Hay quienes escriben que la CNT se había quedado aislada progresivamente del resto de la izquierda, pero no queda claro a qué izquierda se refieren ni qué significa quedarse aislada. En realidad nació y creció aislada porque sus objetivos discrepaban radicalmente de cualquier otra organización sociopolítica y porque muy pronto se manifestó que a los republicanos de partido la CNT les producía más temor, mucho más, que los monárquicos, conservadores o reaccionarios varios.
Aseguran que el nuevo gobernador se vio obligado a neutralizar por la fuerza la radicalización del anarquismo. Hablan de un amago de huelga general en solitario de la CNT en febrero de 1932 que acarreó la muerte del guardia municipal Clemente Foronda, el cierre de la sede confederal, la ilegalización del sindicato y una treintena de detenciones, lo que no amilanó a CNT: continuaron los incidentes en perjuicio sobre todos de los comerciantes vitorianos, llegándose a plantear el gobernador la creación de una milicia ciudadana. El enfrentamiento estalló el 14 de abril de 1932, un mes después de reabrirse la sede confederal. La muerte de otro guardia municipal Fidel Perea, y la destrucción de docena y media de postes eléctricos que dejaron en tinieblas a la ciudad, acarrearon lo mismo: clausura de la sede, detención de varios confederales (bastantes más de varios, matizamos nosotros) y declaración de indeseables por parte del ayuntamiento de los confederales. Analicemos más detalladamente la situación y los hechos.
Es claro que la provincia era de derechas, con presencia izquierdista en Vitoria y con notable peso específico del anarquismo en la capital y algunos pueblos. El triunfo obtenido en diciembre de 1931 inundó de optimismo al Sindicato Único. Le hizo creer que estaba en disposición de convertirse en el sindicato hegemónico y casi único de Vitoria tal como sucedía en Barcelona, Coruña u otros lugares. En ocasiones recuerda a lo acaecido con la huelga de La Canadiense una década antes en Cataluña, pero a veces se olvida que a la mentada triunfante huelga siguió un contundente lock-out (cierre de empresas por parte de la patronal). Seguramente el Sindicato Único minusvaloraba a los que, por puro sentido común, iban a entrar en colisión con sus intereses.
A comienzos de 1932 Solidaridad Obrera1, publica un escrito firmado por L. de Altube (seudónimo no identificado) fechado a 30 de diciembre de 1931 en Vitoria. Si lo interpretamos como postura del sindicato vitoriano, la CNT confirmaba su optimismo y su confianza en atraerse a la inmensa mayoría de los trabajadores. Suena también a aviso al nuevo gobernador. Con tono de manifiesto mordiente llama a los metalúrgicos a salir de la apatía…a sumarse a la CNT…tanto a los desengañados de la política como a esos otros obedientes al cura y al patrón o aferrados al duro mendrugo…a oponerse a los que trataban de combatir a sus compañeros de explotación….a esos bichos dañinos como los esquiroles de Sierras Alavesas…L. Altube concreta: el dueño y gerente (D. Ezequiel Peciña) combate al obrero para, si vence, seleccionar al personal y bajar los sueldos…quiere imponer una jornada de cuatro días y guardar todas las fiestas eclesiásticas….ayudado por los encargados («animalejos») que no han querido reunirse con sus compañeros y están dispuestos para beneficiar al patrón a trabajar seis días cobrando cuatro (incluye los nombres de una docena de benditos vendidos), insensibles al hambre y las penalidades de los demás…lo suyo es obedecer solo les falta aceptar el derecho de pernada.
El nuevo gobernador Amilibia parecía tenerlo claro: su enemigo era el Sindicato Único y actuó para aniquilarlo. Aseguró que los conflictos no se resolverían por la acción directa sino o bien a través de los Jurados Mixtos (táctica ugetista) o por su mediación personal. También trató de crear discrepancias en el interior de la CNT, mostrándose comprensivo hacia Daniel Orille a quien decía respetar así como sus tesis sindicalistas. Cal y arena según conveniencias. La Libertad (7-1-1932) informa de que el gobernador rechaza la petición del Sindicato Único de abrir sus clausurados locales, pero Heraldo Alavés (8-1-1932), daba cuenta de la reapertura del Sindicato Único.
