asuntos varios. En varios se acordó denunciar en la Soli y La Tierra la pretensión de desplazar a unos trabajadores de la estación de La Peñuela por su repulsa al jefe de estación (un tirano, del que se pide la dimisión). A su final, Orille expuso la necesidad de ingresar en CNT, sugerencia aprobada con subido entusiasmo.

8 El Libertario de Madrid, 19-12-1931.

9 Existe otra realidad de la que se ha hablado poco, porque se sabe poco: se contaba con una Federación Local y también con una Federación Comarcal. Y con bastante probabilidad no se computan los afiliados de la Comarcal, o sea, de pueblos como Maeztu.

10 La CNT vitoriana funcionó asambleariamente (son numerosas las noticias en la prensa local referidas a celebración de asambleas en la sede confederal. Por ejemplo en La Libertad, 12-6-1931, el secretario Orille convoca al ramo del hierro para dar respuesta a una propuesta de UGT tendente a actuar conjuntamente en reivindicaciones del ramo. En el mismo diario, 19-10-1931, convocatoria de asamblea metalúrgica en el cine Ideal para tomar acuerdos sobre la necesidad de acabar con el trabajo a prima, supresión de días festivos entre semana y definición económica y social del proletariado metalúrgico. En La Libertad, 24-10-1931, referencia a la asamblea del ramo de la construcción.