Durante muchos años estamos siendo testigos del progresivo deterioro de Osakidetza y estamos sufriendo las consecuencias como trabajadores, trabajadoras y personas usuarias.
Padecemos un sistema clientelar que perpetúa comportamientos autoritarios que han permitido fraude en la adjudicación de plazas y que obvia el déficit de recursos humanos y técnicos y la adecuación de las estructuras.
Somos testigos de cómo la inversión, que no alcanza la media europea, se dirige principalmente a la atención especializada-hospitalaria en detrimento de la atención primaria de salud, tanto en dotación de personal como de infraestructuras. Esto sin que vaya ligado a una disminución de las listas de espera para consultas especializadas, procedimientos diagnósticos e intervenciones quirúrgicas.
La escasa dotación de personal y de recursos en los centros de salud y la no sustitución de ausencias justificadas de su personal desemboca en la consiguiente sobrecarga del resto de la plantilla y deriva en una atención masificada con un número de pacientes incrementado y la consiguiente disminución del tiempo dedicado a cada uno -muy alejado en muchas ocasiones del que sería necesario- y jornadas interminables.
Esta situación puede variar en función del servicio, pero sobre todos los trabajadores y trabajadoras orbita la sensación de abandono, de no tener ningún control sobre nuestro trabajo, de no ser escuchadas por las gestoras y de ser víctimas de un trato claramente injustificado
y vergonzante por parte de éstas.
Mientras, la privatización de los servicios considerados no esenciales y no tan esenciales, se va produciendo cada vez a mayor velocidad, generando diferentes escenarios donde encontramos personal de segunda que son, si cabe, más maltratados y maltratadas por su condición de subcontratados. Simultáneamente, el número de seguros privados sigue creciendo, incluso promocionado por muchos de los que dicen defender la sanidad pública.
La crisis sanitaria está demostrando las dificultades a las que se tienen que enfrentar la plantilla que en muchos momentos no ha contado con los sistemas de protección individual ni con los recursos necesarios. Y no tanto por una falta de previsión sino porque partían de una situación inicial deficiente.
Es necesario presionar a las gestoras para que cambien su inacción por una aplicación de planes que den verdadera solución a las deficiencias estructurales de nuestro sistema de salud. Es la única
manera de que tanto trabajadores, trabajadoras y personas usuarias puedan conseguir un sistema de salud que realmente satisfaga sus necesidades.
Un sistema de salud público y no nuevamente de titularidad estatal. Donde las voces de las personas que trabajamos y usuarias sean escuchadas y sus opiniones tenidas en cuenta. Superando herramientas
inválidas que sólo sirven como propaganda institucional. En definitiva, un sistema de salud en el que tanto trabajadores como usuarios seamos participes en su desarrollo y en su gestión.
Y para conseguirlo es precisa la movilización del personal de Osakidetza pero también de los y las usuarias. La movilización desde la base es imprescindible. Las personas usuarias somos las actrices y actores necesarios para la construcción de un verdadero sistema público de salud, al servicio de toda la ciudadanía, con una atención centrada en las personas, orientada a la comunidad, con la accesibilidad como base y donde la atención continuada y coordinada este presente y sea real. Donde, en definitiva, no se precise de otro proveedor de sanidad privada y que supondrá una estratificación de la accesibilidad a la salud al contar con la variable económica para su acceso.
Son reivindicaciones que nos afectan a todas, por lo que invitamos a todos los que si crean que la sanidad pública a que se impliquen y participen en la lucha por lo que la salud sea el eje en torno al que giren las decisiones que se toman.
El día 28 de enero saldremos a la calle porque seguimos creyendo que hay alternativas.
CNT Osakidetza