Por La Libertad (16-1-1932) (que reiteradamente ejerce de portavoz del gobernador) sabemos que la CNT se niega a formar parte de la Comisión Mixta provincial contra el paro, para disgusto del poncio que días antes había propuesto como una genialidad su creación con presencia del ayuntamiento, diputación y los cuatro sindicatos y no sólo para elaborar un censo de parados sino también del conjunto de los obreros.2 La CNT siguió al margen de esa Comisión por más que el gobernador intentara repetidamente atraerla3 con la ya conocida táctica del palo y la zanahoria. La Vanguardia de 17-1-1932, se movía en la misma dirección «Invitado el Sindicato único a formar parte de una comisión de autoridades y entidades que ha de encargarse de estudiar la crisis obrera, se ha negado a ello ante el gobernador el cual les hizo presente su contrariedad por tal negativa.» Pero es obvio que abundaba el juego sucio dirigido a subrayar el maximalismo confederal y a favorecer su aislamiento4 en acuerdo tácito de gobernador, empresarios, prensa y restantes sindicatos facilitado por el ambiente retrógrado de la ciudad, todos reacios a mostrarse comprensivos con las actitudes más o menos revolucionarias de la CNT. Y no menos obvio que el Gobernador prefería la compañía de los empresarios a la de los obreros organizados en el Sindicato único de CNT. En el fondo regía la máxima del «ya no hay Rey, somos republicanos, todo sigue igual». La CNT tenía otra idea de la república.
Decía Blázquez de Pedro en un artículo publicado en El Rebelde treinta años antes que los funcionarios de prisiones debían de estar agradecidos a los anarquistas porque de ellos vivían. Lo irónico del comentario, esconde sin embargo una gran verdad, evidente en el caso de la cárcel de Vitoria. Si se analiza el Libro de registros de la cárcel vitoriana, en un elevadísimo porcentaje los encarcelados son anarquistas y confederales y casi siempre por decisión o disposición gubernativa. En el periodo de mando de Amilibia el trasiego carcelario, el paso por las ergástulas vitorianas por deseo del gobernador es continuo y permanente. Se dice que CNT tensaba la cuerda con sus actividades, es posible, pero el Gobernador aún estiraba más. Pulso permanente.
A partir del 20 de enero la situación comienza a complicarse5: grupos de obreros parados recorren los tajos donde trabajan cuadrillas formadas por el Ayuntamiento, obligando al paro de aquellos, una comisión se entrevistó con el alcalde, anunciándole que habían tomado el acuerdo de no trabajar ninguno si no lo hacían todos. Hay detenidos.6 El 21-22 de enero pasan por la cárcel en calidad de gubernativos Tomás Angulo Candamio, Julián (Juan) Eguílaz Montoya, Cástor Lerma Marino, Apolonio Murcia Blanco, Venancio Martínez Cruzado, Andrés Mediero Monforte, José Núñez Gallardo, Domingo e Higinio Olave Ochoa, Julián Ortiz de Zárate y Jacinto Pérez Arenaza. La Libertad (27-1-1932)7 afirma que las autoridades han acabado con el paro obrero en Vitoria y que preocupadas por los acuerdos tomados por el Sindicato Único se ha dirigido al mismo exigiendo que revoque el acuerdo arriba citado. El mismo periódico (28-1-1932) dice que ayer una asamblea del Sindicato Único con los despedidos del patrón Eguinoa los revocó, a cambio, todos esos despedidos trabajarán en las obras municipales. Con todo, la CNT alcanzaba pequeños triunfos.
