Algunas tareas pendientes: el cine… y la revolución

Corría el ocho de marzo del 2020 cuando andábamos divulgando esta actividad que con pesar debimos suspender…

Cartel anunciador, marzo 2020

Y por fin, este domingo pasado sucedía, y retomábamos la gran pantalla en buena compañía, pero con cambios en el menú…

Ken Loach, 2007

Con algún problemilla técnico que afortunadamente acabó solventándose, el domingo 7 de noviembre a la hora torera se proyectó en la CNT vitoriana la película titulada En un mundo libre, de Ken Loach.

La casualidad hizo que me encontrara cuando iba para el local con dos amigos que ya la habían visto.

Uno me dijo que trataba de una mujer emprendedora que partiendo de cero y con mucho sacrificio y penalidades consigue montar una empresa de éxito.

El otro asintió y agregó que la película tenía motivaciones incluso clásicas porque venía a decir que por muy mal que estés, siempre hay alguien que está peor que tú. Principio negativo que en la actualidad se ha convertido naturalmente en positivo: por bien que vivas, etc, siempre hay alguien en mejor situación que tú.

Después de verla y alrededor de una taza de café, le dimos un repaso a la película, al mundo actual y a la libertad y felicidad a la que estamos sometidos.

Es curioso pero nadie vio lo mismo que mis amigos.

De selecciones y de elegidos…

La protagonista harta de ser explotada decide montar un negocio, con buenas intenciones, en la actividad que controla. No, no sale bien. El negocio al final consiste simple y llanamente en robar a unos desgraciados.

El cebo económico es muy sabroso y es fácil creer que te lo puedes comer (ahí tenemos a los futbolistas o influyentes varios). Este es un mundo libre lleno de posibilidades, sólo hace falta ser un poco más listo, tener menos escrúpulos o manejar mejor la pelota… Cualquier habilidad es buena para saltar de la rueda donde nos encontramos a otra más grande, con un diente más. Sólo tenemos que quitarle ese diente a una rueda más pequeña que la nuestra. Así funciona el engranaje que mueve la gran máquina piramidal capitalista.

En la película, la bondad (o si se quiere, la solidaridad) de la protagonista con los de abajo va desapareciendo en la medida que su objetivo económico es mayor.

Los participantes en el coloquio nos fijamos en diferentes aspectos pero coincidimos en que en este mundo soñado por autóctonos y foráneos nada es lo que parece: si te echan una mano suele ser al cuello, los triunfadores tienen la misma pinta que los perdedores y la explotación sin paliativos está a la vuelta de la esquina.

Víctimas todos de la aparente libertad y de la obligada felicidad, llegamos a la lógica conclusión: NECESITAMOS más que un cambio (ya hemos virado varias veces el rumbo para llegar al mismo puerto), UNA REVOLUCIÓN.

Pero eso ya es otra película.