En 1932 van a la huelga las obreras saqueras afiliadas al Sindicato Único de La Carmela8 el Gobernador asegura que garantizará la libertad de trabajo, o sea, protegerá a los afectos a otros sindicatos (opuestos a la huelga), de paso convoca a las huelguistas, les expone la situación en estos términos nada menos: si persisten en esta huelga (ilegal según él) o dejan de trabajar en la empresa o ingresan en la cárcel, y para confirmar sus palabras detiene a presidente y secretario del sindicato de varios y a las cuatro obreras del comité de huelga…y casi de inmediato los libera para que asistan a una asamblea en la fábrica con participación del propio gobernador, la empresa, el Sindicato Único y las 64 trabajadoras y después de cuatro horas se alcanza un acuerdo con la firma de una nuevas bases de trabajo el día 3. En este caso no es tan claro que se tratara de otro pequeño triunfo.
También estalla un conflicto en la empresa Ajuria, la más importante de la provincia, al que la prensa en principio presta poco interés y que sin embargo fue el detonante de lo que siguió. Un conflicto que afectaba a lo más sagrado para la CNT: la solidaridad.
En febrero la situación se degrada notablemente9. La CNT en todo el país se mueve al ritmo de la llamada gimnasia revolucionaria, se ha producido la insurrección de Fígols y reconocidos activistas han sido deportados a África, bullen las calles, crece la sensación de que la revolución está en marcha. La CNT convoca huelga general en toda España en solidaridad con los deportados. En lo que concierne a Vitoria el gobernador el día 13 redacta un bando draconiano en el que amenazaba con aplicar a los perturbadores rigurosamente la Ley de defensa de la República y ordenaba la apertura de industrias y comercios (el comercio, las fábricas y los talleres abrieron, pero no se entró al trabajo). El bando se fija en las calles, grupos de obreros arrancan los pasquines, un sereno de nombre Clemente Foronda trata de impedir la acción y es muerto a tiros, se detiene a dos de los agresores, uno es el ciego José Gangutia, el otro Juan Cruz Luna, ambos de CNT.
Fuerzas del ejército y gran número de parejas en grupo de la guardia civil, patrullan por las calles. ¿Se repite diciembre? Ahora la oposición es más granítica: con el firme apoyo del gobernador, los afiliados al sindicato católico y a STV (la actual ELA) dicen estar dispuestos a todo (o sea, a acudir al trabajo) y la tercera pata sindical, la UGT se sumaba con un comunicado en el que rechazaba las intenciones del Sindicato Único de imponer la huelga general. Como en diciembre la CNT se queda sola en la lucha. El gobernador asegura que serán despedidos definitivamente los que no acudan al trabajo al día siguiente (hoy no deja de sorprender que un gobernador se permita estas palabras y goce de ese poder). Entre el 14 y 20 de febrero la cárcel de Vitoria se llena de confederales, al menos sesenta duermen entre rejas acusados de coacciones y excitación o simplemente por ser militantes de la Confederación. Días de trasiego y trabajo para los carceleros10. La sociedad de orden echó el resto en el entierro del sereno (presencia del ayuntamiento, Diputación bajo mazas, cuerpo de miñones, la guardia municipal nocturna y diurna, el gobernador civil la milicia, el clero y la Audiencia, al tiempo que el ayuntamiento entregaba a la viuda mil pesetas y acordaba darle el sueldo íntegro transmisible a sus hijos). Se ordenaba la clausura del Sindicato (al ir a aplicar la orden la policía se encontró con que no había puerta y sí un cartel que decía, «Ánimo, todos a la huelga».
La Libertad publicaba una carta de STV criticando a la CNT, ponía nombres y apellidos a algunos detenidos11, daba por fracasada la huelga por las medidas del gobernador (abundante policía, abundantes detenciones, al menos 32, expulsión del trabajo de todo huelguista). El Gobernador interpretaba las cosas poco menos que como una insurrección anarquista de carácter revolucionario que nada tenía que ver con los conflictos obreros, programada en varias provincias. También hablaba de la agresión sufrida por un afiliado de STV a manos de militantes del Sindicato Único12. No aludía a que el punto de arranque del conflicto residía en la empresa Ajuria: despedido el trabajador Demetrio Fernández, el Sindicato Único hizo causa común. Cierto que el conflicto se amplificó al producirse las deportaciones de reconocidos militantes de CNT de todo el país embarcados en el buque Buenos Aires rumbo a África y el Gobernador dio por supuesto que CNT extendería la huelga de Ajuria a todo el ramo metalúrgico y que incluso la convertiría en general y en consecuencia fijó el bando draconiano citado en las paredes de la ciudad13.
A partir del día 17 la situación se fue normalizando, así La Libertad, 17-2-1932, informaba de la liberación del comité de huelga de Sierras Alavesas14.
El 18 la ciudad recuperó el pulso, y la paz y el orden se impusieron, especialmente en el foco del conflicto (Ajuria): el Gobernador permitió y favoreció la celebración ese día de una asamblea de los trabajadores de Ajuria en el Frontón Vitoriano que acordaron la vuelta al trabajo, pero también la ratificación del comité de fábrica, exclusivamente constituido por militantes de CNT, para sorpresa y disgusto del mandatario que confiaba en que los otros tres sindicatos entrarían en el Comité15. Se volvió al trabajo aunque con alguna tensión: en esta ocasión agredido un militante del Sindicato Único en la fábrica16.
El uno de marzo (Heraldo Alavés, 1-3-1932) el Gobernador reiteraba que la acción directa del Sindicato Único no prevalecería mientras él ocupara el cargo, pero seguía con su política de palo y zanahoria: liberaba a una docena de presos gubernativos ese mismo día mientras que el día doce se llamaba andanas ante la petición del Sindicato Único de reapertura de su sede y de la liberación de presos puestos a disposición del ministro17. La CNT reaccionaba con manifestaciones callejeras para desazón del poncio que decía que no se valoraban sus gestiones para liberar a los presos, dos de los cuales habían abandonado la cárcel18. Heraldo Alavés, 14-3-1932, señalaba la aparición de hojas clandestinas contra el Gobernador firmadas por los presos gubernativos, al tiempo que iban abandonando la cárcel los detenido (hermanos José y Alberto Alonso Yuste, D. Mendizábal, Roque Angulo, Gerardo García Salazar y José Jiménez)19.
La Vanguardia (16-3-1932, 17-3-1932, 19-3-1932) prefería notificar, que El Gobernador conferenció con el gobernador general de Vascongadas (Calviño) sobre el ambiente social de Vitoria y que no estaba dispuesto a consentir manifestaciones callejeras sin su autorización. Coincidía con el Ayuntamiento que hacía constar su protesta por los sucesos de la calle (roturas de lunas por los revoltosos que pedían la libertad de los presos). El gobernados a los suyo, liberaba a cuentagotas a los presos y sacaba la guardia civil a caballo. ABC, 19-3-1932, escribía que habían sido liberados los presos que quedaban por la pasada huelga.
Isaac Puente en un artículo titulado «Un triunfo de la acción directa» publicado en Solidaridad Obrera, 22-3-1932 valoraba los hechos. El poncio de Álava ha querido meter en cintura a los sindicalistas. Un conflicto en la fábrica Ajuria que coincidió con la protesta por las deportaciones del Buenos Aires le sirvió de pretexto para clausurar el sindicato y detener a 45 confederales. Ante la protesta primero de los encarcelados y después de los compañeros en la calle, fue liberándolos por bloques: 15, 15, 2, 4…el aguante tuvo un límite y los presos se pusieron en huelga de hambre y en el exterior las manifestaciones fueron diarias, se rompieron algunas lunas y al día siguiente se alarmó el comercio, presionó la patronal y los liberó a todos.
El 29 de marzo se permite la apertura de la sede del Sindicato Único20 El toma y daca proseguía en este primer acto. El segundo se escenificó quince días después.
Miguel Íñiguez y Juan Gómez Perín
1 Solidaridad Obrera, 7-1-1932.
2 Heraldo Alavés, 11-1-1932.
3 Heraldo Alavés, 27-2-1932, 9-3-1932.
4 En La Libertad de 19-1-1932 leemos una carta de Vicente García (como miembro del comité de fábrica del Sindicato Único en Ajuria) en la que denuncia el reparto de una hoja clandestina apócrifa firmada por el Sindicato Único dirigida a enfrentarle a UGT y católicos.
La Vanguardia de 13-1-1932 alude a la crisis de trabajo, a los rumores de huelga general (según el gobernador propalados por elementos que pretenden mantener alarmada a la población) y a un conato de incendio en Ajuria, atribuido finalmente a un fallo eléctrico (Heraldo Alavés, 11-1-1932).
La Vanguardia de 16-1-1932, nos dice que el gobernador habla con don Carlos Ajuria para solucionar las diferencias entre obreros y patronos de su fábrica, que se sienten porque día a día crece la paralización de su negocio. En el ejemplar de 6-2-1932 se lee que el gobernador, enterado de las diferencias surgidas entre los obreros y el patrono de la fábrica Ajuria de Araya, viajó a esa población para mediar, pero con poco éxito y ante los periodistas expresó la gran contrariedad que le produce la conducta de los dirigentes del Sindicato Único, que después de haber firmado las bases de común acuerdo con los patronos, ahora no las respetan, y rogando a los periodistas que hagan constar en los periódicos que no se puede arrastrar a los obreros de la industria y comercio por un grupo de profesionales del desorden, y que está dispuesto a adoptar determinaciones enérgicas.
5 ABC, 22-1-1932, 23-1-1932, 24-1-1932. – La Vanguardia de 22-1-1932.
6 Libro registro de detenidos y procesados de la cárcel de Vitoria.
7 También en Heraldo Alavés, 27-1-1932, la advertencia del gobernador.
8 La Libertad, 2-2-1932, 3-2-1932 y ABC, 4-2-1932.
9 La Vanguardia, 16-2-1932 y 17-2-1932. – ABC, 16-2-1932, 17-2-1932, 18-2-1932, 19-2-1932. – La Libertad, 15-2-1932, 16-2-1932, 17-2-1932. – Heraldo Alavés, 15-2-1932, 17-2-1932.
10 Según el libro de registros y procesados de la cárcel los siguientes: Francisco Alda, Alberto y José Alonso, José Angulo, Roque Angulo, Guillermo Arrizala, Martín Azpiazu, José Baratas, Antonio Diéguez, Juan Eguílaz, Juan Fernández, Benito Fernández de Arroyabe, Columba Fernández, Demetrio Fernández, Jesús Gangutia, Gerardo García de Salazar, Honorato García, Valentín García, José María Imaz, Eduardo Irigoyen, José Jiménez Aberasturi, Gregorio Larrumbe, Antonio y Ricardo López de Calle, Primitivo López de Calzada, Juan Luna, José Manzanares, Nicasio de Marcos, Francisco Martínez, Victoriano Martínez, David Mendizábal, Matías Ochoa, Valentín Ochoa, Jacinto Ortiz de Zárate, Ildefonso Otero, Julio Palacios, José Paumero, Abundio Pérez, Gregorio Puelles, Atanasio Rituerto, Práxedes Rozas, Zacarías Ruiz Cerezo, Ildefonso Ruiz de Aguirre, Fermín Samaniego, Andrés Sarrate, Gerardo Unda, Epifanio Uriarte, Julio Urraca, Vicente Valdivielso, Julián Valle, Bernabé Villambiste, Severino Yuste.
11 La Libertad, 15-2-1932: Roque Angulo Montoya, Julio Urraca Valmaseda, Práxedes Rozas, los tres por coacciones, Honorato García, por excitación, Andrés Sarrate, Antonio López Calle, Demetrio Fernández, José Alonso Yuste, la comisión de huelga de Sierras Alavesas (por negarse a firmar con el patrón): Atanasio Rituerto, Vicente Valdivielso San Pedro y Jose Baratos Robador, y el comité de huelga metalúrgico (Valentín García, José Pahomero, Abundio Pérez, Martín Azpiazu y Zacarías Ríos). También en Heraldo Alavés, 15-2-1932, lista de detenidos, aunque con algunos cambios en los nombres: Práxedes Rosas Garde, Honorato Gómez Jiménez, Zacarías Rico, José Posanero, Andrés Arrate Campaña, José Barata, Primitivo López, Gregorio Belmonte y con comentarios chuscos sobre el comité metalúrgico: detenidos en Gamarra mientras jugaban tranquilamente al mus. Señalaba además que el Gobernador había advertido a Isaac Puente a que no compareciese por Vitoria estos días. En La Libertad, 16-2-1932: José Jiménez Aberasturi, Antonio Diéguez San Millán, Bernabé Villambiste, Francisco Martínez, Columba Fernández, Ricardo López Calle, Severiano Yuste Sáenz, Jacinto Ortiz de Zárate, David Mendizábal, Fermín Samaniego, Matías Ochoa, Francisco co Alda, Gregorio Sarrinde, Guillermo Arnáez y Victoriano Martínez. – Heraldo Álavés, 17-2-1932, añade más detenidos: Valentín Ochoa Legarra, Ildefonso Otero Pérez, Julián Valle Basabe, José Manzanares Calvo, Juan Eguilaz, Gerardo García Salazar, Gerardo Unda Sánchez, Alfonso Alonso Yuste, Antonio Rituerto. Señalaba la liberación de Columba Fernández, Valdivielso, Baratas y Rituerto.
12 La Libertad, 17-2-1932 hablaba de cuatro agresores a dos de los cuales ponía nombre (Juan Eguílaz y Nicasio Marcos). En la misma línea Heraldo Alavés, 17-2-1931, que exponía las palabras del agredido, un obrero afiliado a STV de nombre Gaspar Álvarez de Arcaya.
13 Heraldo Alavés, 5-2-1932, publicó el bando en su integridad.
14 La Libertad, 17-2-1932, bajo promesa de volver al trabajo, pero como uno de ellos, Atanasio Rituerto, mantuviera sus tesis, el gobernador lo represalió doblemente: mandó al empresario que lo despidiera y lo encarceló. Palo y zanahoria. A unos los excarcelaba, paralelamente encarcelaba a otros: Valentín García Segarra, Ildefonso Otero Pérez, Julián Valle Basabia, José Manzanares Calvo, Juan Eguílaz.
15 Heraldo Alavés, 19-2-1932, reseña de la asamblea.
16 La Libertad. El agredido Ildefonso Ruiz Ariz. Detenidos Nicasio Marcos, Atanasio Rituerto. Liberados Columba Fernández e Irigoyen.
17 La Libertad, 1-3-1932 y 12-3-1932. – Heraldo Alavés, 1-3-1932. Los excarcelados Jose Paumero Muros, Julio Urraca Valmaseda, Práxedes Rozas Igarde, Demetrio Fernández Sáenz, Fermín Samaniego, Antonio Diéguez, Ricardo López Calle, Juan Eguílaz, Nicasio Marcos, José María Imaz y Martín Azpiazu.
18 La Libertad 12-3-1931, 15-3-1932. – Heraldo Alavés, 10-3-1932. Los liberados ahora eran Gregorio Larrimbe y Antonio López Calle.
19 Heraldo Alavés, 14-3-1932, 16-3-1932.
20 La Libertad, 29-3-1932.